domingo, agosto 31, 2008

Spiderman, Tomo 22 Panini




Y con esta reseña espero dar por cerrado mi ciclo de reseña-protesta en la que muy poco o nada he contado sobre el cómic, simplemete me he despachado a gusto. Aunque bueno, quizá siempre lo haga así.


Tienes su máscara, pero no su marca, ni su huella. Tienes sus sentidos y sus instintos, pero no tienes su tacto. Tienes su cara, pero no su cruz, ni sus cruces. Tienes su fuerza, pero no su aliento, ni su rabia. Tienes su luz pero no sus sombras, ni sus penumbras, ni su parte oscura. Tienes su fuego, pero no su hielo. Tienes su traje, pero no tienes su alma, ni tienes sus adentros. Tienes su nombre pero no su identidad. Tienes su voz pero no sus silencios. Tienes sus trucos pero no su magia. Tienes su velocidad pero no su aplomo. Tienes sus puños pero no su pegada. Tienes su mundo pero no tienes casi ninguno de sus puntos de apoyo. Tienes su azúcar pero no su sal. Tienes sus golpes pero no su swing. Tienes su mente pero no tienes su anhelo. Tienes sus colores pero no sus pasiones. Tienes su calma pero no su tempestad. Tienes su sol pero no su luna. Tienes su apellido pero no su símbolo, no tienes lo que representa. Tienes su mar pero no tienes sus ríos que lo vertebran. Tienes su todo, pero no sus todos. Tienes su nada, pero no su nadie. Tienes su voz pero no tienes su palabra. Tienes su tronco, pero no su madera, ni su raíz. Tienes su paz pero no sus guerras. Tienes sus pies pero no su pisada. Tienes su imagen pero no su reflejo. Tienes su altura, pero no tienes su base. Tienes sus ojos pero no su fe, ni su esperanza, ni siquiera tienes su deseo.

Lo tienes todo, pero no eres nada. No eres nadie.

lunes, agosto 25, 2008

A 3 pasos del oro.




Oro parece. Es una plata que parece oro, que huele a oro, que aspira a oro. Cada punto de Rudy de Gasol o de Felipe eran de oro, eran balas de plata (y nunca mejor dicho) para matar a los hombres lobo americanos. Eran balas de plata contra puños americanos de oro, contra silbatos de oro que tenían una frecuencia favorable a los hombres lobo americanos.

Nos quedamos a 3 pasos del oro y solo conseguimos el metal argénteo (con el solo entre comillas). Un oro que merecimos, porque fuimos guerreros de oro con almas de oro, porque fuimos los mejores conductores.

Nos quedamos a un zarpazo del oro, a un triple de Carlos Jiménez que no fue, un Carlos que estuve impresionante, desquiciando con su defensa densa y pegajosa a todo americano que defendía, a todo hombre lobo que apuntaba con sus balas de plata.

Nos quedamos a un destello del oro, atrapados en una defensa americana propia de los gladiadores americanos del siglo 21, ese programa presentado por el gran Hulk. Nos quedamos atrapados en una defensa americana que era una jaula de oro custodia por un árbitro de un solo ojo (only one eye).

Nos quedamos sin el oro y sin balas de plata apuntando a la nuca de los hombres lobo y escuchando solo el clic al disparar con el cargador vacío, nos quedamos sin la bala de plata de Carlos Jiménez, pero nos quedamos con el espectáculo dorado, con los chicos de oro, con la medalla de plata.

Nos quedamos sin el oro, pero más que nunca esa plata reluce más que el oro por el espectáculo que tiene detrás.

martes, agosto 19, 2008

Spiderman, Tomo 21 Panini




Las palabras que dijo la bruja escarlata volvieron a mi cabeza y provocaron un eco estridente que aún perdura en el vacío inmenso que hay en mi testa. Bueno, 2 de esas 3 palabras, que la última venía cambiada: No más Spiderman. No diré, puedo garantizártelo, ni una sola vez en esta ¿reseña? que el cómic no es gracioso. No diré ni una vez que el cómic no es divertido o que no te ríes con él. No lo diré porque, leyéndolo con total abstracción, es la monda y Dan Slott está en plena forma. Pero aún así, aún sin decir nada malo sobre el cómic, sí voy a decir que en algún momento de la lectura me estaba planteando muy seriamente dejar de leer. Me pregunté un par de veces qué coño estaba leyendo, qué coño estaba pasando. Durante la lectura me apareció un par de veces el spidey fantasma pre-UDM, ¿sabes de lo que te hablo, no? Sí, por momentos pensaba que nada había pasado y que spidey seguía tal y como estaba antes, como ocurre cuando se te acaba de romper el reloj y dejas de llevarlo, que por unos días estás constantemente mirándote la muñeca desnuda para ver qué hora es, cuando descubres que allí no está tu reloj sino que, como mucho, hay una marcha blanca con forma de tu reloj en tu piel bronceada, te maldices, ¡claro que te maldices!
Me sentí así leyendo spidey, como si mirara un reloj que no existe o como si sintiera una parte de mi cuerpo que ya no existe. Maldigo, ¡claro que maldigo!
Maldigo porque tengo que tachar algunas reseñas que hice, como la civil war 2 o la muerte de Harry Osborn. Maldigo porque me han contado mentiras dentro de las mentiras (es mentira todo lo relacionado con Spiderman, claro está, pero esas mentiras que he decidido creerme, ahora son mentira). Maldigo con los lanzarredes orgánicos en las muñecas en las que solo tengo una marca de sol de un reloj, con los papeles de boda de Peter y MJ en una mano y el certificado de defunción de Harry en la otra. Maldigo con la fuerza de un universo ficticio, maldigo con el guión de Straczynski a mis espaldas y el dibujo de Romita Jr. en mi retina. Maldigo con mis manos perdidas pasando las páginas de Un Nuevo Día. Maldigo con las yemas de mis dedos manchadas con la tinta de las páginas de un cómic que se desangra. Maldigo a gritos con tipografía comic sans tamaño 50 en color rojo y trazo negro y saliéndose por todos lados del bocadillo. Maldigo con la palabra y con el silencio, con los gestos y con las carantoñas.
No más Spiderman, o casi no más Spiderman, que yo aún no me he bajado del carro, como tú, Quesada, que no te bajas de tu trono, ni te apeas de tu burro.
No más Spiderman, grito, mientras te maldigo, Quesada.