domingo, junio 19, 2011

Figuras en las nubes.

El horizonte absorbe poco a poco a un sol cobarde que sangra naranja sobre un cielo de color imposible proyectado en el mar. Unos pájaros vuelan cansados y penetran en este sol malherido y maltrecho. La luna amenaza con salir llena y bordar el cielo de noche. Las nubes aún se ven, mientras el sol agoniza, y dibujan figuras extrañas. Algunas románticas, algunas graciosas y otras terribles.

Jaime está tumbado en el césped mirando las nubes y adivinando sus formas. Mordisquea una rama de trigo mientras que, con el ceño fruncido, adivina un burro con alas en una de las nubes. Un diente de león sobrevuela lánguido alrededor de la cara de Jaime, como jugueteando con él. Esto despista a Jaime que, de un zarpazo, aplasta al diente de león mientras susurra: “No volverás a morder a nadie, león malvado” mientras construye una mueca con alma de sonrisa.

Su hermano mayor siempre le dice que su imaginación es prodigiosa con las nubes y que siempre vislumbra las figuras que para los demás escapan. Su hermano mayor siempre le dice también que su imaginación es un don que tiene y que tiene que cultivarlo cada día, que no lo deje aparcado.

- Hey, Jota, ¿qué has visto esta vez, enano? – Le dice Pedro a su hermano pequeño. Pedro llama siempre Jota a Jaime y aunque Jaime nunca le ha dicho nada a su hermano, le encanta que lo llame Jota. Le gusta mucho que lo llame así, seguramente porque le hace sentir mayor, porque le hace ser un igual a su hermano.

- ¡Pedro! No te había visto, Pé. – Dice Jaime, al que se le encienden los ojos cada vez que su hermano habla con él.

- No me llames Pé, renacuajo.

- He visto a un burro con alas Pé… - mira a su hermano mayor que le marca con un puño cerrado y decide acabar su nombre- …dro.

- No jodas, ¿dónde? Le dice Pedro relajando el puño.

- Mira, allí está el hocico, las patas, las orejitas… ¡y mira las alas! ¿Son alas, verdad?

- Sí, son alas, Jota. ¿Te gustaría tener alas, verdad?

- Sí… bueno, sí, me encantaría, y, ¿sabes por qué? La imaginación de Jaime se dispara. También ese brillo de ilusión en los ojos.

- Claro que lo sé, enano. Para ver de cerca las nubes. – Responde contundente Pedro.

- …Y para ver las nubes por el otro lado. Me gustaría formar figuras con las nubes pero visto desde arriba.

- ¿Desde arriba? ¿Desde el espacio, dices? Guau, Jota, eso sería la puta hostia.

- Síiiiiii. Pero mamá no quiere que digas palabras de mayores. Y menos delante de mí.

- Pero la ocasión lo merece, la idea de ver las nubes desde arriba me parece fantástica, y ¿sabes qué, Jota? Algún día, tú y yo, veremos las nubes desde arriba y adivinaremos figuras. Apuesto a que desde arriba no eres tan bueno como desde abajo.

- Ohhh, ¿me prometes que algún día lo haremos? ¿Me lo prometes? ¿Me lo prometes?

Pedro hace como si se rajase su mano (hace un sonido como de desgarro con la boca) y hace lo mismo con su hermano y juntan las manos.

- Es una promesa de sangre, Jota, algún día tú y yo veremos las nubes desde arriba – dice muy convencido Pedro, impresionando al inocente Jaime.

- ¡Bien, lo haremos! – dice rebosante de alegría Jaime mientras da palmas con las manos.

- Debemos irnos, es tarde y mamá estará preocupada.

Jaime y Pedro se van, de la escena de la promesa. La luna llena, testigo insólito y taciturno de la promesa, sin que los hermanos lo sepan, se hará partícipe de ella.

Pedro al día siguiente empieza a olvidar la promesa. Jaime se la recuerda cada cierto tiempo, pero Pedro lo ignora, hasta que lo olvida por completo, mientras, Jaime, vive cada día con ilusión poder ver las nubes desde arriba. Pedro ha olvidado la promesa que selló con la tinta más maravillosa, la sangre. La luna, cruel y despiadada, se lo hace pagar a Pedro.

Pedro se hace un hombre (que olvidó una promesa), Jaime un hombrecito (ilusionado con su promesa). Una noche, con la luna tan grande como un sol, tan cerca de la tierra como nunca se recuerda, Pedro se bañaba en el mar, también testigo de la promesa y también cruel y despiadado. La luna se asoció con el mar y lo batió con violencia. El mar tiró de Pedro, hacia dentro. Se lo tragó como a un sol cobarde al caer la noche. Pedro murió, por no cumplir su promesa.

Jaime se hace un hombre (y aún recuerda la promesa, mucho más después de la muerte de su hermano mayor) y estudia y se prepara. Y consigue hacerse astronauta. Y después de muchos años y mucho esfuerzo consigue tripular un viaje a la luna. A la asesina incapturable de su hermano. Al salir de la superficie terrestre mira por una de las escotillas de la nave. La imagen es preciosa, la Tierra está preciosa. Y, por fin, cumple su promesa y ve las nubes desde arriba. Jaime se echa a llorar. Llora porque está triste, porque su hermano no ha podido cumplir la promesa con él. Llora porque le echa de menos. Pero sobre todo llora por lo que ve en las nubes. Llora porque la imagen que adivina en las nubes vistas desde arriba es el rostro de su hermano Pedro.

jueves, junio 02, 2011

Manuel Cuesta en Galileo 2




Vibró, emocionó, explotó, sudó, remontó, desgañitó, partió, asombró, despertó, congeló, sobrecogió, rasgó, desenvolvió, remató, desarmó, ensalzó, embaucó, hipnotizó, rememoró, rindió, participó, asoció, maravilló, sonó, soñó, desenfundó, repartió, apasionó, dedicó, arrastró, arrasó, ascendió, descendió, versionó, acompañó, guiñó, desprendió, deslumbró, alumbró, guió, arrancó, abrazó, ovacionó, voló, despertó, disparó, cargó, desgarró, desentrañó, lució, trazó, planeó, vivió, reventó, cumplió, arañó, golpeó, arremetió, tocó, gritó, enmudeció, bordó, gozó, acarió, besó, firmó, abrió, cerró, desenmarañó, conquistó, perpetró, impresionó, construyó, recitó, presentó, devoró, descongestionó, presionó, gesticuló, aulló, bramó, aterrizó, desbarató, amenizó...

Y además de todo esto, queridos amigos, Manuel Cuesta y su banda se sacaron de la manga una puta maravilla de concierto irrepetible.