miércoles, mayo 17, 2006

Los regalos de la muerte (X)

Capítulo X: Odio ese ruido

- Javier Lagos, antes -

Javi miraba hacia el suelo, andando cabizbajo y dejando atrás el casino. A pesar de que llovía avanzaba muy lentamente, dejando que las gotas lo empapasen, esperando que la lluvia lo purificase por dentro. Andaba cabizbajo, casi agazapado, odiándose a sí mismo enormemente por caer en la tentación del juego una y otra vez, por dejarse la pasta en ese antro de perversión lucrativa, odiándose por no poder evitar llamar a Fede una y otra vez para que le prestase la pasta. Odiándose brutalmente porque cada céntimo que caía en sus manos iba a parar a Fede o al casino. "No, esto no puede seguir así, esto tiene que acabarse ya" se decía a sí mismo cada vez que salía del casino de Torrelodones. Se lo decía como el yonki que se pinchaba y se decía que iba a ser la última vez, o como el obeso que come chocolate convenciéndose a sí mismo que al día siguiente empieza la dieta. No, sabía en lo más profundo de su ser que iba a volver a jugar una y otra vez hasta que muriese. Se lo decía metiéndose las manos en los bolsillos y esperando encontrar un billete de 50 euros más para echar un buen polvo con Luna. Oh, Dios, mi Luna. Se odiaba porque se había enamorado de una puta. No, se odiaba porque se había enamorado de LA puta de Gandía. Se odiaba porque tenía a Andrés Reyes como rival. ¿Qué puedo hacer contra él? Nada, claro, es muy rico y famos, además es un gran amigo.

Se odiaba porque, una vez más, se conformaba con bajar los brazos y mostrar la nuca para que le rebanasen la cabeza. Je, sonrío, al imagenarse a sí mismo como un pescado en manos del pescadero y apartándose en el último momento del corte criminal del cuchillo, porque su "don" lo salvaría. Oh, Dios, mi don. ¿De qué me sirve intuir el futuro inmediato a través de los sonidos ahora? Recordó cuando cayó en las redes del juego, en este mismo casino, apostando a las cartas siempre sobreseguro. Simplemente con el sonido de las cartas al barajarse, o al tocarse entre ellas sabía las manos de todos sus contrincantes. Siempre apostaba sobreseguro, siempre ganaba. Pero Javi era un bocazas, y solía decir "odio ese ruido" cuando iba a ocurrir algo que no le gustaba o "me gusta ese ruido" cuando iba a ocurrir al contrario. Y los jugadores de cartas son muy perspicaces, y aprendieron a ser tremendamente silenciosos. Empezó a perder, y los que no eran silenciosos no jugaban con él. Había mostrado sus cartas demasiado pronto. Entonces descubrió otros juegos, pero el rumor ya había corrido, y en el casino sólo le dejaban jugar a la ruleta. Sí, justo cuando la bolita tocaba la ruleta ya sabía qué número iba a salir... pero su apuesta ya estaba hecha. Sí, era el primero en saber el resultado, pero lo inútil de la predicción lo hacía de un sarcasmo casi macabro.

Se odiaba a sí mismo porque, en esta ocasión, no tenía ningún billete de 50. Seguía caminando muy despacio, y ya estaba casi junto a su coche cuando vio en el limpiaparabrisas una octavilla que rezaba "¿Tienes problemas que no te dejan vivir? El doctor Villaescusa tiene la solución. Llame y hablemos". Javi cogió la octavilla del limpia y al oír el sonido que hizo ésta al sacarla de ahí dijo... "me gusta ese ruido" levantando una sonrisa que parecía hundida en un abismo.

martes, mayo 02, 2006

Cuando las emociones traspasan mi piel (III)

Cuando ser diferentes es hablar y llegar a un acuerdo,
cuando mirarte es lo mismo que decirte,
cuando una sonrisa llega a ser un beso de lejos,
cuando un silencio te quita la vida,
cuando soy lo mejor del día,
cuando tu olor me hace más falta que el aire,
cuando "estoy contigo" significa eso,
cuando una palabra vale más que mil imágenes,
cuando despertarme a tu lado vale por 8 horas de sueño y 24 de felicidad,
cuando un abrazo significa llegar a casa, cuando otro más combate el frío,
cuando aprender de ti significa que me conozca y me conozcas,
cuando enseñarte es comprenderme,
cuando tu espalda está cansada y te sirve mi hombro,
cuando soñar es pensar dormido en ti,
cuando 400 km es lo mismo que 50,
cuando lo que yo deseo es razón más que suficiente,
cuando decido dónde vamos a ir,
cuando la cuesta se desplaza 7 meses,
cuando los días juntos son formas de amar,
cuando las lágrimas pesan en mis ojos,
cuando te quiero yo más,
cuando me echas de menos,
cuando estar con 3 personas para mí es soledad,
cuando reímos juntos,
cuando me ocurre todo esto... cuando las emociones traspasan mi piel...