jueves, abril 22, 2010

Entrevista a Alberto Ballesteros.




Alberto Ballesteros: "La música es una forma de enseñar y en términos generales suele ser autobiográfica"

Salva: Buenas tardes, Alberto, muchas gracias por venir aquí, a Barrio Alto, a esta entrevista acompañada de cervezas y coca-colas Light.

Alberto: Buenas tardes, Salva.

Salva: Acabas de sacar una maqueta estupenda con 4 canciones.

Alberto: ¡Gracias por lo de estupenda!

Salva: Es que para llegar a La Latina he estado 3 cuartos de hora buscando aparcamiento y me le he escuchado 5 veces en bucle, jejeje. Así que es 5 veces estupenda.

Alberto: Es lo que tienen las maquetas, que como te pillen en un viaje largo…

Salva: ¿Cómo se llama esta maqueta?

Alberto: Se llama Sheffield 24/7 que es el nombre de la ciudad donde la grabé y donde
estuve viviendo durante año y medio. Todo se forjó allí, fue donde escribí 2 de las
canciones y donde realicé todo el proceso de grabación y producción. Así que quería
que quedara para el recuerdo con ese nombre. Sheffield es una ciudad muy grande cerca
de Manchester que tampoco tiene mucho la ciudad, salvo un rollo musical muy muy
muy guapo.

Salva: ¿Qué canciones incluyes en este trabajo?

Alberto: He metido “Buscando un trozo de cielo” que es una canción con aire folk
americano y que acabo con un solo de guitarra tipo Santana. “No habrá dolor”, una
canción muy lentita y muy sentida, al menos lo intenta serlo.

Salva: Pero hay dolor…

Alberto: El estribillo dice que no, pero un poco sí… un poco sí. Y siguiendo con las
canciones de la maqueta, hay una más fiestera que se llama “Sweet Corinna” que es un
swing y es más bien alegre. Y la maqueta acaba con un rock and roll, que es lo que
tocaba antes y que no puedo dejar del todo.

Salva: Es decir, un disco muy completo y variado. Por cierto, “Sweet Corinna” (“La dulce Corinna”), ¿quién es esta Corinna?

Alberto: La canción habla de Corinna como una droga, y realmente es algo así. Esta
chica ha sido una musa que ha andado por ahí los últimos años que me ha hecho
moverme mucho de un lado para otro y vivir cosas muy bonitas. Hay gente que de las
relaciones guarda fotos y yo guardo canciones. Eso sí, ya no hago más canciones con
nombre de chicas porque creo que si haces una canción de una chica pero no le pones
nombre parece que la canción tiene como más recorrido.

Salva: Si el destino te obligase a hacerle una canción a una chica, ¿a quién se la harías?

Alberto: Cualquiera que me haga sentir algo especial, se amor, sea atracción, o sea algo.
Como si no la conozco o la conozco de refilón pero tiene algo que se pueda contar. Y si
no, cualquier chica como diría Silvio Rodríguez con la palabra precisa y la sonrisa
perfecta. Esas son las chicas que me gustan… ahora, ¡búscalas! (risas)

Salva: ¿Qué motivó que te marchases a Sheffield?

Alberto: Estaba aburrido en Madrid. La vida no me iba mal, tenía un buen trabajo pero
al cumplir lo 25 me entró una especie de crisis y pensaba que el rock and roll se acababa
y que tenía que aprovecharlo todo más. La excusa de cara a la galería fue aprender
inglés, que también llevaba tiempo detrás de ello. Pero la motivación real era buscar
cosas para vivir, motivos para escribir canciones y pasarlo un poco bien. En definitiva
fue algo mucho más espiritual que económico. Estaba bloqueado y cuando pasa el
tiempo y no consigues escribir canciones algo falla y sobre todo si te aburres.
Necesitaba aires nuevos.

Salva: Comentabas que lo tuyo es el rock and roll, ¿qué referentes tienes?

Alberto: En castellano, Burning, Tequila, Leño, los Rodríguez… Vengo un poco de ahí.
En inglés, Stones 100%, y traigo puesta la camiseta que lo certifica, jejeje.

Salva: ¿Cómo topaste con la música y decidiste hacerte músico?

Alberto: Tenía un par de colegas que tocaban la guitarra y me quedaba embobado viéndolos. Me pareció fantástico y me dije a mí mismo que quería hacer eso. Entonces mi madre tenía una guitarra de cuando era niña guardada en casa y la cogí y, aunque tuve el inconveniente de que tuve que cambiar las cuerdas porque soy zurdo, fue un flechazo con la guitarra. Además he vivido mucho la fiesta de los pueblos y siempre me esperaba a los últimos pases de las fiestas que eran más rockeros, lo disfrutaba muchísima y supe que yo también quería hacer eso. También es verdad que esto no me lo planteé como algo repentino, sino poco a poco. Yo sólo quería aprender tres acordes y cantar alguna canción de Sabina. Lo que pasa que luego ya, me motivé, aprendí alguna más, hice una canción y cuando quise darme cuenta ya estaba dando conciertos. Y me di cuenta que quería hacer esto durante toda la vida.

Salva: ¿Tu objetivo real de ir a Sheffield era grabar tu maqueta?

Alberto: Lo veía tan complicado que ese no era un objetivo real. Me llevé la guitarra... por si acaso. Me la llevé porque era un sitio donde iba a vivir y era inviable para mí no llevármela y tampoco me perdonaría que me surgiese algo allí y me pillase sin guitarra. Pero el hecho de tocar allí tanto como toqué porque, aparte de conciertos en salas, tocaba en restaurantes latinos para animar a los comensales, estuve tocando en una banda que hacían versiones de pop psicodélico de los 60, canciones que no concía ninguna antes de eso. Era un grupo muy peculiar. Todo este proceso fue el que me llevó a conocer a más y más gente, a trabajar en un bar como técnico de sonido y luego llegó el momento clave para mí. Realmente lo que yo quería era hacer canciones y luego grabarlas en Madrid. Pero llegó el momento en el que tanto las infraestructuras, los músicos, el estudio de grabación y el productor estaba allí, así que me dije, bueno, ya lo grabo allí.

Salva: ¿Cómo es eso de que te dieron una paliza en Sheffield?

Alberto: Sí... fue un palo considerable, y más a mí, que no me había zurrado nunca con nadie. Tío, la primera pelea que tengo voy y la pierdo. Iba a currar y pasé por el típico pasadizo oscuro como de la naranja mecánica y allí había dos chavales que no tenían buenas intenciones y querían robarme. Realmete lo peor de todo no fue la paliza en sí sino el trastorno ya que me tuve que volver un mes a Madrid para recuperarme. Para mí, mi viaje a Sheffield significó una novela dividida en dos partes. La primera parte fue cuando estaba en lo más alto y me dieron la paliza, que caí hasta el fondo y parecía que iba a ser el final. Mi gente en Madrid pensaba que no iba a volver, yo prefería quedarme en Madrid a recuperarme bien y me entraron las dudas de volver. Lo que pasa es que el rollo de la maqueta ya estaba empezado y tomé la decisión de volver. Esta historia no podía acabar así. Y volví, fue un poco más duro, salía menos y me concentré mucho en grabar y acabar la maqueta. Y cuando la acabé volví de nuevo a Madrid después de una última noche gloriosa. Hicimos una fiesta y un concierto en el bar donde trabajaba, terminaron conmigo todos los amigos de allí. Fue muy emotivo y, al día siguiente, a Madrid de nuevo. Hay un momento óscar, con lágrimas, en la despedida final. Hice muy buenos amigos allí.

Salva: ¿Piensas volver a Sheffield?

Alberto: Por supuesto que sí, pero no es el momento todavía. Como dijo García Márquez: "Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver". Voy a esperar y a pensármelo más antes de volver.

Salva: ¿Qué mecanismos sigues para componer una canción?

Alberto: Tengo varios métodos, está el trabajo de composición, que me siento con la guitarra en casa, a gusto, con un gintonic y machachar y machar e insistir. Por otro lado está la semilla o la idea que te puede venir en cualquier lado con un fogonazo. De cualquier frase que escucho o cualquier detalle me viene una melodía y puedo pensar que ahí hay una canción y tirando del hilo consigo una frase. Siempre digo que las musas te dan una frase, luego te lo tienes que currar tú para terminar la canción. De todas formas yo soy mucho de melodías y eso te viene o no te viene. No soy músico de estudio, no tengo formación en solfeo. Pero por sentimientos, por impulsos y por prueba y error consigo arrancar una melodía.

Salva: Tú eres un músico muy vinculado a Marta Tchai, ¿cómo os llegásteis a conocer?

Alberto: La conocí hace 4 ó 5 meses. Un colega común me había hablado muy bien de ella porque él sabía que cuando volviese a Madrid me gustaría conocer gente con cosas en común para hacer conciertos o movidas juntos. Pero digamos que se quedó ahí la cosa.Y luego con este amigo común hice un concierto de telonero de un grupo que se llama Calocando, que está muy bien y te lo recomiendo y ella vino al concierto y le gustó lo que hice. Lo que ocurrió es que tuve que irme y no pude verla y ella tampoco me dijo nada. Fue este amigo común quien me dijo que le había gustado mucho lo que hice. Entonces fui yo a verla a un garito y ya estuvimos habando después de su concierto, que por cierto me gustó lo mismo o más que yo a ella. Estuvo genial porque no es fácil encontrarte con gente con la que te identifiques tanto musicalmente. Luego ya quedamos más veces, colaboramos en conciertos y me propuso un día tocar la guitarra en su banda. A lo que le dije que sí encantado advirtiéndole de que no soy un guitarhero pero al final ha derivado en más conciertos juntos, más proyectos, más ensayos y una forma de darme a conocer a gente fuera de mi público.

Salva: ¿Qué te proporciona la música?

Alberto: Disfruto muchísimo con la música, es la mayor satisfacción que puedo encontrar. Me gusta mucho tocar, sobre todo en un sitio lleno de gente, que haya ambiente de concierto, que venga gente nueva a verme, que me escuche y, sobre todo, que se lo pase bien. El miedo que me da es aburrir, me gusta hacerlo ameno, canciones variadas y mucha rítmica para que nadie se me duerma. Si meto una lentita profunda como "No habrá dolor" que en la siguiente haya dolor y conseguir sacar unas palmitas.

Salva: ¿Recuerdas tu primera canción?

Alberto: Sí, pero no sé si daría para tocarla. Pero sí puedo decirte que repasando mis primeras canciones me siento orgulloso del resultado y no descarto coger alguna de esa época y tocarla de nuevo. Lo que ocurre que uno cuando pasa el tiempo tiene otro lenguaje, otro estilo, en fin, que se evoluciona.

Salva: Háblame de tu última canción.

Alberto: Pues precisamente estuve anoche currando en ella. Ya la tengo terminada aunque puede que un par de frases se puedan mejorar. Eso sí, no tiene título aún aunque se puede llegar a llamar "En nuestra orilla del río". Hablo sobre una ciudad separada por un río y, de alguna manera. A un lado del río hay riquezas o falsas sonrisas. Y al otro lado, que podría parecer que se está más solo, te encuentras realmente con más cosas. Y como dice el estribillo: "Sólo tenemos el blues".

Salva: ¿Qué es para ti la música, tu pregunta o tu respuesta?

Alberto: Las dos cosas, aunque diría que más la respuesta. Al final lo más importante es vivir, disfrutar y de ser feliz. La música es una forma de enseñar y en términos generales suele ser autobiográfica. Para componer una canción primero necesito vivir, que la vida me dé algo o algún motivo para escribir una canción por eso lo relaciono más con la respuesta. Quizá también utilizo la música como medio para encontrar una respuesta.

Salva: ¿Qué otras aficiones tienes?

Alberto: Me gusta mucho el fútbol. Soy rayista por el barrio pero de corazón culé. Aparte de eso me gusta el cine, la lituratura. Pero una de las cosas que más me gusta es conocer a gente nueva. No me gusta tener un círculo cerrado, que está claro que a esa gente la quieres y matarías por ella pero la vida se compone de muchas cosas y conocer gente nueva es como un aprendizaje continuo y de cuanta más gente puedas aprender más satisfacciones te llevarás.

Salva: ¿Cuál es tu jugador de fútbol favorito?

Alberto: Me encanta Xavi Hernández. Jugaba antes mucho al fútbol y me suponía una gran satisfacción... un regate, un pase de gol o un gol mismamente. Lo echo mucho de menos. Ahora he cambiado el fútbol por andar, que también me encanta. Además, Madrid es una gran ciudad para andar y ahora viviendo en el centro me da menos pereza, tiene zonas muy bonitas y apañadas. Aunque es una afición un poco de abuelo le he cogido el gusto me sirve para reflexionar, para escuchar música en el mp3 o simplemente para escuchar unos segundos de conversaciones de la gente con la que me cruzo y montarme con todas esas conversaciones breves una especie de historia-collage que a veces puede terminar en canción.

Salva: ¿Y qué música llevas en ese mp3?

Alberto: Llevo siempre algo de Dylan, de Calamaro, Pearl Jam. Digamos que estos son los fijos, los que llevo siempre. Luego tengo otro grupito de canciones que van entrando y saliendo en el mp3. Por ejemplo ahora que es primavera me gusta llevar algo de Los Delinqüentes, por ejemplo. También Andy Chango, algo de Wilko. Y últimamente también llevo a Tom Petty que ha sido mi descubrimiento del año que he conocido tarde pero hace unas canciones que te mueres. Es buenísimo aunque no sé por qué no viene por Europa a tocar.

Salva: ¿Cuál es tu estado anímico óptimo para componer?

Alberto: Yo diría que el meláncolico, aunque depende del tipo de canción que quieras hacer. A veces estás eufórico, que te comes el mundo y te hace una canción que va sobre eso, de las que gritas de alegría pero que no da para mucho más. Es mucho mejor la melancolía o la tristeza, pero no cuando estás totalmente hundido en la mierda sino cuando ves un pelín la luz. Para mí es el estado perfecto.

Salva: Muchas gracias, Alberto, ha sido un placer y muchas gracias de nuevo por la entrevista.

Alberto: ¡La entrevista acaba pero las cañas siguen!

martes, abril 06, 2010

Batman: La Broma Asesina






La fuerza de un hombre radica en su pasión y en sus convicciones. La cordura de un hombre puede pender de un hilo más fino que un pelo de mi poco poblada coronilla o estar amarrado a una soga tan fuerte como su pasión o sus convicciones. La fuerza de un hombre se mide en cómo actúas en situaciones límite. En cómo encaras tus miedos y tus miserias. La cordura de un hombre es el mismo hombre: se tambalea cuando tú te tambaleas y te afianzas cuando tu cordura se afianza. La fuerza de un hombre se basa en saber devolver los golpes y las palabras. La cordura de un hombre se basa en encajar los golpes y los éxitos. La fuerza de un hombre es no rendirte. La cordura de un hombre es digerir que si te rindes también hay un mañana válido. La fuerza de un hombre son los puños y los planes, los nudillos y la estrategia. La fuerza de un hombre es la solidez del alma. La cordura de un hombre es levantarse, poner la otra mejilla y aceptar lo que viene. La cordura es el vínculo maravilloso a la realidad. La fuerza es el aliento y el soplo. La cordura es el seguir adelante por cualquier camino. La fuerza eres tú y la cordura quien te rodea.

La vida marca, qué duda cabe, tiende trampas feroces que te producen heridas y cicatrices. La vida de un hombre que lo pierde todo es el punto de inflexión ante qué camino seguir. Volverse loco es terrible después de perderlo todo pero mantenerse cuerdo y seguir apostando a las mismas cartas lo es aún más. Perder la cordura no es perder la fuerza, ni la capacidad, ni el plan, ni la estrategia. Es perder la pasión, y la convicción, y el vínculo.

El Joker tiene la fuerza, y la lucidez, y la chispa, y el macabro sentido del humor. Incluso tiene una magnífica cámara fotográfica y un talento para hacer fotos. Pero no tiene un lazo al que aferrarse a este lado de la cordura y el espejo. Sobre el que ve reflejado a un Gordon que se mantiene firme, agarrándose al clavo ardiendo de sus creencias, pasiones y convicciones.

El joker ríe amargamente porque tiene el plan pero no los resultados esperados. Esta vez, la cordura ha ganado el pulso a la fuerza.