Los regalos de la muerte.
Capítulo XIX: Luna, dulce Luna.
- Luna Valdivieso, antes –
Julio Gandía se sienta a tu lado, en una nueva sesión, terapia o lo que sea este invento del doctor Villaescusa con el que dice que te va a curar tu mal. Gandía te sonríe con 1 parte de sinceridad y 9 de babas. Hace un movimiento lento y te pone el brazo por encima. Te incomoda, incluso te molesta, pero no haces nada. Sólo le devuelves la sonrisa con 1 parte de odio y 9 de asco.
Llega el doctor y saluda al grupo. Te pregunta cómo estás. Si estás mejor que ayer. Le contestas que más o menos igual. Él te asiente y te dice que es normal, que necesitas un par de días más para que empieces a notar una sensible mejora. A continuación os cuenta a ti y al resto del grupo que, hoy mismo, van a unirse 2 nuevos miembros al grupo y que deben de estar a punto de llegar. Dice, fascinado, que ambos tienen un don de nivel 4. Villaescusa alucinando, Gandía parece alegrarse, Laviña recela y parece proteger su brazalete con su brazo en forma de escudo, y tú, indiferente, escupes un “¡vaya!” más falso que un duro de chocolate. Te la suda, ni siquiera sabes qué significa tener un don nivel 4. Ni tampoco qué significa un nivel 3, al que perteneces. Sólo quieres volver a ser la misma. Quieres ser otra vez Luna, apasionada como ninguna.
Y de repente suena el timbre, y escuchas a Beatriz hablar con alguien. Reconoces enseguida la voz de ese alguien. Te pones un poco nerviosa, tu corazón palpita un poco más deprisa y con más fuerza, tanto que escuchas tu sangre circular por tus venas más cercanas al oído. Dios, es Javi, te dices. Y te alegras. Te alegras de que sea Javi, al que creías que no volverías a ver. Al que le habías dicho que no querías. Lo escuchas hablar con Beatriz y notas un punto de coquetería en la chica y un millón de puntos de más en Javi. Y te sientes celosa, a pesar de estar con Gandía y tener sus zarpas en tu hombro. Entonces decides fingir que te pica el hombro en el que Julio te tiene puesta la mano y se la apartas para rascarte confiando en que no vuelva a ponértela. El aguijón de los celos se te clava un poquito más con la risa de seducida de Bea y con la voz contundente de tu ex-amante.
Villaescusa dice que ya ha llegado el primero de los nuevos integrantes y dice que va a salir a recibirlo. Al instante regresa con Javi al que el doctor presenta al grupo. Y Javi, como siempre, entra como un torbellino en la casa de paja del cerdito del cuento. Notas que está nervioso, pero también como siempre, saca un as de la manga para compensarlo y empieza a chulear a Laviña, que se hace enormemente pequeño con los envites de Javi. Después de acabar con Laviña se vuelve hacia ti y te sonríe. Al principio le odias. Pero de repente te dice: “Hey, Luna”. Y te lo dice con su tranquilidad, su aire de despreocupado y su cierta mirada de cordero, que te recuerda al poema que te escribió, el que tituló “Luna, dulce Luna”. Con el que te enamoró. Con el que consiguió que te decantaras por él antes que por Andrés. “Hey, Javi” le contestas, con tu sonrisa de algodón de azúcar y devolviéndole la mirada de cordero degollado, que consigue ponerlo, de nuevo, un poco nervioso.
- Froilán Caraballo, antes –
(día de la primera y única derrota de Caraballo al ajedrez)
- Vaya, vaya, mira quién me llama, je, je, je, ¿qué querrá este ahora?... ¿Dígame? – digo, como si no supiese quién llama, al descolgar el móvil.
- ¿Froi? Soy Fede, ¿qué tal, tío? ¿Por qué no te vienes a echar una partida de ajedrez? Después de la partida del otro día creo que puedo ganarte... – me contesta con sorprendente confianza. Supongo que estará de coña... el otro día lo machaqué de manera humillante.
- Joder, Fede, al ajedrez serás un paquete, pero tirándote el pisto eres único. ¿Quieres que vuelva a machacarte? Está bien, tío, está bien. Salgo para tu casa.
- Aquí te espero, ¡y prepárate para tu primera derrota!
El camino hasta la casa de Fede lo aprovecho para pensar mil y una maneras de vencer y humillarlo en el tablero. Me entretiene la “pre-partida” tanto, que el viaje se me hace cortísimo. Cuando me doy cuenta, ya estoy en casa de Laviña, colocando mis fichas negras y pidiéndole Laviña una birrita bien fría.
Laviña me trae la cerveza, sin decir palabra y sin dejar de mirarme a los ojos. Me sorprende que sea así, porque normalmente mira al tablero, al techo o al suelo, pero no me incomoda que lo haga. Es más, tampoco le aparto la mirada. Coloca sus fichas sin dejar de mirarme, poniéndolas perfectamente en su sitio y de memoria. Cuando termina de colocarlas, hace su apertura.
- Apertura del peón del rey – te dice colocando el peón 2 posiciones más adelante, serio e inmutable, en lugar de su típico chiste “jaque, jaca tú que yo ya he jacao”.
- Tío, ¿estás bien? Estás irreconocible... – le contesto perplejo. Bah, si quiere tomárselo en serio, adelante, voy a machacarlo de cualquier forma.
- Sí, estoy bien, es tu turno - me dice con voz de saxofón antiguo pero afinado.
Hago la misma apertura, peón del rey y rápidamente mueve él, colocando el peón del alfil del rey 2 posiciones más adelante y ofreciéndome un gambito del rey*. Y se queda callado, en lugar de decir su manida frase: “gambito del rey... ¡el rey de los gambitos!”. Decido no aceptar el gambito y sacar el alfil para amenazar al caballo que ha dejado al descubierto con el segundo movimiento.
La partida transcurre de manera extraña, me cuesta ver la jugada y Fede siempre hace los movimientos que yo hubiera hecho, como si me leyera el pensamiento, como si ahora él en lugar de yo pudiese anticipar los movimientos. Me está puteando, jamás Laviña había llegado tan lejos es una partida. Ni Laviña ni nadie que se hubiese enfrentado a mí. Fede tenía la claridad de movimientos de Capablanca y la agresividad en ataque de Fischer. Había conseguido neutralizar mi ataque con una defensa incontestable y, para más inri, consiguió evitar que hiciese un enroque.
Y entonces llegó el momento que más temía...
- Mate en 2 – me dijo con voz de cuchillo afilado.
No pude decir nada, sólo mirar el tablero. Era mate en 2. Joder ¡ JODER !
Laviña no dejada de mirarme, impasible, sin decir nada, sin regodearse de su victoria incontestable.
- ¡ JODER ! – grito perdiendo los papeles y tirando el tablero con todas las fichas. ¡JODER!
Me siento derrotado, por los suelos, mucho peor de lo que nunca haya podido sentirme. Quizás no lo entiendas, es sólo una partida, pero para mí es algo muy grande. Jamás he perdido una partida, con nadie, nunca. Esto me resulta muy doloroso. Salgo a la calle, sin despedirme. Huyo gritando como un desalmado, como un paranoico. Mis pulsaciones rozan las 180 por segundo. Siento los ojos salirse de sus órbitas y mis puños cobrar una fuerza descomunal. Me acerco a mi coche y pillo a alguien intentando robarme la antena del coche.
- ¡¿ QUÉ COÑO HACES ?! – le grito, y le enseño mi puño con nudillos de garras de león, y golpeo el lateral de mi C3 hundiendo la chapa y desplazando unos centímetros el coche. La fuerza del puñetazo fue sobrehumana, incluso sobrepaquiderma (quizá proporcional a la de una araña). El chico que me intentaba quitar la antena se le puso la cara blanca como los 3 últimos años del Real Madrid y salió huyendo manchando sus calzoncillos con batido de chocolate... o similar.
Mientras insulto al chico huyendo, encuentro en mi limpiaparabrisas una octavilla que reza: “¿Tiene problemas que no le dejan vivir? El doctor Villaescusa tiene la solución. Llame y hablemos.” Pero no me salía de la polla llamar, así que como venía la dirección decidí acercarme en coche sin pedir cita previa. Y allí me presenté.
Me abrió directamente el tal doctor Villaescusa.
- Ru, ruuu – me dice, dejándote totalmente descolocado.
- ¿Qué coño dices? – le pregunto alterado.
Y me coge la mano. Y me dobla la muñeca. Caigo de rodillas del dolor.
- Ru, ruuu – me dice con voz de teléfono móvil sin cobertura.
Estando de rodillas, me pone la mano en la cabeza, y me la acaricia.
- Ru, ruuuu, azúcar... ru, ruuuu, no puedes.... ru, ruuuu – me dije de forma ilegible con voz de megáfono afónico.
Ahora me coge el pelo y tira fuerte de él. Me hace daño y va a pagarlo. Por mis cojones que va a pagarlo.
- Ru, ruuu, hasta que se consuma, ru, ruuuu, sólo puedo salvarte yo, ¿entiendes?, ru, ruuuu, y no puedes despertar, ru, ruuu – me dice con voz de iceberg derritiéndose.
Entonces me levanto, me pongo en pie a pesar de que me tambalean las piernas, le digo al tipo que tengo frente a mí que apriete los dientes y le golpeo con todo lo que tengo la repulsiva cara del tipo este. Cae al suelo inconsciente.
- ¿QUÉ COJONES DICES? – le grito alterado y recuperando totalmente la conciencia. Mientras le veo caer del puñetazo brutal que le he dado.
- Fede Laviña, antes –
(día de la primera y única derrota de Caraballo al ajedrez)
- Villaescusa, viene de camino Froilán Caraballo, le practico el salto al precipicio y te lo mando. – le dice por teléfono Laviña al doctor Villaescusa.
- Excelente, Fede. Si llega hasta mí y se confirma que es un don nivel 4 te habrás ganado el brazalete con creces. – Le contesta el doctor con voz de excitado voyeour.
- Ve preparando el brazalete – concluyó Laviña antes de colgar.
Fede esperó a Froi en la puerta de su casa escondido en una esquina. Esperó paciente, hasta que entró. Se abalanzó sobre el inspector y le puso 3 dedos en la cara. Luego 2. Y luego 1. Y, finalmente, le habló.
- Shhhh, tranquilo, Froi, tranquilo, déjate llevar.
- GARHHHGGG – apenas pudo articular guturalmente el inspector.
- Tranqui, Froi. Ahora vas a imaginar que te gano al ajedrez, con movimientos que harías tú. Y después de perder la partida te vas a dirigir a la C/ Alcorcón, 4, 6º B en Fuenlabrada. A la consulta del doctor Villaescusa pidiendo ayuda. ¿Lo entiendes?
- GIIIIRHHH
- Lo tomaré como un sí, Froi.
Y Froi, hipnotizado y cumpliendo órdenes, se marcha.
- Villaescusa, va para allá. Le dices al doctor cuando ves partir al inspector.
- Eduardo Villaescusa, antes –
(día de la primera y única derrota de Caraballo al ajedrez)
Abres la puerta y te encuentras a Froilán Caraballo, con los ojos en órbitas, en tu puerta. Se movía como si convulsionara, como si su sistema nervioso estuviese loco. Le das la mano y se la aprietas con fuerza. Con tanta que cae de rodillas del dolor. Por los síntomas deduces que Laviña le ha practicado un salto al vacío agresivo. Qué hijo de puta, piensas.
Le acaricias la cabeza, casi con amor. Tienes a tus pies y de rodillas a un presumible don nivel 4. Y está a tu disposición. A tus órdenes. Y no puede hacer nada que tú no le digas que haga. Y le empiezas a hablar.
- ¿Sabes, Froi? Puedo llamarte Froi, ¿verdad? Verás, Froi, te han practicado un salto al vacío agresivo. ¿Y qué quiere decir esto? Quiere decir que estás jodido. Que tu alma está es desacople con tu cerebro y que te están haciendo creer cosas que no están ocurriendo. Pero sí están pasando para tu cerebro. ¿Trágico, verdad? Sí, lo es, sobre todo porque tú no tienes ni puta idea de lo que está pasado. Te cuento, tus neuronas están funcionando como 100 veces más rápido de lo normal, el consumo de glucosa, es 100 veces mayor. Tu cerebro demanda azúcar, pero, a su vez, tus músculos, en tensión, palpitando, están demandando 100 veces más glucosa y, lo que es peor si cabe, 100 veces más de oxígeno. Que tú sólo puedes proporcionar a muy corto plazo. Tu cerebro, desesperado y por instinto, empezará a buscar oxígeno y azúcar de cualquier rincón de tu cuerpo. Cuando no encuentre nada, te lo quitará de las uñas, que se pondrán azules por la carencia de oxígeno, no puedes vivir si yo no lo quiero.
Entonces dejas de acariciarle la cabeza y le tiras del pelo con violencia.
- Estarás así hasta que se consuma todo tu azúcar o todo tu oxígeno, hasta que ya no quede nada en ti. Te consumirás como una supernova, sólo yo puedo salvarte, ¿entiendes? Estad a mí merced y no puedes despertar si yo no te lo ordeno.
Cuando acabas de hablar, Caraballo se pone de pie ante tu sorpresa. Ha salido, inexplicablemente, del salto al precipicio. No sabes reaccionar y escuchas que te dice: “aprieta los dientes” justo antes de descargarte un puñetazo con la fuerza de un Renault Fuego con el motor trucado que le hace caer al suelo inconsciente.
- Luna Valdivieso, ahora –
Despiertas estando desorientada y presa en un espacio muy pequeño. Oyes algo y ves que una puerta se abre. Aparece la figura de tu raptor, que reconoces inmediatamente.- ¡TÚ! – le gritas, y supones inmediatamente que él es el asesino de Reyes y Lagos.
David Lebón
Hace 7 horas
6 comentarios:
Si es que ya decía yo que el ajedrez es un deporte muy peligroso ;o) .
¡Al fin el capítulo IX !. Lo peor detodo esto es, ¿Y ahora? ¿dónde está el X? aghhhhhhh el reconcome no me deja dormir :o) .
¿Sabrá Luna lo que está ocurriendo realmente? ¿Será el brazalete de Fede un brazalete? ¿hasta que punto se puede aplicar un "salto al vacío" en una sesíon de grupo?
¡¡Por fin mi primer comment en tu blog!! y ahora no tengo nada inteligente que decir, creo que paso demasiado tiempo contigo.
Ya te he contado practicamente todas mis teorias... que se deshacen siempre como un castillo de naipes :D
Bueno, acaba el capitulo XX y ya seguire comentando.
PD: Ya no solo recomiendo tu blog a todo el mundo, si no que he convertido los "Regalos de la muerte" en internacional (me deje las hojas en el hotel de Alemania)
Te voy a tener que nombrar mi representante en Alemania, :p
El capítulo XX ya está a punto de salir del horno y sí puedo adelantarte el título: "Enemigos naturales".
Es un capítulo largo en el que conocermos un poquito más el pasado y la interrelación de algunos de los personajes.
si.. nombra a digi tu representante.. que lo hace muy bien. Bueno, tan bien como tu escribiendo... espero no ser repetitiva pero... ¿cuando más? jaja
SPOILER DEL FINAL: Cuando se descubre al asesino, el delito hace veinte años que prescribio jijiji
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