viernes, mayo 28, 2010

Con mis propias manos

- ¿Por qué hace eso? – Me pregunta al verme presionar compulsivamente mi muñequito de gota de sangre antiestrés.
- Me ayuda – Le respondo después de hacer una pequeña pausa.
- ¿A qué te ayuda?
- A tranquilizarme – le contesto volviendo de nuevo a apretar el antiestrés – Aunque tú me pones nervioso.
- Puedo irme, si quieres.
- No, por favor, este puto muñeco me tranquiliza pero no me hace compañía. –Le suplico, casi temblando.
- ¿Tienes algún secreto que contarme, Samu? ¿Algo que te preocupe?
- Je, sabes de sobra que sí. Siempre vengo a verte cada vez que me pongo así.
- Está bien. Háblame sobre ello.
- No sé si quiero.
- Cuéntame, Samu. Tú también sabes de sobra que estoy aquí para ayudarte. Cuéntame tus traumas, te escucho.
- Je, pareces hasta psiquiatra.
- ¡JA! Esa es buena, Samu. Te voy a tener que dar un punto por buen humor. Y otro punto si me cuentas qué te pasa.
- Tengo ganas de volver a hacerlo.
- ¿Y has venido a verme para que te quite las ganas?
- Sí… bueno, no. Es una necesidad que tengo. Tal vez he venido a verte para que consigas que el tiempo que pasa entre una y otra sea mayor.
- No puedes hacer lo que haces, Samu.
- Lo sé. Pero tengo que hacerlo.
- Tengo la solución.
- ¿Ah, sí, y cuál es, genio?
- Suicídate.
- ¿Sabes? Lo he pensado, pero no me sacia. Dame una solución válida y satisfactoria.
- Je, podría, pero no quiero parecer un psiquiatra.
- ¡JA! Mamón, me la has devuelto.
- Vale, tengo la solución válida y satisfactoria.
- Sorpréndeme.
- Lo que debes hacer es…. ¡MATA, MATA, MATA, MATA!

Escucho en mi cabeza el repicar de la palabra, que se apodera de mí, mientras aprieto con fuerza bruta lo que parecía un muñeco de gota de sangre antiestrés pero que era el cuello de mi última víctima hasta dejarla sin vida asfixiada con mis propias manos.

- ¡MATA, MATa, MAta, Mata, mata…! - La palabra se va difuminando en mi enferma cabeza, y escucho una última frase de esa voz con la que llevo “charlando” un rato.
- Bien hecho, Samu. El tiempo que transcurre entre una víctima y otra es cada vez menor.

Entonces pienso de nuevo en suicidarme, pero no lo hago porque no me sacia, sino que busco a la siguiente víctima.

No hay comentarios: