Me dijeron que había perdido la magia, que la punta de su lápiz se había roto dibujando en un folio en blanco que se le hacía eterno. Me dijeron que su genialidad se había perdido entre tantos trazos de héroes y villanos que lleva dibujados. Oí que estaba acabado, que había perdido la frescura y el talento se había jubilado de tanto usarse. Leí que que dibujaba cabezas como melones o como bolas de billar. Me contaron que está de capa caída, que su mano ya no porta la maestría diestra de su padre, me contaron que su velocidad vertiginosa dibujando se había esfumado, que habían condenado a cadena perpetua su inspiración. Me convencieron de que sus trazos en este cómic eran descuidados, que eran caminos hasta su perdición, que sus dibujos en Kick-ass eran breves paisajes de lo que una vez había sido. Quizá se ha hecho viejo y cansado, quizá haya vendido su alma a Mefisto a cambio de algo. Me dijeron todo esto y lo peor es que me lo creí. Así que cogí con miedo el cómic Kick-ass, con miedo de ver caído un mito. Ver caído un apellido tan íntimamente relacionado con mis cómics. Tenía miedo porque podía empezar la decadencia inevitable del genio, del mejor.
Así que, con mis miedos, abro el cómic y lo leo. Y viendo el splash page (ver imagen de arriba) del protagonista del cómic sentado en la cama y derrotado me doy cuenta de que todo lo que me habían dicho, contado no era cierto. Todo lo que había oído y leído al respecto de John Romita no era cierto. Esa imagen, sólo esa imagen, te transmite y te hace un resumen de todo el cómic. Sin textos ni guión. La genialidad de Romita sigue intacta en cada página, su trazo poderoso te atraviesa y te perfila. Te hace sentir. Te hace creer. Quizá las cabezas no sean su fuerte y las dibuje como si fueran melones o bolas de billar, pero eso es porque John Romita dibuja a gente que tiene cabeza de melón o cabeza de bola de billar. Simplemente por eso. Su lápiz sigue siendo una varita mágica de donde aparecen los dibujos que quedan plasmados en el cómic.
Y para rematar, al final del cómic, hay unos bocetos de su dibuja a lápiz sin adonar con tinta ni color. Compáralos con los bocetos de cualquier otro autor que dibuje con la periodicidad de Romita y entonces dime que ha perdido la magia.
Romita es el mejor.
En cuanto al cómic, genial: original, trepidante y la lectura de sus más de 200 páginas en un pispás.
1 comentario:
Estoy contigo en que hay dibujos que hacen estremecer. Alguien que transmite algo así, debe sin duda ser un genio.
Te envío todos los besos dibujados por Romita..
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