martes, agosto 19, 2008

Spiderman, Tomo 21 Panini




Las palabras que dijo la bruja escarlata volvieron a mi cabeza y provocaron un eco estridente que aún perdura en el vacío inmenso que hay en mi testa. Bueno, 2 de esas 3 palabras, que la última venía cambiada: No más Spiderman. No diré, puedo garantizártelo, ni una sola vez en esta ¿reseña? que el cómic no es gracioso. No diré ni una vez que el cómic no es divertido o que no te ríes con él. No lo diré porque, leyéndolo con total abstracción, es la monda y Dan Slott está en plena forma. Pero aún así, aún sin decir nada malo sobre el cómic, sí voy a decir que en algún momento de la lectura me estaba planteando muy seriamente dejar de leer. Me pregunté un par de veces qué coño estaba leyendo, qué coño estaba pasando. Durante la lectura me apareció un par de veces el spidey fantasma pre-UDM, ¿sabes de lo que te hablo, no? Sí, por momentos pensaba que nada había pasado y que spidey seguía tal y como estaba antes, como ocurre cuando se te acaba de romper el reloj y dejas de llevarlo, que por unos días estás constantemente mirándote la muñeca desnuda para ver qué hora es, cuando descubres que allí no está tu reloj sino que, como mucho, hay una marcha blanca con forma de tu reloj en tu piel bronceada, te maldices, ¡claro que te maldices!
Me sentí así leyendo spidey, como si mirara un reloj que no existe o como si sintiera una parte de mi cuerpo que ya no existe. Maldigo, ¡claro que maldigo!
Maldigo porque tengo que tachar algunas reseñas que hice, como la civil war 2 o la muerte de Harry Osborn. Maldigo porque me han contado mentiras dentro de las mentiras (es mentira todo lo relacionado con Spiderman, claro está, pero esas mentiras que he decidido creerme, ahora son mentira). Maldigo con los lanzarredes orgánicos en las muñecas en las que solo tengo una marca de sol de un reloj, con los papeles de boda de Peter y MJ en una mano y el certificado de defunción de Harry en la otra. Maldigo con la fuerza de un universo ficticio, maldigo con el guión de Straczynski a mis espaldas y el dibujo de Romita Jr. en mi retina. Maldigo con mis manos perdidas pasando las páginas de Un Nuevo Día. Maldigo con las yemas de mis dedos manchadas con la tinta de las páginas de un cómic que se desangra. Maldigo a gritos con tipografía comic sans tamaño 50 en color rojo y trazo negro y saliéndose por todos lados del bocadillo. Maldigo con la palabra y con el silencio, con los gestos y con las carantoñas.
No más Spiderman, o casi no más Spiderman, que yo aún no me he bajado del carro, como tú, Quesada, que no te bajas de tu trono, ni te apeas de tu burro.
No más Spiderman, grito, mientras te maldigo, Quesada.

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