Y con esta reseña espero dar por cerrado mi ciclo de reseña-protesta en la que muy poco o nada he contado sobre el cómic, simplemete me he despachado a gusto. Aunque bueno, quizá siempre lo haga así.
Tienes su máscara, pero no su marca, ni su huella. Tienes sus sentidos y sus instintos, pero no tienes su tacto. Tienes su cara, pero no su cruz, ni sus cruces. Tienes su fuerza, pero no su aliento, ni su rabia. Tienes su luz pero no sus sombras, ni sus penumbras, ni su parte oscura. Tienes su fuego, pero no su hielo. Tienes su traje, pero no tienes su alma, ni tienes sus adentros. Tienes su nombre pero no su identidad. Tienes su voz pero no sus silencios. Tienes sus trucos pero no su magia. Tienes su velocidad pero no su aplomo. Tienes sus puños pero no su pegada. Tienes su mundo pero no tienes casi ninguno de sus puntos de apoyo. Tienes su azúcar pero no su sal. Tienes sus golpes pero no su swing. Tienes su mente pero no tienes su anhelo. Tienes sus colores pero no sus pasiones. Tienes su calma pero no su tempestad. Tienes su sol pero no su luna. Tienes su apellido pero no su símbolo, no tienes lo que representa. Tienes su mar pero no tienes sus ríos que lo vertebran. Tienes su todo, pero no sus todos. Tienes su nada, pero no su nadie. Tienes su voz pero no tienes su palabra. Tienes su tronco, pero no su madera, ni su raíz. Tienes su paz pero no sus guerras. Tienes sus pies pero no su pisada. Tienes su imagen pero no su reflejo. Tienes su altura, pero no tienes su base. Tienes sus ojos pero no su fe, ni su esperanza, ni siquiera tienes su deseo.
Lo tienes todo, pero no eres nada. No eres nadie.
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