La vida de un hombre la rigen, principalmente, tres factores importantes:
el tiempo, que a todos nos obsesiona y que nos resulta contradictorio pues todo lo cura y todo lo mata, del que somos esclavos y siempre estamos hasta el cuello en las arenas movedizas del reloj, porque nunca hay suficiente tiempo.
el dinero, tanto tienes tanto vales, ese poderoso cabellero que nos diferencia a unos de otros, que nos corrompe y nos hace perversos, del que somos esclavos porque nunca tenemos suficiente dinero.
y la suerte, esa dama de hierro que te quita y que te da, que te traiciona y que se alía contigo. La suerte es el arma de doble filo más cortante y más oxidada, que a veces está en tus manos y otras en las del vecino que sonríe. La suerte, a veces, es la ventaja del débil y la excusa del poderoso. La suerte a veces te da la espalda y a veces te abraza intensamente y se convierte en tu mejor amante.
Un hombre sin tiempo ni dinero ni suerte es un hombre sin esperanza. Y, ya lo dijo el genio y no yo, un hombre sin esperanza es un hombre sin miedo.
Cuando uno está perdido en una isla no importan ni el dinero ni el tiempo y sólo queda agarrarte a la suerte, jugar a las cartas con ella y apostar un dinero y un tiempo que no importa, porque la suerte es lo único que puede hacer que te sientas vivo.
Cuando uno recibe un golpe de buena suerte tremendo ganando la lotería o siendo miembro de un grupo de música superventas y a continuación recibes los golpes martilleantes de la mala suerte te vienes abajo. Uno se deprime. Y más en una isla donde no importan ni el dinero ni el tiempo.
A Hurley y Charlie, machacados por los golpes aplastantes de la mala suerte, sólo les queda enfrentarse a ella. Apostar todo su tiempo y su dinero, que ya no importan, a una carta. Sólo buscan una pequeña victoria a riesgo de su vida.
Absolutamente brillante la imagen de Hurley después de haber conseguido ganar por mano a la suerte. Me refiero a la escena en la que sale él solo en la furgoneta. Un primer plano espectacular, en el que el actor transmite a la perfección lo que todos hemos pasado alguna vez... lo bien que sienta una pequeña victoria, por pequeña que sea, después de una larga mala racha. Joder. Me hizo sentir en sintonía con él.
Sólo me faltó gritarle: te lo mereces, chaval, disfruta de tu pequeña victoria.
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