Me he ciberencontrado con este antiguo relato que escribí para un juego de un foro y no había publicado por aquí. Ahí va...
El antídoto
Cogí el último metro de la línea 10 en dirección sur. Para Alcorcón aún faltaban muchas paradas pero como un martes a estas horas apenas nadie cogía el metro el tren iba bastante rápido.
Venía de Madrid, del médico privado que tengo en Príncipe de Vergara. Según el doctor me había contagiado de ese virus tan extraño que se ha propagado tan rápidamente por todo el mundo. Me dijo que me acababa de contagiar y que pasarían al menos dos días antes de que cayese enfermo y muriese. Para salvarme me recetó un antídoto, que curiosamente no era otra cosa que un jarabe para la tos modificado genéticamente. Me dijo que este extraño jarabe conseguiría curarme del virus pero que tenía un extrañísimo efecto secundario: todo lo que hablase en aproximadamente las dos semanas siguientes a tomármelo serían frases de películas que haya visto y el personaje que las dice. Preferí esperar a tomármelo, aún tenía 2 días antes de caer enfermo y morir.
En la parada de Casa de Campo entró una chica, con la que había coincidido en la consulta del doctor... ¿Se habrá tomado ya el antídoto? Humm...
- Volvemos a encontrarnos, Señor Anderson, Neo - me dijo al verme en lugar del archiusado hola, ¿qué tal?
- Vaya, veo que ya te has tomado el antídoto.
- Elemental, querido Watson, Sherlock Holmes - me contestó arrancándome una sonrisa.
De repente llegó el revisor del metro con un terminal portátil para comprobar que habíamos validado correctamente nuestro billete y que no nos habíamos colado.
- ¡Enséñame la pastaaaaaaa!, Jerry Maguire - nos ordenó con voz autoritaria suponiendo que nos pedía los billetes
- El pueblo no debería temer al gobierno, el gobierno debería temer al pueblo, V - le respondió ella con rostro rebelde
- Puedo ser un cabrón, pero no soy un puto cabrón, Seth Gecko - le contestó el revisor haciéndole ver a la chica que no le insistiría mucho y que pasaría si ella no le quisiera dar el billete
- Si quieres sobrevivir a una guerra, conviértete en guerra, Rambo - dijo ella ganando la batalla dialéctica.
Viendo que la cosa se ponía interesante decidí tomarme el antídoto para participar en la conversación. Saqué la botella marrón con el jarabe de mi bolsilo y le di un par de sorbos.
- Si no dejan a nadie con vida, ¿quién demonios cuenta estas historias?, Jack Sparrow - Intervine en la conversación.
Los dos me miraron perplejos.
- Aún no habéis comprendido a qué os enfrentáis. Un perfecto organismo. Su perfección estructural sólo está igualada por su hostilidad. Yo admiro su pureza, es un superviviente al que no afecta la conciencia, los remordimientos ni las fantasías de moralidad... No tenéis ninguna posibilidad, pero... contáis con mi simpatía, Ash - me contestó ella, quizá coqueteando un poco conmigo.
- Los que podáis caminar podéis iros, pero dejad vuestros miembros cercenados, ahora son míos, Mamba negra - me dijo el revisor contestándome con agresividad.
- El mundo se divide en dos, Tuco: los que encañonan y los que cavan. El revólver lo tengo yo, así que ya puedes coger la pala, El Bueno - Le dije más agresivo aún, haciendo que se cagase en los pantalones.
- ¿Abogado?... ¡¡abogadooo!!, ¿estas ahí? ¡¡abogadoo!! Sal ratita quiero verte la colita!", Max Cady - dijo atemorizado el inspector llamando a seguridad.
Hummm... ¿Una frase de "El cabo del miedo"? Tengo la frase perfecta de la misma película para hacerlo huir.
- Soy como Dios y Dios es como yo, soy tan grande como Dios, él es del mismo tamaño que yo, no esta por encima de mí ni yo estoy por debajo de él..., Max Cady - dije contundente para acabar con él.
El inspector viendo que no llegaba el de seguridad huyó por patas.
La chica cayó rendida a mis pies, le arranqué la ropa y le hice el amor.
- ¡Oh, Yeah!, Jenna Jameson - gritó la chica.
Rafa Pons
Hace 21 horas
5 comentarios:
He cruzado océanos de tiempo para encontrarte, Drácula...
Joder! (Perdón por la entrada). Acabo de descubrir tu blog, tras la recomendación de Rodolfo Serrano. Me gusta mucho lo que escribes, te voy siguiendo.
flux, veo que tú también te has tomado el antídoto... ¡Y me encanta la frase que has elegido! La usaré en la seguna parte de este extraño relato :)
Mar, muchas gracias por visitar el blog. Y qué grande el capitán Serrano por hacerte llegar hasta aquí :)
No me llames "jefe", no soy tu jefe, así que deja de llamarme así. Frankie Dunn
A sus órdenes, jefe Sento, lo que usted diga, jefe :p
Publicar un comentario