Se sienta en el suelo, triste, y se apoya contra una pared fría y  bajo la presión de una espada invisible. Se tapa la cabeza y parte de su  cara con su gorro de lana, tal vez por el frío tal vez porque se siente  un poco más seguro escondiéndose en su nada, regodeándose en su  burbuja.
-   Lo he vuelto a hacer, lo he vuelto a hacer… - repite El Chapas entredientes a una calle desolada.
-   ¿Tan  tremendo es lo que has vuelto a hacer? – Le dice una cara amable que  surge de la nada de la calle desolada. Se saca un Marlboro y se lo  ofrece a El Chapas que lo acepta con la mano temblorosa. La cara amable toma otro y se lo enciende.
-   Gra.. gracias por el piti, tío. Toma asiento – dice El Chapas  con la voz más temblorosa que la de sus manos y señalando al suelo.  Bueno – continúa – para mí es grave, y me siento como cayendo en un pozo  oscuro sin fondo ni luz al final del túnel.
-   En mi tierra se  suele decir que lo más grave de una caída es la gravedad – dice cara  amable expulsando una buena bocanada de humo.
-   Vaya, gracias,  señor paracaídas, porque apareces así como de la nada, como caído del  cielo. Tu tierra debe ser cuna de filósofos. – Replica El Chapas un poco perturbado por el tipo paracaídas este que se le ha sentado… ¡no habrá suelo en las calles! – piensas -
-   En cierto sentido, sí. – Contesta el señor paracaídas mostrando un sucedáneo de sonrisa que le hace la cara aún más amable.
-   Je,  ya veo, perdón por la tontería, paraca, ¿en cierto sentido eres mi  paracaídas o en cierto sentido tu tierra es de filósofos? Y, por cierto,  ¿de dónde eres? – responde El Chapas destensando un poco su rostro y contagiándose un poco de la sonrisa del señor paracaídas.
-   Ambas. Y soy de…¡Nunca Jamás! – Exclama el señor paracaídas endulzando el rostro.
-   ¡Oh, vaya! ¿Y eres Campanilla o Peter Pan? – pregunta intrigado el cada vez más jocoso Chapas.
-   Soy… ¡Pedro Bread! Y vengo a enseñarte a volar – le contesta dicharachero el señor paracaídas.
-   ¡JA! Ya veo, ya, y eres un pedazo de pan – contesta sonriente El Chapas. Gracias, Pedro, o como coño te llames. Me has animado, realmente eres mi paracaídas, tío.
-   Te lo dije, vengo a enseñarte a volar – le dice Pedro mientras le pasa unos gramos de coca a El Chapas.
-   No, tío… no quiero esta mierda. – Le dice apagándose de nuevo, cayendo de nuevo.
-   Hey,  quédatela, si la quieres tómala, si no tírala, tú decides – dice Pedro  apurando la colilla. Tú decides, tío, tienes que aprender a volar –  continúa mientras se levanta y se pira. Tú decides - grita de lejos  mientras se aleja.
El Chapas se termina la coca ese mismo día y a la mañana siguiente vuelve a la misma calle… 
Se  sienta en el suelo, triste, y se apoya contra una pared fría y bajo la  presión de una espada invisible. Se tapa la cabeza y parte de su cara  con su gorro de lana, tal vez por el frío tal vez porque se siente un  poco más seguro escondiéndose en su nada, regodeándose en su burbuja.
Lo he vuelto a hacer, lo he vuelto a hacer… - repite.
Fito & Fitipaldis
Hace 5 horas
 
1 comentario:
Joder, salva. Qué maravilla.
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