lunes, noviembre 16, 2009

Amazing Spiderman 600




Cada día estoy más seguro de que la vida, nuestra vida, la rigen sólo dos parámetros: los pequeños detalles y las grandes portadas.

Cada día estoy más seguro de que en esta vida no existen buenas o malas formas de hacer las cosas, existen sólo buenos o malos momentos de hacerlas.

Caminaba por esa isla maravillosa llamada Manhattan, con mi chica de la mano (el monumento más bonito que vi en Nueva York fue ella), impresionado por Times Square y mirando a todos lados, a todos las pantallas luminosas y los efectos de neón. Hacía como el que miraba los edificios pero realmente miraba entre ellos intentado encontrar al one-more-dayzado Spiderman. Y lo vi... pero no paseando en red, sino casi a ras de suelo, el plena séptima avenida, en una tienda de cómics llamada Midtown Cómics. Entré en ella, claro, y me compré una camiseta arácnida que otro día te enseñaré.

Subí las escaleras un tanto empinadas y entré en el templo... vi cientos de cómics como nunca había visto, y de repente vi el Amazing Spiderman 599. Saboreé mi alterado corazón, que me latía en la garganta, excitado ante la posibilidad de encontrar el 600 justo en mi visita a Nueva York. Y allí estaba, esperándome, reposando en dos baldas de una estantería, lanzándome una tela de araña para que lo cogiera, para mancharme con su tinta negra arácnida las yemas de mis dedos.

Lo cogí y lo compré y me puse a leerlo. No entendía algunas cosas, porque voy leyendo por la edición española, pero daba igual, me limitaba a saborear, como si de mi corazón alterado se tratase, los pequeños detalles y la gran portada. Está claro que no es una buena forma de leerlo porque leo la edición española, pero sí un buen momento para hacerlo. El mejor momento, rodeado de los edificios por los que galopa Spiderman y a escasos metros del maldito puente de Brooklyn y con mi chica al lado, cámara de fotos en mano, para inmortalizar este momento. Porque en esta vida, cada día estoy más seguro, no hay buenas ni malas formas de hacer las cosas. Hay buenos y malos momentos.

La vida la rigen los pequeños detalles, es algo que cada día en lo que creo más. Como debe pensar Slott, que cuenta para este 600 una historia plagada de pequeños detalles, de finos recovecos para sumergirte en la vasta historia arácnida. Algo que debe creer también Romita Jr. que plaga de pequeños detalles un cómic que sólo podía hacer alguien apedillado Romita. Por la calidad del dibujo y por lo romántico. Por lo estilizado. Porque Spiderman es como el hermano mayor de Romita. Por Daredevil, que es como el hermano pequeño. Y, sobre todo, por esa última página (que no hay spoiler suficientes que pudieran taparla en este blog) que abre la puerta a muchas más páginas, abre las puertas a ríos de tinta arácnida que mancharán mis yemas. Sobre todo por esa última página que sólo podía dibujar alguien apedillado Romita.

La vida la rigen las grandes portadas, no me refiero exclusivamente a las de cómics, sino a las mediáticas en general. Y este número 600, ah, tiene dos grandes portadas: una de Romita Jr. y otra de Alex Ross. El día que estuve en la tienda, sólo tenían la de Romita Jr. y fue la que me compré, claro.

Pero tiene una tercera portada. Una maravillosa tercera portada dibujada por el maestro Romita Sr. con la que demuestra que todavía tiene magia, que aún guarda algunos trucos en su lápiz. Al verla, no exagero, se me puso la piel de gallina quitándome el corazón de la garganta. Fíjate en la portada, la he puesto abajo, ¿no sientes lo mismo? ¡Es Harry, el que yo recuerdo! ¡Es Norman! Oh, Dios, es Mary Jane...

John Romita Sr. ha conseguido que quiera volver a Nueva York sólo para comprar en Midtown comics el número 600 con su portada.


viernes, noviembre 13, 2009

Entrevista con Manuel Cuesta





Manuel Cuesta vino a la entrevista de Peter Parker, con velocidad y agilidad arácnidas y regalos... Tuvo el detalle de regalarme una bandolera de la vida secreta de Peter Parker y sus dos primeros trabajos.

Fue una suerte compartir con él unas cervezas y esta maravillosa entrevista en la que Manuel Cuesta nos cuenta un poquito más de su vida secreta de Peter Parker.


Manuel Cuesta

"La música es lo que me saca de mi tristeza y de mi soledad"


Salva: Buenas tardes, Manuel, muchas gracias por estar aquí y acompañarnos con estas cervezas y estas palabras.

Manuel: Muchas gracias a ti por invitarme.

Salva: He escuchado tu último disco, un disco musicalmente muy bueno y que llama la atención el título: “La vida secreta de Peter Parker”. Peter Parker es un ídolo de la adolescencia de mucha gente. ¿Qué nos cuentas con este disco? ¿Qué nos quieres decir con Peter Parker?

Manuel: Lo que quiero decir básicamente es que hoy en día hay mucha gente que lleva muchas dobles vidas y, en primer lugar, a lo que hace referencia es a lo que estos días cuesta tanto trabajo compaginar una vida laboral, una vida de padre, una vida de obligaciones laborales con la vida de música y me recordaba mucho a mis referencias del cómic, a la vida de Peter Parker, el que tenía que compaginar la vida de estudiante, atolondrado, de tener problemas económicos, de trabajar en el Daily Bugle con la de superhéroe nada más y nada menos. Y a eso es a lo que hace referencia. Yo no soy un superhéroe ni mucho menos, pero…

Salva: Discrepo (risas)

Manuel: (risas) … pero sí que es verdad que es complicado y difícil llevar vidas tan distintas en estos tiempos que corren.

Salva: ¿Cómo descubres la música, cómo llegan a tu vida las notas musicales?

Manuel: Esto lo digo siempre, la música llega por mis padres y los dos, afortunadamente, siempre han sido grandes amantes de la música. Y las referencias musicales primeras han salido de los viejos discos que ellos han comprado desde que yo era muy niño: discos de Serrat, Joaquín Sabina, de Jack Brel, de Leonard Cohen, de Joan Baez, de Pablo Milanés… Ya de adolescente me fui interesando por la música con la que sentía identificado: Antonio Vega, Los Secretos, Duncan Dhu, Revólver… Pero sobre todo mis profesores de solfeo, con los que aprendí a tocar la guitarra, fueron los Beatles. Recuerdo que al poco de tener mi guitarra un amigo me regaló muchas fotocopias de canciones de los Beatles y la primera canción que aprendí a tocar fue: “All I've got to do” que era el segundo corte del disco: “With the Beatles” y que aún me sigue pareciendo una balada maravillosa del chico que está deseando escuchar la voz de su chica, de llamarla por teléfono… la temática no puede ser más inocente pero me parece una canción preciosa.

Salva: ¿La guitarra es tu instrumento musical fetiche?

Manuel: Sí, porque además es el único instrumento que más o menos domino para tocar en directo en un concierto.

Salva: Discrepo de nuevo, porque a mí me emocionaste tocando la armónica. Estuviste impresionante.

Manuel: Lo que ocurre es que la armónica es un instrumento que tardé menos en aprender a tocar y que lo pasé mejor aprendiendo a tocar la armónica que la guitarra, ya que con la guitarra se sufre bastante, sobre todo al principio.

Salva: Hablábamos antes de qué quieres decir con Peter Parker, pero, ¿qué te callas con Peter Parker?

Manuel: Me callo muchas canciones de amor y este disco, probablemente, sea el que menos canciones de amor tenga. Un precio a pagar por hablar lo de lo que hablo en este disco. Yo quería hablar sobre todo de que en estos tiempos en los que vivimos en el que hay pocos héroes reales. Tuvimos muchas figuras y héroes en el siglo XX, políticos y gente que significó mucho para las ideas como Malcom X o el Ché Guevara, pero en este siglo no teníamos héroes y quise hablar y rememorar los héroes de mi infancia y contarlo: desde Batman, Spiderman hasta la Historia Interminable.

Salva: Nos hablas de los héroes, ¿pero crees que hay parte de villano en tu disco?

Manuel: Puede ser, porque los villanos también dan mucho para hablar.

Salva: ¿Cuál consideras el villano por excelencia de Spiderman y Peter Parker?

Manuel: El que más daño ha podido hacerle a Peter Parker, para mí, ha sido el Duende Verde, Norman Osborn.

Salva: ¿Qué hay de Norman Osborn en tu disco?

Manuel: Quizá la parte que menos se parece a mí, porque en este disco hay canciones en las que yo soy menos yo y en otras con las que me siento identificado. En cualquier caso no hay ningún tipo de maldad en el disco, se habla hasta bien de los villanos. Creo que los villanos son el otro lado del espejo como se decía en Alicia en el País de las Maravillas.

Salva: ¿No hay cierta maldad en Chelsea Hotel?

Manuel: Pues sí la hay, sí, ahora que lo dices. Quizá Jennis Joplin es la villana de la historia y Leonard Cohen de la canción porque esas cosas, como le dijo su madre una vez, un caballero no debe de contarlas y menos en una canción. El desvelar ese secreto de alcoba al público lo convierte en villano. Lo que hablamos de los villanos me recuerda mucho a la película: “El protegido”, me recuerda mucho a que el héroe y el Némesis se buscan para entenderse, al cabo, el uno al otro. Es decir, si uno es tan malo o la naturaleza se ha portado tan mal con él creo que habrá siempre un contrario en alguna parte al que le haya pasado lo opuesto, al que la naturaleza le haya dado los dones positivos, los poderes y la capacidad de vencer. Sabes que soy un enganchado a las series de televisión norteamericanas y creo que un personaje que crea un debate moral enorme es Dexter, que está basado en una novela de Jeff Lindsay que se llama El Oscuro Pasajero. Cuando se lleva dos o tres temporadas de esta serie, ya no odias a Dexter. Al principio ves que es un tipo que se toma la justicia por su mano, que es un psicópata que se dedica a matar según un criterio de selección porque tuvo en su infancia su padre le enseñó a seguir un código moral y de conducta. De no ser por él, quizá no hubiese enfocado esa maldad hacia asesinos sino hacia inocentes. Al final el personaje nos termina atrapando y terminamos entendiéndolo y poniéndolos en su piel y no queremos que a Dexter lo atrape la policía, porque además es un tipo ejemplar, que trabaja muy bien, que adora a su mujer, es un padre de familia ejemplar… Creo que también hay mucho de Dexter en este disco porque Dexter tiene una vida secreta de Peter Parker. Y a Dexter le encantaría desvelar esa vida secreta aunque vive en completa soledad.

Salva: Me hablabas antes de cómo descubriste la música, pero me gustaría que me hablases que cuándo la música te descubrió a ti, ¿en qué momento pensaste que Manuel Cuesta es un cantautor, es alguien en la música?

Manuel: Nunca me he creído alguien en la música, pero sí recuerdo el día, el local, el momento, en el que sublimé la idea y el concepto de ser cantautor o solista y dejar las bandas que tenía en aquel momento precisamente por el problema de juntarte con otros músicos y formar un grupo en el que hacer versiones o canciones juntos. Así que cuando me encontré con un repertorio más o menos decente y presentable de canciones, las presenté en un local del centro de Sevilla que se llama Café Clichy y creo que fueron 12 ó 14 canciones de un concierto maravilloso. Uno de mis mejores amigos fue el que me animó a que lo hiciera. Ese fue el momento en el que la música me descubrió a mí como cantautor y a partir de ahí vino mi temporada en la Carbonería, mi comienzo como una nueva etapa como autor.

Salva: ¿Qué compones primero, la letra de tus canciones o la trama de tu vida?

Manuel: Creo que para componer lo que hago primero es vivir y experimentar, porque si no, no tengo nada que contar. Y experimentar no es sólo salir, conocer a gente, vivir experiencias… necesito ver películas, leer, hablar con gente, escuchar… Y de todo ese compendio siempre saco alguna idea de la que quizá después escribo la letra o la música me inspira a escribir una historia de las que he vivido.

Salva: Cuando escribes una canción, ¿te fluye como un relámpago?

Manuel: Sí, la mayoría salen como un relámpago basándome en una experiencia previa. Casi todas muy desgarradoras, muy basadas en las malas experiencias, en el desamor… esas salen todas como si fuesen una cascada o una explosión.

Salva: ¿El mejor estado de un compositor para componer es el desamor?

Manuel: El estado de gracia de un compositor es no ser feliz. No sé si tremendamente triste, pero desde luego siendo feliz uno no consigue trascender como compositor. Las canciones que más nos gustan casi nunca son canciones felices. Decía Elliot Smith que debe de haber algo de tristeza en las canciones si queremos que la verdad, la belleza y la felicidad que reside en ellas de verdad importe.

Salva: ¿Qué tipo de música escucha un músico como tú?

Manuel: Me da por rachas, lo que más escucho últimamente sobre todo es a Damien Rice, a Glen Hansard, al grupo The Frames, a Quique González. Especialmente estoy metido con un disco de The Frames que se llama el Baile del diablo y que me tiene loco.

Salva: Una pregunta muy importante, ya que tú eres Peter Parker, ¿con quién te quedas con Mary Jane o con Gwen Stacy?

Manuel: Me quedo siempre con Mary Jane.

Salva: ¿Por qué?

Manuel: Porque me encantaría que una mujer, al menos una vez, saliese de su alma y del fondo de su corazón llamarme Tigre.

Salva: Gwen nunca llamó Tigre a Peter Parker. Y MJ el día que lo conoció.

Manuel: Es que a los héroes, dependiendo de quién los llame los llama de una forma y dejando de lado un momento a Peter Parker y poniendo como ejemplo a James Bond. Los enemigos de James Bond siempre lo llaman señor Bond. En nuestro trabajo la gente siempre nos llama de una manera. James Bond va a su trabajo y lo llaman 007 pero cuando está en la cama con una piba, siempre lo llaman James. Entonces, Gwen llamaba a Peter Parker, Peter, Pete… pero MJ era la única y la primera que le decía Tigre.

Salva: ¿La música es tu pregunta o tu respuesta?

Manuel: La música es mi terapia, quizá tiene más que ver con las preguntas, pero algunas veces también me da muchas respuestas. La música es lo que me saca de mi tristeza y de mi soledad.

Salva: ¿Es la música una buena amante además de una buena terapeuta?

Manuel: Sí, aunque la música algunas veces es una hija de puta, una despechada, una traicionera, una infiel… La música me ha dado, igual que algunas amantes, noches de lujuria y también noches de completa soledad. De hecho hay conciertos en los que te puedes ver, guitarra en mano, rodeado de gente y noches en las que tocas para 2 ó 3. Pero, como dice Luis Quintana, que siempre para ser un buen músico hay que tocar con la misma intensidad para 6 que para 600.

Salva: Aunque ya está casi contestada, ¿Beatles o Rolling?

Manuel: Nunca me he sentido identificado con los Rolling, ni con Mick Jagger, ni con Kit Richards ni con su filosofía. Me parece que la verdadera revolución en el mundo de la música la hicieron los Beatles y evidentemente no hay ninguna banda que no haya tenido un líder tan carismático como John Lennon. Eso son palabras mayores. A mí me dices Mick Jagger y no me infunde ninguna filosofía aparte de la creatividad, el espectáculo que dan en directo. No tengo nada en contra ni de los Rolling Stone ni de sus seguidores a los que respeto muchísimo, pero Lennon y McCartney formaron un tándem genial que no es equiparable a nada.

Salva: La guitarra tiene esa forma sinuosa de cuerpo de mujer, ¿es al tacto también como el cuerpo de una mujer?

Manuel: No, no, por desgracia no. El tacto de una guitarra alivia muchos desamores pero no es comparable. Ya quisiéramos nosotros.

Salva: ¿Qué tipo de literatura lees?

Manuel: Me gusta sobre todo la novela y la poesía.

Salva: ¿Qué autores?

Manuel: Empezando por la poesía, vengo sobre todo de la corriente de Antonio Machado, de Neruda, de Juan Ramón Jiménez, de Salinas, Mario Benedetti… y me sentiría traicionero si no hablase de gente a la que conozco y a la que admiro como el señor Azaústre, Rodolfo Serrano y García Montero, que son grandes poetas.

Salva: ¿Conoces a García Montero?

Manuel: Tuve la suerte de que García Montero me impartiese un curso universitario de verano en El Escorial en el que él era el director. En ese curso estaban su mujer, Almudena Grandes, Felipe Benítez Reyes, Mario Benedetti… En definitiva, una serie de escritores que hablaban de cómo escribir novela y poesía. El fin de fiesta iba a ser Joaquín Sabina, pero en aquel momento el pobrecito pasaba una depresión y no acudió. Pero le pude estrechar la mano a Benedetti y regalarle una de mis maquetas titulada: “De amores y utopías” y que en la portada salía una Mafalda dibujada por mí y yo dibujado como una caricatura de Quino tocándole la guitarra a Mafalda.

Salva: ¿Crees que la literatura tiene música?

Manuel: Creo que se pueden escribir verdades canciones basadas en obras literarias.

Salva: ¿Y al revés?

Manuel: Escribir una novela a partir de una canción lo veo más complicado pero no imposible, aunque me veo más hacedor de lo primero que de lo segundo, de hacer una canción a raíz de una novela o un relato. Desde luego es más común.

Salva: ¿Eres un buen amante del cine?

Manuel: Soy un amante total del cine.

Salva: ¿Y qué cine amas?

Manuel: No me decanto por géneros porque en todos los géneros tengo mis películas fetiche, ya sea drama, westerns, drama o ciencia ficción. Desde el cine clásico al cine actual tengo mis películas favoritas. De hecho, una vez hice mi listado de grandes películas.

Salva: ¿Qué película estaba en primer lugar de esa lista?

Manuel: Casablanca.

Salva: No hago planes con tanta antelación… (risas)

Manuel: (risas) A mí una parte que me gusta de Casablanca es cuando el inspector le dice a Rick que le hable de él y de por qué vino a Casablanca y Rick le dijo que vino por las aguas, el inspector le dice pero si hay no hay mar ni agua ni nada, estamos en el desierto. A lo que dice Rick… es que me informaron mal. O cuando le dice el coronel Nazi, bueno, ya veo que usted se llama Rick Blaine, que vive en Nueva York, que tiene los ojos marrones pero, ¿cuál es su profesión, señor Rick? Y dice él: “Borracho”. Creo que Casablanca tiene los mejores diálogos de la historia del cine.

Salva: ¿Qué sería de la vida sin Casablanca?

Manuel: Creo que la mayoría de las historias de amor se resumen en el final de Casablanca y es que el amor es sacrificio y el mejor gesto de sacrificio que tiene el amor es dejar marchar a una mujer. O el final de Memorias de África, que también estaba en mi lista de 50 mejores películas.

Salva: ¿Qué sería de nosotros sin Regreso al Futuro?

Manuel: Sobre todo de mí, qué sería de mí. Yo vi Regreso al Futuro en el cine. Tuve la suerte de que en la navidad de 1985 mi tío Valentín, que por aquel entonces estaba de noviete de mi tía, nos llevó al cine Emperador de Sevilla, que ya no existe. Eso para en niño es una cosa que marcaría su vida para siempre. Y cuando vi subido en el escenario a Michael J. Fox sentí que yo iba a dedicar a la música, no me cabe la menor duda. Regreso al futuro tenía parte de la maravillosa música de Allan Silvestri, tenía a Huey Louis and The News… aprovecha dos épocas diferentes, la época ochentena del rock y la época de los años 50.

Salva: Hay dos tipos de personas, los que se cogen a Ken y los que se cogen a Ryu, ¿a quién te cogías tú?

Manuel: Me cogía a Ryu pero era por un tema capilar porque me recordaba mucho a Koji Kabuto.

Salva: ¡Planeador abajo! Ryu también era clavado a Seiya.

Manuel: ¡Efectivamente! Realmente creo que Ryu era el Pokemon, la evolución de Seiya y Koji Kabuto.

Salva: ¿Dónde miras cuando cantas en un concierto?

Manuel: Depende de si hay focos o no hay focos. Si hay focos realmente estás cegado la mitad del concierto y no puedes mirar. Aunque eso también ayuda a quitarte la vergüenza y creerte que estás en un limbo.

Salva: ¿Y sin focos?

Manuel: Yo siempre he sido de mirar a mi chica cuando ha venido a los conciertos.

Salva: ¿Recuerdas tu primera canción?

Manuel: Prefiero olvidarla, de hecho la he olvidado. De la que nunca me olvido es de la última que he compuesto.

Salva: ¿Cuál es tu última canción?

Manuel: Se llama: “Amar a contraviento” y la tengo en mi i-pod grabada por mí a piano y voz y tendrá apenas dos meses de composición.

Salva: Hay una canción en tu disco que posiblemente sea la mejor canción, aunque no la que más me gusta, que se llama: “Teoría del Caos” en la que hay una frase que me gusta mucho: “No hay diálogo si no hay cobertura”, ¿crees que la dependencia del móvil nos ha atrofiado las cuerdas vocales y nos ha creado una especie de angustia que antes no teníamos?

Manuel: Totalmente, creo que el móvil ha creado una mala comunicación. Porque ahora mismo tú y yo estamos hablando aquí y si nos suena el teléfono a uno de los dos, por respeto o por educación no lo cogemos, pero nos pueden interrumpir esta conversación maravillosa con estas cañas, cosa que sería impensable cuando teníamos 15 años. Creo que lo que ha hecho realmente es distorsionar la comunicación entre la gente y que nos crea una dependencia muy fuerte. De hecho, cuando te quedas solo es un instrumento al que acudes para llamar a alguien.

Salva: De hecho, hemos quedado para esta entrevista a través del móvil.

Manuel: No rechazo el móvil ni su utilidad, pero vivimos en un tiempo en el que todavía no usamos con inteligencia ni con mesura el teléfono móvil. Creo que lo usamos con cierta adicción pero no con control.

Salva: ¿La falta de móvil nos crea ansiedad?

Manuel: Sí, ahora estamos completamente enganchados y somos adictos a él.

Salva: Ya has demostrado como músico que eres capaz de componer música, ¿crees que eres capaz de expresarte con otra vertiente creativa.

Manuel: No se me da mal dibujar, a ver si te enseño algunos dibujos míos.

Salva: De hecho, la caricatura de Mafalda de la portada de la maqueta que me hablaste la dibujaste tú.

Manuel: Sí, la dibujé yo y, bueno, antes de ser músico una de mis grandes aficiones era hacer cómics. Me divertía mucho coger mis cuadernos o mis blogs y ponerme a dibujar. Creo que hasta que tuve 20 años hacía mis viñetas y mis personajes. Y he regalado muchísimos cómics y dibujos que he hecho algunos por encargo y otros por cariño. Y de hecho, como decían en Alta Fidelidad, era uno de mis grandes trabajos de mi vida, como en “Persiguiendo a Amy” yendo de convección en convección de cómics.

Salva: Artísticamente y personalmente te conocí a través del señor Azaústre y por un grupo legendario llamado Dingo Bar.

Manuel: Imagino que Dingo Bar lo tendrás en tu discografía.

Salva: Llevo el disco en el coche, donde lo alterno con la vida secreta de Peter Parker. Ahora también lo alternaré otros.

Manuel: Ahora tienes para alternar con Días Rojos y El Sonido de lo Inevitable.

Salva: Hablando de El Sonido de lo Inevitable, ¿el título está relacionado con “Matrix”?

Manuel: Me encanta que me hagas esa pregunta. Oye eso, señor Anderson, es el sonido de lo inevitable… y de ahí viene el título. Una vez me lo preguntaron en una entrevista y tuve que explicarlo, aunque en esta lo has descubierto tú… has desenmascarado a Peter Parker (risas).

Salva: Es que soy un amante confeso y fiel de Matrix.

Manuel: Me pareció tan bonita esa respuesta que soltó el malo… el villano.

Salva: Volvemos al villano… siempre volvemos al villano.

Manuel: Es que es un gran villano el Agente Smith. Creo que las mejores frases siempre la dicen los villanos, ¿no crees?

Salva: Las mejores entradas son de los héroes y las mejores frases de los villanos.

Manuel: ¡Efectivamente!

Salva: Decía el doctor Octopus, volviendo a nuestro querido Peter, lo siguiente: “Has dado a mi vida una cierta continuidad. Un cierto desafío. Una cierta… inspiración. Te necesito, Parker, pero no a la Araña sombría y despiadada, sino al hombre que ha bailado conmigo al borde del precipicio a lo largo de todos estos años”.

Manuel: ¡Qué buena frase! Suena fenomenal. La verdad es que me estás desvelando muchas cosas del mundo de Spiderman que no conocía.

Salva: ¿Con quién te quedas, con Neo o con Smith?

Manuel: Con Smith, porque me decepcionó mucho el final de la trilogía de Matrix. La primer parte me encantó pero la tercera me decepcionó que Neo tuviese que pagar el pato para salvar la civilización. No me parece justo y menos con lo bien que arrancó la saga. Entiendo que la 2 y la 3 son esclavas de la industria. Matrix sola de por sí, con ese Neo volando y saliendo de la cabina telefónica era un final perfecto y redondo para una obra maestra del cine. Pero, sobre todo, me quedo con Trinity. Estoy locamente enamorado de Trinity. Hubo un tiempo en el que sólo veía Matrix por ver a Carrie-Ann Moss embutida en un traje de látex, eso me parece un acierto inconmensurable.

Salva: Noto la decadencia de Matrix en cuanto a partes se refiere en la decadencia de Morfeo, que es una piedra angular de la película.

Manuel: ¡Efectivamente! Lo terminan ninguneando en la segunda y en la tercera parte cuando Morfeo es el que le ha revelado la verdad. El que le hace cruzar al otro lado del espejo.

Salva: ¿Por qué Días Rojos?

Manuel: Días Rojos es un homenaje al mundo de la música, de la literatura y del cine a la vez. Hubo una chica, antes de que viera la película o leyese la novela de Truman Capote, que me contó que los días rojos eran aquellos días, según decía Audrey Hepburn en desayuno con diamantes, en los que uno se siente triste o desolado sin saber por qué, sin razón aparente. Yo no lo entendía muy bien pero me vi la película, me leí la novela de Capote y entendías que era la manera en la que la protagonista tenía irse a Tiffany’s a tomar un café delante de los escaparates de joyas para huir de la soledad, para huir de lo malo.

Salva: ¿Tu disco Días Rojos es para huir de lo malo?

Manuel: Digamos que el mensaje sería que lo que yo hago en esos días rojos es subirme a un escenario y cantar y lo que hay que buscar es la terapia o el camino o el instrumento para huir de esos días rojos.

Salva: Reconduciendo el tema, que nos hemos desviado con Matrix, ¿cómo nació Dingo Bar?

Manuel: Nace de una propuesta creativa por parte de nuestro amigo común Joaquín Pérez Azaústre, poeta, novelista, columnista, cinéfila y un hombre del renacimiento de los pies a la cabeza… En una época yo atravesaba de Peter Parker total porque compaginaba mis laboras de padre, trabajo, estudios, y no tenía tiempo de sentarme y ponerme a hacer canciones. Pasé la mayor etapa de sequía compositiva que yo he tenido. Me propuso crearnos un hábito, una costumbre, durante varias semanas de irme a su casa a hacernos un café, terminar de comer, agarrar una guitarra y una botella de vino y musicar poemas suyos o hacer canciones que surgieran. A veces surgía una canción, a veces dos, a veces ninguna… pero cuando nos dimos cuenta teníamos un disco hecho. Un disco de 12 canciones, 10 exclusivas de Joaquín y mías, que yo les puse música, y 2 mías antiguas que Joaquín quería que nosotros reinventásemos en el directo y son: “A esta primavera no hay quien la entienda” y “En la boca del lobo”. Me lo pasé muy bien porque además Joaquín quiso grabar y hacer unos cuantos conciertos. Lo recuerdo como una época estupenda y muy divertida al margen del concepto mío de cantautor.

Salva: “Deshaciendo las maletas”, que se incluye en tu último disco, también os la escuché en Dingo Bar, ¿esa canción nace en Dingo Bar?

Manuel: Creo que es la única canción que nace en la época de Dingo Bar porque fue la segunda canción del disco cuando yo estaba saliendo de esa sequía creativa. La primera canción del disco fue la nana que le dediqué a mi hija, Ana, porque es la canción más sencilla y más básica del CD y después salió deshaciendo las maletas.

Salva: Alejandro Sanz cuando tuvo a su hija Manuela le compuso una canción que se llama: “Y sólo se me ocurre amarte” pero no le parecía buena porque estaba en un estado de felicidad tal que no le salía otra cosa, ¿te ha pasado a ti lo mismo?

Manuel: No, para nada. La verdad es que cuando le escribí esa nana a mi hija sabía que no estaba haciendo una proeza ni una obra maestra pero para mí era la primera canción que le cantaba a mi hija, incluso antes de nacer. Estaba en el vientre de mi mujer y se me ocurrió, con la guitarra, cantarle algo y salió casi de seguido. Y en lugar de versionarle otras nanas, le hice esa nana que me recuerda mucho a una película de Tim Burton por el rollo gótico que tiene también la oscuridad, el viento los dragones… Pero a mí la canción me encanta.

Salva: ¿Cómo termina Dingo Bar?

Manuel: Casi perdemos la amistad Joaquín y yo precisamente porque Peter Parker llega a un punto tal de obligaciones y compromisos laborales y estudiantiles que no puede cumplir con el compromiso de ensayos, de objetivos que quería Joaquín. Y antes de romper la amistad preferimos romper musicalmente.

Salva: Terminamos aquí la entrevista muy bonita y muy entrañable, Manuel, muchas gracias por atenderme y por este buen rato.

Manuel: Una lástima que se acabe, me lo he pasado muy bien.

jueves, noviembre 12, 2009

Nocturna Ediciones.




Corren tiempos difíciles, donde el miedo se hace fuerte porque a veces cumple sus amenazas. Donde el dinero vale más que la palabra y la piedra y la pedrada vale más que la flor. Corren tiempos difíciles donde no quedan flores, sólo plantas carnívoras. Tiempos de noches tristes y lunas breves. De muecas mustias, de puños cerrados golpeando gente. Donde los truenos retumban sin relámpagos y se forman sombras sin luces. Donde la densa oscuridad de la noche no deja ver las estrellas ni los luceros.

Y de repente, nace una flor en un desierto, de debajo de las piedras, nace una editorial que se enfrenta al miedo y a los tiempos difíciles, que no teme las amenazas que a veces se cumplen. Que da a la palabra un papel y un lápiz para que se exprese y nos cuente historias. Nace Nocturna Ediciones para dibujar una luna llena en un cielo en el que empiezan a aparecer estrellas. Que convierte las muecas en sonrisas y que cierra los puños para golpear la mesa de la desidia que nos invade en estos tiempos. Nace Nocturna Ediciones para conseguir que una ráfaga de luz aspire a relámpago, para arropar con luz la noche perversa de estos tiempos.

Nocturna Ediciones nace tras vencer muchos pulsos y muchas tensiones, robándole un soplo de aire a una noche que Nocturna Ediciones intenta evitar que se apague.

Nocturna Ediciones nos da los libros que nos faltan, las historias que nos faltan. Como las de Juana Salabert y sus “Hijas de la ira”. Un libro que es un testimonio, una vivencia en unas hojas de papel y tinta pero también de sangre y de miserias y de superación y de fuerza. No dejes de leerlo, porque son historias que forman parte de nosotros.

Larga vida a esta editorial que nace, a fuerza de aliento, para devolvernos la manija y la cordura.

Daredevil: Cruel e Inusual (MK DD Vol II, 35-38 )




Sopla un aire mistral que dibuja en tu cara el pozo en el que estás hundido. El sabor amargo a sangre en tu boca vuelve a encender la mecha de tus puños. No sabes si la sangre es tuya por lo fuerte que estás apretando los dientes o si es de los tipos a los que estás dándoles una paliza. El olor a miedo y retirada de estos tipos cuando Cage te det¡ene te reinventa y carga de nuevo de pólvora tus puños sin miedo. Qué error es golpear con puños sin miedo la piel impenetrable de Luke pero al menos te pone a ti y a lo que te rodea en su sitio.

Necesitas un ancla o un punto de apoyo, necesitas un volver atrás para saltar adelante. Necesitas salir de las arenas movedizas en las que está tu vida y volver al camino que conoces. A la tierra que manejas y donde mejor pisan tus pies.

El perfuma a Milla agudiza el hambre de las hormigas-termina que bajan a tu estómago buscando algo que devorar. Te retuerces porque no ves salida, porque tener tu radar es como tener un tío en Graná, ¿de qué te sirve?

Necesita ponerte el guante que mejor calzas, el traje que te hiciste a medida para luchar contra las injusticias. Necesitas un puñetazo sin miedo en la mesa, necesitas el sabor amargo de tu propia sangre y no la de la gente que apaleas.

Necesitas un caso y volver a ser el abogado impecable e implacable que una vez fuiste. Y calzarte como un guante el traje a medida de abogado, y no el rojo, que tienes guardado en algún rincón de tu alma.

Sé tú y haz lo que mejor sabes hacer.

Sé Murdock.

miércoles, octubre 28, 2009

Concierto en Zanzíbar de Manuel Cuesta y Alfonso Ribero

Una vez dijo un gran genio que la vida es como una caja de bombones, porque nunca sabes con qué te vas a encontrar. Anoche, la sala Zanzíbar (que no es un santo andaluz), se transformó en una improvisada caja de bombones porque ninguno de los asistentes nos imaginábamos lo que nos íbamos a encontrar: éramos sólo 4 en el concierto, los dos artistas (Manuel Cuesta y Alfonso Ribero), Azaústre y yo. El pobre Manuel respondía con sonrisa desganada de viejo acordeón a las bromas que les gastábamos por el poco público. Pero aún así, después de esperar un rato a que viniese más gente y viendo que no llegaba nadie, como son dos pedazos de artistas, decidieron sacar adelante el concierto. Para su público, el que sea. Por su público, el que sea.

Primero subió al escenario Alfonso Ribero, armado con su voz y su guitarra que atraviesa corazones y corta las cabezas de los dragones que secuestran princesas. Mientras, Manuel, esperaba en el banquillo, creyendo aún en la remontada.

Alfonso, nos contó su historia, sus historias, lo creativo que le resulta Madrid. Y de pronto se calló, tragó dos toneladas de saliva porque así, de la nada, como suele aparecer la magia de verdad, aparecieron tres personas más en el concierto, justo a tiempo, en el último segundo, vale la canasta y personal, RATATATATA.

Uno de los que entró fue Ismael Serrano, que con voz de proyector de cine, se fundió en un abrazo con Manuel y le dijo: “¡No podía faltar a este concierto!”. He traído a unos amigos, continuó. Y qué amigos. Se trajo a Ricardo Darín, que estaba de paso fugaz por Madrid y se vino al concierto animado por Ismael. Y a Kira Miró, el bombón que faltaba en nuestra particular caja de bombones, que no sabíamos por qué vino pero a ninguno parecía importarnos.

Alfonso quedó perplejo, desarmado y desmontado ante este público. Pero Alfonso también cree en las remontadas y en las chicas que saben volar. Y después de felicitar a Darín por “El secreto de sus ojos” se hizo con el escenario con rictus de coger al toro por los cuernos. Me atrevería a afirmar que Alfonso lucharía contra dinosaurios con un cazamariposas. Y sin prisioneros de guerra. Nos cantó sus canciones como mejor se puede hacer, con las palabras de la experiencia vivida, de las calles pateadas y de las vueltas y media de todo.

Y luego salió el trepamuros Manuel, que se subía por las paredes arropado por su especial público, con su voz potente y limpia, con su guitarra que ahuyenta a los miedos y a los fantasmas, tocando sin importarle si de público hay dos o hay dios. Porque cuando estás habituado a caminar por el precipicio empiezas por acostumbrarte y termina por gustarte.

El concierto era una bomba de arte a punto de explotar y Azaústre se subió al escenario para traer de vuelta unas gotas de Dingo Bar cortando el cable rojo de la bomba haciendo que explotase del todo.

Un gran concierto, un placer de conocer a Alfonso y de reencontrarme con Manuel, Ismael y Azaústre y una gratísima sorpresa por encontrarme y conocer a Ricardo y Kira, personas muy interesantes y que tienen mucho que decir.

Nos vemos en el siguiente, con más voces, guitarras y bombones.

sábado, octubre 17, 2009

Manuel Cuesta: La vida secreta de Peter Parker




Dijo Doc Brown (¿hace falta que diga de qué película hablo?) cuando construyó el DeLorean, allá por 1985, que ya que fabricaba una máquina del tiempo, ¿por qué no hacerlo con algo de estilo? Eligió el DeLorean porque aún no había salido el disco de Manuel Cuesta: La vida secreta de Peter Parker. De haberla construido en 2009 habría usado el CD del cantautor sevillano. Porque el disco de Cuesta ya trae un condensador de fluzo dentro, que te alimenta con 1,21 gigowatios de potencia con cada una de sus canciones y, mientras las escuchas, justo cuando tu corazón late a 140 km/h te trasportas al pasado o al futuro, viajas al punto de referencia que interpretas en cada canción, golpeando al calendario y al reloj, remontando las arenas movedizas de un reloj de arena que se empeña con terrible paciencia en enterrarnos. Viajas a Manhattan, a Queens, a Forest Hill, y asistes al primer beso y al primer encuentro entre Peter y MJ, y repites casi a la par que la pelirroja: “¿sabes, tigre? ¡Te acaba de tocar la lotería¬¬!”. Viajas al fatídico puente de Brooklyn donde, una vez más, intentas salvar a Gwen y una vez más no lo consigues. Viajas al pasado o al futuro porque la vida secreta de Peter Parker es tu vida secreta.
La vida secreta de Peter Parker no sólo es un cúmulo de canciones, acordes y voces. Es tu vida secreta y tu diario. Es tu manual de qué hacer cuando tu jefe despide a tu cordura. Es tu libro de instrucciones para encontrar la referencia, es el google maps que te dice dónde está la calle, cuál es el camino.
La vida secreta de Peter Parker es un alma perdida en un mundo de vivos, una gota de rocío en la inmensidad de un desierto. Es un susurro a tu espalda que te dice que no está todo perdido, que aún queda un poco de magia en este mundo lleno de trucos de conejos y chisteras, es poner las cosas en su sitio para plantarle cara al caos, es tumbarse bocarriba en la alameda de Sevilla y mirar las estrellas y verte reflejado en ellas. Es un faro nocturno con bombilla de repuesto. Es una primavera que nadie entiende, pero que no deja de florecer sobresalientes notas musicales.
La vida secreta de Peter Parker es un poema claustrofóbico de Azaústre atrapado en la pequeña distancia entre la punta de un lápiz y un folio en blanco y gritando por salir de ahí. La vida secreta de Peter Parker es un juego de espejos en el que ves reflejadas todas tus caras, las buenas y las malas, las brillantes y las oscuras. Es una forma de combatir la soledad más amarga, una llave a Nunca Jamás y el mejor arma del amo del calabozo. Es un pasadizo secreto al País de las Maravillas. Es el reloj escrupulosamente en hora del conejo que llega tarde. Es un trozo de tarta en la celebración de tu no cumpleaños. Es un camino de baldosas amarillas, es el valor del león cobarde.
La vida secreta de Peter Parker es el fino hilo que te une con el cometa Halley. Es una cometa que vuela por las nubes en las que tenemos la cabeza.
Quizá Manuel Cuesta no vive de la música, es más, me atrevería a decir que Manuel cuesta desvive de la música. Aunque escuchando este disco entiendes que vive por y para ella tanto como se desvive por y para ella.
Manuel nos deja este disco, que mata a las brujas malvadas y tiende una mano para intentar salvar de nuevo a Gwen y unos labios para besar una vez más a MJ.

martes, octubre 06, 2009

Spiderman, Tomo 25 Panini





Me dejé las uñas arañando y escarbando el pozo en el que te has metido, buscando el fin y el fondo, buscando la forma y el modo. Y no he encontrado ni fin ni fondo, ni forma ni modo. Sólo arena. Paja y arena, y mis uñas sangrando. (Es magia).

Me partí los dientes por seguir devorando, masticando y digeriendo tus aventuras, tu llamado nuevo status. Y no he encontrado nada, ni siquiera aventuras ni arañas radioactivas. Sólo unos dientes rotos y una mandíbula cansada de masticar. (Es magia).

Me quedé sin huellas dactilares por pasar tus páginas, mis yemas se desgastaron, se mancharon con tu tinta. No, no era tinta, era la savia de tus páginas sangrando. He pasado cientos de páginas en tu nuevo día y no he encontrado nada. Sólo unos dedos con la identidad borrada. (Es magia).

Ya se me han acabado las quejas, las amarguras, porque ya casi no siento nada y sólo cuando se valora algo es cuando se es capaz de sentir algo malo. Esto ya es ridículo. (Es magia).



Ya me he cansado de esquivar los golpes, de la mala suerte de los Parker y de que se me acabe la telaraña a mitad de camino. Ya no tengo ganas de zambullirme en el río Hudson, de rescatar imaginariamente a Gwen, de pasear en red y de incordiar al jovial Jameson. Ya no quiero ponerme la máscara para leer tus cómics y quitármela para reseñarte. Pero, ah, la magia hará que siga leyéndote, incluso reseñándote, pero ya no eres mi colega.

¿Es magia? Es pollas, Joe, es pollas.



... Y me quedé sin aliento (y sin uñas, sin dientes y sin identidad) cuando volví a verla y tú, cabrón, que ni la reconoces...

Spiderman, Tomo 24 Panini





Leer el tomo de Spiderman se ha vuelto un tanto tedioso, ya casi hay que decir lo en bajito, con la boca pequeño y tosiendo la mismo tiempo... ejem... leo-spiderman... ejem. Casi que leer a Spiderman se ha vuelto una formalidad mensual más que un placer, es como acudir al médico periódicamente, que ni apetece ni te deja más tranquilo, sobre todo si eres hipocondríaco.

A uno, hipocondríaco y spidermaníaco (y seguro que más cosas acabadas en -íaco), ya le cuesta leer al trepamuros. Leer a Spiderman es como conducir, al atardecer, hacia el oeste sin gafas de sol. Es como encontrarte un pelo en la sopa o en la cuchara, aunque últimamente me mosqueo más porque sé que el pelo es mío y no me quedan muchos. Un pelo menos. Leer Spiderman es como intentar quitarte un moco con unos guantes de boxeo o intentar, con esos mismos guantes, llamar a urgencias con un teléfono de esos antiguos de ruleta, ¿los recuerdas? Leer a Spiderman es como estornudar, con todas tus fuerzas, con las manos ocupadas en otra cosa... nunca sabes a quién le va a salpicar. Es como mear empalmado, que ni apuntas ni atinas. Leer a Spiderman se está convirtiendo en algo tan incómodo como subir unas escaleras mecánicas que están paradas, se hace raro, ¿verdad? O peor, como subir unas escaleras mecánicas que funcionan, pero hacia abajo (¡eso sí es incómodo!). Es como salir a la calle una tarde soleada de julio después de haber pasado horas en la oscuridad más absoluta... incordia. Es como masticar una bola de carne que se te queda en la boca y que nunca empequeñece por más que masticas, ni se reduce, ni descompone ni se puede tragar, sólo queda echarla fuera. Es como tragar agua clorada de sopetón en una piscina, es como morderte la lengua mientras masticas el inmasticable trozo de carne, o morderte la mejilla por dentro (¡cómo molesta!).

Me siento raro con Spiderman, un tanto molesto e incómdo y no me creo que vaya a cambiar o mejorar como no me creo lo que me dice el médico. Spidermaníaco hipocondríaco que es uno.

P.D. Creo que había una tormenta de nieve y lobezno pasaba por allí.

miércoles, diciembre 03, 2008

Felipe Reyes

Felipe Reyes es un monstruo (en el buen sentido) que tiene 4 brazos y 2 alas con las que vuela. Es el rey dentro de la pintura y el dueño de la montaña. Felipe Reyes es un monstruo que se alimenta de rebotes propios y ajenos. Es un guerrero. Es Leónidas, combatiendo y ganando mil guerras, es un espartano gritando a voz en cuello. Felipe Reyes es el Cid Campeador derrotando a todo el que se mide, es Don Quijote enfrentándose a mil molinos, es Abderramán III manteniendo un pulso contra los muladíes. Felipe Reyes tiene el extra que nos falta a casi todos, tiene el carácter para llevar la montaña a Mahoma, para arañar el esférico naranja y devorarlo a mordiscos, para quedárselo entre sus cuatro brazos y sus dos alas. Tiene la fuerza que a casi todos nos falta para arrancar dos puntos de un balón perdido, para nutrirse de rebotes que todos creían en las manos de otros.

Death Note. Cap. 1 al 25

Kira es el ángel de la muerte. Escribe con las plumas de sus alas un cuaderno maldito. Un cuaderno con guadaña, horca y guillotina. Unas plumas de sus alas que escriben con tu sangre tu muerte, tu destino más oscuro. Kira te lleva por el camino de la muerte marcando tus pasos, empujándote al precipicio, dejándote caer al infierno.

L es tu ángel de la guarda. Un ángel ciego pero con sus alas tan abiertas como sus brazos. L no completa a Kira ni Kira completa a L porque son totalmente opuestos. Kira es el infierno y L es el cielo. L es la distancia más corta entre dos puntos, es el pensar antes que actuar y es el actuar antes que parar. L es capaz de meterse en tu cabeza y saber qué estás pensando antes que tú. Jorge Berrocal lo llamaría simbiosis. L es tu única esperanza de ganarle la partida de dados a la muerte. A Kira tirando los dados. L es lo único que te queda para no sacar 3 seises seguidos e irte a casa.

Kira es el juez y ejecutor, es un ángel con puños americanos aspirando a Dios. Kira sabe cómo funciona el cuaderno. L no. Kira sabe las reglas del cuaderno. L no. Es más, Kira sabe qué es el cuaderno. L no. Por eso Kira tiene a L arrodillado junto a él. Por eso Kira va arrancando una a una las plumas de las alas de L, que es un ángel, como si fuera una margarita. Me quiere, no me quiere.

Y L se defiende y ataca como puede, a capa y espada, con valor, de frente, con la mirada del tigre, con las uñas sacadas y afiladas, con los puños y con el cerebro, se defiende metiendo a Kira en sus laberintos y ataca resolviendo todos los puzzles que le plantea Kira. Casi acorrala a Kira en una jaula. L se defiende panza arriba hasta que ya no le quedan plumas en las alas, hasta que ya no puede volar. L se defiende y ataca hasta el último instante, hasta que se le marchitan todos sus pétalos.

Spiderman, Tomo 23 Panini



Sí, ya sé que dije que no volvería a hacer una reseña de Un nuevo día sin contar nada o casi nada del cómic y sin quejarme amargamente de esta nueva etapa que está viviendo el trepamuros. Pero uno, cordobés impenitente, le cuesta seguir este viaje y, sensible y vengativo, me revuelvo a base de reseña-protestas para golpear con mis palabras cerradas de nudillos de carácteres la cara de Quesada con menos éxito que el programa de televisión llamado Circus. Sí, sin éxito, pero yo me quedo más tranquilo

Y además, como las promesas son para romperlas, como las lanzas, yo la rompo y me hago una nueva reseña que sigue sin decir nada pero que, a ritmo de canción de Joaquín Sabina, dejo aquí para ti, que has dedicado un tiempo en leerme.

Pongamos que hablo de spidey


Mefisto ha asustado a tu destino
ha tejido otro camino para ti
ya no regresa siempre el enemigo
pongamos que hablo de spidey

El daily bugle cambia de patrones
tu vida ya es un sinvivir
ya no despiertas mis pasiones
pongamos que hablo de spidey

Mary Jane ya no es mi princesa
tú ya no tienes nada qué decir
tu traje pende de una fina hebra
pongamos que hablo de spidey

Tu máscara deja de ser tu marca
tus motivaciones dejan de servir
sin traje negro ni araña blanca
pongamos que hablo de spidey

Desandas tu camino con las manos
tus pies no te saben dirigir
tu telaraña de nuevo se ha acabado
pongamos que hablo de spidey

Cuando Mefisto venga a visitarte
que te deje donde por última vez te vi
aquí no queda sitio para nadie
pongamos que hablo de spidey

Alberto Contador

Alberto Contador sigue sin perder la estela de los más grandes. Encadenado a unos platos y unos piñones, arrastra a millones de aficionados y arrasa en cada pico, en cada recta, en cada bajada.

No mira hacia atrás, porque todo lo que le interesa está delante. No se deja ganar, porque la esencia del deporte es participar... para ganar. No se deja ganar, como tampoco da parte de su sueldo a quien algún día hace una buena carrera. No se deja ganar porque tras 200 kilómetros encadenado a unos pedales dejarse ganar no es natural. Ni siquiera deportivo, ni honroso.

Quien quiera ganarle, que lo tumbe. Que lo deje atrás, que lo hunda en la profundidad de la montaña, le arranque la victoria a mordiscos con los dientes de unos platos y unos piñones, que le pase por encima a fuerza de rueda y golpe de pedal.

Un, dos, tres, ¡Contador! Un Tour, un Giro y una Vuelta. Y contando.

martes, septiembre 02, 2008

El caballero oscuro.




Había una vez una ciudad maldita, porque así lo dice su nombre. Una ciudad sin sándalo en su tierra ni azul en su cielo, llena de oscuridad y sin apenas luz que la ilumine o la guíe. Esta ciudad es un rastro de crímenes, un sumidero de perversión y locura. Es una ciudad que pende de un hilo que se deshilacha del manto negro del murciélago. Es una ciudad sin alma llena de almas opacas, una ciudad que te devuelve menos de la mitad de lo que le entregas y que se toma más del doble de lo que le ofreces. Una ciudad sin esperanza y sin escrúpulos.

Había una vez un héroe, con máscara de murciélago y agallas de león, con la fuerza de la ola que se tragaría al mejor surfista. Un héroe con el fuego de los infiernos en su manto, que porta mil almas, que le da esperanza a la ciudad sin alma y sin escrúpulos. Un héroe que no se queda mirando a las estrellas cuando todo está perdido, que no da su brazo a torcer y que pone la otra mejilla y la otra ala de murciélago.

Y había una vez un villano. El villano. Un genio criminal interpretado por un genial actor. Un villano que es muy bueno haciendo de malo, que saca lo mejor de sí para hacer las peores cosas: daño, destrozos, muertes, accidentes… Un villano que no se para ante nada y que no responde ante nadie, solo ante su auténtica ley: el caos. Un villano genial que se rige bajo el orden destructivo de su desequilibrada mente, que piensa y que actúa más rápido que nadie, de forma más precisa que nadie. Un villano que se mueve como pez en el agua dentro de su inesperado desorden, que baila mejor que nadie agarrado al caos y a la incertidumbre que genera, que completa al héroe y mata un poco más a la ciudad. Un villano que corrompe todo lo que toca y a todos los que habla. Porque habla como nadie. Porque te entiende como nadie, porque te mete por donde quiere su locura arrancándote de raíz la cordura que te queda dentro de tu alma opaca.

domingo, agosto 31, 2008

Spiderman, Tomo 22 Panini




Y con esta reseña espero dar por cerrado mi ciclo de reseña-protesta en la que muy poco o nada he contado sobre el cómic, simplemete me he despachado a gusto. Aunque bueno, quizá siempre lo haga así.


Tienes su máscara, pero no su marca, ni su huella. Tienes sus sentidos y sus instintos, pero no tienes su tacto. Tienes su cara, pero no su cruz, ni sus cruces. Tienes su fuerza, pero no su aliento, ni su rabia. Tienes su luz pero no sus sombras, ni sus penumbras, ni su parte oscura. Tienes su fuego, pero no su hielo. Tienes su traje, pero no tienes su alma, ni tienes sus adentros. Tienes su nombre pero no su identidad. Tienes su voz pero no sus silencios. Tienes sus trucos pero no su magia. Tienes su velocidad pero no su aplomo. Tienes sus puños pero no su pegada. Tienes su mundo pero no tienes casi ninguno de sus puntos de apoyo. Tienes su azúcar pero no su sal. Tienes sus golpes pero no su swing. Tienes su mente pero no tienes su anhelo. Tienes sus colores pero no sus pasiones. Tienes su calma pero no su tempestad. Tienes su sol pero no su luna. Tienes su apellido pero no su símbolo, no tienes lo que representa. Tienes su mar pero no tienes sus ríos que lo vertebran. Tienes su todo, pero no sus todos. Tienes su nada, pero no su nadie. Tienes su voz pero no tienes su palabra. Tienes su tronco, pero no su madera, ni su raíz. Tienes su paz pero no sus guerras. Tienes sus pies pero no su pisada. Tienes su imagen pero no su reflejo. Tienes su altura, pero no tienes su base. Tienes sus ojos pero no su fe, ni su esperanza, ni siquiera tienes su deseo.

Lo tienes todo, pero no eres nada. No eres nadie.

lunes, agosto 25, 2008

A 3 pasos del oro.




Oro parece. Es una plata que parece oro, que huele a oro, que aspira a oro. Cada punto de Rudy de Gasol o de Felipe eran de oro, eran balas de plata (y nunca mejor dicho) para matar a los hombres lobo americanos. Eran balas de plata contra puños americanos de oro, contra silbatos de oro que tenían una frecuencia favorable a los hombres lobo americanos.

Nos quedamos a 3 pasos del oro y solo conseguimos el metal argénteo (con el solo entre comillas). Un oro que merecimos, porque fuimos guerreros de oro con almas de oro, porque fuimos los mejores conductores.

Nos quedamos a un zarpazo del oro, a un triple de Carlos Jiménez que no fue, un Carlos que estuve impresionante, desquiciando con su defensa densa y pegajosa a todo americano que defendía, a todo hombre lobo que apuntaba con sus balas de plata.

Nos quedamos a un destello del oro, atrapados en una defensa americana propia de los gladiadores americanos del siglo 21, ese programa presentado por el gran Hulk. Nos quedamos atrapados en una defensa americana que era una jaula de oro custodia por un árbitro de un solo ojo (only one eye).

Nos quedamos sin el oro y sin balas de plata apuntando a la nuca de los hombres lobo y escuchando solo el clic al disparar con el cargador vacío, nos quedamos sin la bala de plata de Carlos Jiménez, pero nos quedamos con el espectáculo dorado, con los chicos de oro, con la medalla de plata.

Nos quedamos sin el oro, pero más que nunca esa plata reluce más que el oro por el espectáculo que tiene detrás.

martes, agosto 19, 2008

Spiderman, Tomo 21 Panini




Las palabras que dijo la bruja escarlata volvieron a mi cabeza y provocaron un eco estridente que aún perdura en el vacío inmenso que hay en mi testa. Bueno, 2 de esas 3 palabras, que la última venía cambiada: No más Spiderman. No diré, puedo garantizártelo, ni una sola vez en esta ¿reseña? que el cómic no es gracioso. No diré ni una vez que el cómic no es divertido o que no te ríes con él. No lo diré porque, leyéndolo con total abstracción, es la monda y Dan Slott está en plena forma. Pero aún así, aún sin decir nada malo sobre el cómic, sí voy a decir que en algún momento de la lectura me estaba planteando muy seriamente dejar de leer. Me pregunté un par de veces qué coño estaba leyendo, qué coño estaba pasando. Durante la lectura me apareció un par de veces el spidey fantasma pre-UDM, ¿sabes de lo que te hablo, no? Sí, por momentos pensaba que nada había pasado y que spidey seguía tal y como estaba antes, como ocurre cuando se te acaba de romper el reloj y dejas de llevarlo, que por unos días estás constantemente mirándote la muñeca desnuda para ver qué hora es, cuando descubres que allí no está tu reloj sino que, como mucho, hay una marcha blanca con forma de tu reloj en tu piel bronceada, te maldices, ¡claro que te maldices!
Me sentí así leyendo spidey, como si mirara un reloj que no existe o como si sintiera una parte de mi cuerpo que ya no existe. Maldigo, ¡claro que maldigo!
Maldigo porque tengo que tachar algunas reseñas que hice, como la civil war 2 o la muerte de Harry Osborn. Maldigo porque me han contado mentiras dentro de las mentiras (es mentira todo lo relacionado con Spiderman, claro está, pero esas mentiras que he decidido creerme, ahora son mentira). Maldigo con los lanzarredes orgánicos en las muñecas en las que solo tengo una marca de sol de un reloj, con los papeles de boda de Peter y MJ en una mano y el certificado de defunción de Harry en la otra. Maldigo con la fuerza de un universo ficticio, maldigo con el guión de Straczynski a mis espaldas y el dibujo de Romita Jr. en mi retina. Maldigo con mis manos perdidas pasando las páginas de Un Nuevo Día. Maldigo con las yemas de mis dedos manchadas con la tinta de las páginas de un cómic que se desangra. Maldigo a gritos con tipografía comic sans tamaño 50 en color rojo y trazo negro y saliéndose por todos lados del bocadillo. Maldigo con la palabra y con el silencio, con los gestos y con las carantoñas.
No más Spiderman, o casi no más Spiderman, que yo aún no me he bajado del carro, como tú, Quesada, que no te bajas de tu trono, ni te apeas de tu burro.
No más Spiderman, grito, mientras te maldigo, Quesada.

lunes, junio 09, 2008

Spiderman: Un día más.




El diablo es como la banca, siempre gana. Pactar con el diablo es apostar todo tu dinero al rojo en una ruleta que solo tiene números negros. Porque nadie sabe más que el diablo. Porque nadie ha tenido tantas experiencias vividas como el diablo. La muerte no pacta. El diablo sí. El diablo te enseña cartas cargadas de magias, te muestra caminos que se salen de lo natural. Caminos con peaje. Peaje con intereses de usurero. El diablo conoce cada rincón de tu casa y de tu alma, conoce la llama que te da fuerza y conoce tus debilidades, tus miedos y tus traumas. El diablo conoce tus heridas y hurga en ellas con su dedo de azufre mientras te pregunta que si te duele. El diablo sabe siempre de qué pie cojeas y no quiere tu alma. Ya no la quiere. Ya quiere cosas mejores. Cosas naturales y únicas y no repetidas e insípidas almas cargadas de tormento. El diablo ha aprendido a apreciar lo bello, lo auténtico y lo original. El diablo le da la vuelta a las medias mentiras y las convierte en medias verdades, aunque tú y yo sabemos que no es lo mismo. El diablo tienta tu presente mostrándote tu pasado y tus posibles futuros, hace que cualquier destello de luz aspire a relámpago. Y nos lo creemos. Y el diablo nos convence para que le demos nuestro tesoro por otro futuro y otra realidad. Nuestro tesoro por un sobre sorpresa. El diablo respira tu aire y tú respiras su carbono, su azufre y su sulfato amónico. Y juega contigo. Y te gana. Y te afecta y te deprime. Y te compra a precio de saldo. Y te vende a precio de oro. El diablo se ríe de ti y contigo mientras le entragas una a una cada una de las monedas que te pide. Se ríe de ti y contigo mientras tu alma arde entre las llamas del diablo. El diablo se ríe de ti mientras te marchas por la puerta de atrás, mientras tu cuerpo cae rendido en el vagón de cola. El diablo te da una de arena y te hace creer que lo malo es la cal.

Extraño a Harry y el perfume de la ausencia de Gwen. Pero lo romántico, lo que da fuerza a ese extraño cariño que se le tiene a estos personajes ficticios es que sabes que no van a volver. Que no deben volver. Pero el diablo le enseña a Harry los caminos de vuelta, pone las miguitas de pan para que regresen entre una maraña de telarañas tejidas por la mano ácida del diablo, orquestadas con la gorra de director de orquesta del diablo.

Sí, sé lo que me vas a decir, que Mefisto no es el diablo, solo es un simple demonio interdimensional. Pero yo no hablaba de Mefisto, hablaba del diablo, de Joe Quesada.

martes, abril 08, 2008

La suite de Manolete



La suite de Manolete es un libro con muchos libros dentro, es una historia compuesta de muchas historias. Es un conjunto de líneas llenas de entrelíneas, algunas de ellas escritas por el autor y otras por el lector. La suite de Manolete es un libro que cuenta las historias de varios hombres acompañados de la soledad, pero no de una soledad romántica o poética sino de una soledad moderna, una soledad que es un mal nuevo y que no se cura con la compañía de otras personas.

La suite de Manolete es un perfecto cruce de historias que entremezclan historias reales con historias ficticias por medio de las geniales líneas que escribe Joaquín Pérez Azaústre y las sutiles entrelíneas que aporta el lector. Es la historia de Bruno Díaz, un nombre que ocupa menos de una línea pero más de una entrelínea, un hombre enfermo de esta soledad moderna. Bruno recibe la llamada de un amigo de siempre, Jon Garcés, pero que no sabe de él desde hace unos años, en esa llamada hablan de sueños y alegrías antiguas, y esperanzas nuevas. Y, al poco, antes de que puedan verse, recibe la mala noticia del suicidio de Jon. Bruno descubre que Jon estaba escribiendo en sus últimos días de vida una biografía del diestro Manolete y, desenmarañando un hilo que llega hasta Córdoba (de mi alma), descubre que nada es lo que parece. En este proceso, Bruno va fusionándose con el desaparecido Jon, mimetizándose con él, pero a fuego lento, despacio, siguiendo sus pisadas y repitiendo sus gestos metiéndose en su piel y en sus costumbres por medio de una cazadora, unas gafas o unos cigarrillos.

La suite de Manolete nos cuenta la historia de lo que es el poder y de lo que es parecer poderoso. Es la historia de un hombre que se cree poderoso, Carlos Colomer y un hombre que es poderoso, Manolote. Colomer también tiende a mimetizar, en este caso a Manolete. Pero lo imita mal, rápido, quedándose en una superficie muy fina aunque sea de muchos quilates, se queda en lo superfluo sin sospechar siquiera que hay una raíz, sin imaginar si quiera que Manolete tenía muchos puntos de apoyo para mover el mundo. Colomer imitó solo lo fácil y ya se creía poderoso. Se creía poderoso porque dominaba a los medios y al público, porque con su látigo conseguía que se obedecieran órdenes. Pero era un hombre terriblemente solo a pesar de su poder mediático, era un hombre marcado por las obsesiones y los miedos tapados por las máscaras más grandes y vistosas, máscaras que también ocultaban sus debilidades, pero que estaban ahí.

La suite de Manolete también es un grato recuerdo de historias verdaderas, de José García Nieto y de Juana García Noreña y, por supuesto, es la deliciosa biografía de Manolete, perfectamente documentada y escrita con las palabras mejor elegidas y el acento cordobés de Joaquín.

La suite de Manolete es la historia de varios hombres y sus soledades, ninguna romántica y todas vistiendo de negro, como Spiderman. Porque estas soledades con las que empapa el autor a los personajes no son un estado de ánimo, ni siquiera un estado físico, es una forma de vida, tan negra como la cara oculta de la luna o como la novela negra que encierra en sus páginas.

viernes, febrero 15, 2008

Los regalos de la muerte XX

Mil perdones por el interminable retraso, pero ya está aquí el nuevo capítulo, aunque tendréis que releeros todos, que ya estarán olvidados!! :lol:

Capítulo XX: Enemigos naturales.

- Ramiro España, ahora –

No sabes qué coño te ha contado Froi sobre [i]saltos al precipicio [/i]pero has creído entender que te han lavado el coco. Estás sentado en el suelo de tu casa apoyado en la pared y viendo cómo Froi se marcha con tu sombrero puesto y gritándole al viento que Villaescusa lo va a pagar muy caro. Cuando se va te intentas incorporar, pero tu cuerpo se balancea y tus piernas apenas pueden contigo. Tiemblan como si fuesen de gelatina. Como si tuvieses miedo. Haces un titánico esfuerzo por ponerte de pie pero parece que ningún músculo de tu cuerpo quiera responderte. Te tambaleas para todos lados, como si te hubieses bebido, sin comer, una piscina llena de ron. A pesar de que te tambaleas no te caes y tu situación te recuerda a uno de esos muñecajos que tenías de crío que tenían una base esférica y que se movían hacia todos lados sin caerse. Pones una mano en la pared para ayudarte a subir porque tus piernas ya no dan más de sí, de tanto que tiemblan parece que solo quieran bailar el twist. Te muerdes con fuerza desmedida la manga de la gabardina del brazo que te queda libre. Y gritas por la impotencia, por el quiero y no puedo, dejando unas marcas de saliva ácida la zona que has mordido. La impotencia también te hace golpear la pared con la mano que te sirve de apoyo. Gritas de nuevo. Maldices. Blasfemas. Tu orgullo y tus cojones hacen que te pongas de nuevo en pie. Tu corazón se queja y lanza un ultimátum a tu cerebro para que te deje descansar aunque sea en el suelo. Pero tu cerebro comunica, incluso por la línea caliente. Notas que por tu esófago galopa tu desayuno, ese café y esos dos donuts que te tomaste en el bar después de visitar a Villaescusa, intentando trepar por tu garganta y huir por tu boca. Cuando ves que vomitas solo bilis entiendes que te han comido el coco, que te han hecho creer que has desayunado, que te han hecho creer ver a Luna muerta. Recuerdas la imagen que creíste ver de Luna muerta y eso te da el coraje que te faltaba para ponerte de pie y caminar. Tus piernas aún tiemblan, aunque ya no parecen gelatina, ni siquiera flan, ahora solo tiemblan como un adolescente en su primera cita. Sientes una punzada en el costado, como si te estuviesen taladrando el páncreas que, aunque no lo sabes, está inyectando en tu sangre un torrente de insulina para regular el déficit de azúcar que ha producido en tu cuerpo el salto. Interpretas esta punzada y el vómito de bilis como el chivato de la gasolina de un coche y llegas como puedes hasta tu cocina, y comes algo. Entonces evocas de nuevo a Luna tirada en tu sofá, muerta. Aprietas los dientes y cierras los puños clavándote las uñas en las palmas de la mano. Esta imagen te hace sentir miedo, incluso tiemblas. Y sientes que Luna está en peligro. Sientes que tienes que salvarla. “Salva a la prostituta, salva al mundo” – mascullas – y muestras una tímida sonrisa en tu cara, como la de un adolescente en la primera cita. Y pones en marcha tu caldera y tu nevera. Y empiezas a echar fuego por la boca. Y hielo por tu mirada. Y te vas para la comisaría, que tienes que currar, detener a alguien y salvar a la prostituta.

- Julio Gandía, antes -

Le late el corazón más rápido de lo normal, primero por el morbo que da coger y leer los papeles de otra persona. Abre el folio doblado por la mitad de Luna y lee la primera línea: “Luna, dulce Luna”. Esta línea ya le mosquea y el pumpum del latir de su corazón se acelera aún más, pero ya no por el morbo de leer un papel que no es suyo, sino porque ya sospecha (sabe) que es un poema dedicado a Luna (a su Luna) por el muerto de hambre o por el gilipollas de la canasta. Gandía se pone de mala hostia y terriblemente (e irracionalmente) celoso. Las yemas de sus dedos casi derriten el folio como si fuese una lámina de chocolate con leche, le hierve la sangre y le devoran los celos. Lee el poema y lo memoriza, se aprende cada palabra mientras su odio crece telescópicamente como la caña de pescar más larga del Decathlon. Arruga el folio y lo convierte en millones de papelitos de confeti coloreados con su odio y sus celos. Se repite cada estrofa del poema, mutilándose con cada una de ellas, que se le clavan en el corazón y el orgullo machito.
Luna, dulce Luna, - se repite en su cabeza llueve la soledad sin ti,y llora el cieloporque le falta la luna.
Luna, bella lunaamarga es mi libertady triste es mi vozsin tu mirada gatuna.
Luna, de ojos clarosde oscuros labiosde cabello de trigode escarcha de amorde sincero dolorde apresuradas risasy de lánguidos sueños.
Luna, de jardín tempranode semilla de besosde sentido perdónde silueta firmede musical desconciertoy de fatal perdición.
Luna, de mañana sin míLuna, de camino inciertoe indudable temblor.
Gandía memoriza la poesía y planea mil formas de estrangular al muerto de hambre y de degollar el puto jugador de baloncesto. Esos dos mierdas están revoloteando sobre (su) Luna. Le importa tres cojones quién haya sido de los dos, pero planea mil formas de matarlos y las memoriza todas, quizá algún día le sea útil.
Justo cuando planea la forma 1002 de matar a Javier Lagos y Andrés Reyes aparece Luna, que venía al recoger su bolso. El mismo bolso en el que había estado hurgando Gandía y del que le robó el poema.
- Vaya, pero si está aquí la dulce Luna… ¿pero de verdad llueve la soledad? Menuda chorrada… - Dice Gandía intentando disimular sus celos con unos gramos de ironía sin conseguirlo demasiado.- ¿Estás celoso, Julio? – Responde Luna, alegrándose en cierta medida de que lo estuviera.- ¿Yo celoso? ¡Y una mierda! Y menos del muerto de hambre o el tonto del culo de la pelotita naranja – Dice Gandía sin convencimiento, sabe que ella se ha dado cuenta y que su intento de disimularlos ha sido tan fútil como el que se echa desodorante en las axilas estando sudadas y pretendiendo eliminar el mal olor. Pero te voy a decir una cosa, Luna – continúa Gandía acercándose a ella y cogiéndola por el brazo, clavándole sus pulgares y derritiéndole la piel como si fuera una lámina de chocolate o un trozo de papel con un poema – tú eres mía (y solo mía) y así será mientras yo (y solo yo) siga sabiendo tu secreto, ¿te queda claro, no?
Luna no contesta, solo le mira con asco aunque disimula mejor que Gandía los celos y es capaz de hacerlo pasar por asentimiento. No contesta, solo se suelta de Gandía para terminar diciendo: “Me haces daño”.
- Porque estos dos mindundis – continúa hablando Julio – son unos perdedores, pero están jugando conmigo e intentando ser mis enemigos naturales, ¿y ya sabes qué hago yo con mis enemigos naturales, verdad? ¿Sabes cómo he llegado yo hasta aquí, no?
Ella no responde, solo le abraza, y le hace ver que es suya (y solo suya).Gandía memoriza ese abrazo (como hace con todo) y lo compara con sus registros anteriores y lo acepta como sincero.

- Froilán Caraballo, antes –
- Día del encuentro con el inspector Caraballo –
- (día de la primera y única derrota de Caraballo al ajedrez) -


Te pones de pie como puedes, y mientras notas cómo tu fuerza se va recuperando miras al tiparraco con bata blanca que hay frente a ti (por cierto, no tienes ni pueda idea de dónde estas). Cierras tu puño, le dices que apriete los dientes, le pegas un puñetazo con la fuerza de un tanque del ejército y lo dejas KO. Te llama la atención la consulta y le echas un largo vistazo. Ves en un diploma que tiene colgado que el tipo que hay tirado en el suelo y que ha saboreado tus puños se llama Eduardo Villaescusa, un doctor parece ser. Vuelves con él, lo levantas a pulso y le das un par de veces en la cara para que espabile. Cuento recupera la conciencia, le hablas.
- Espabila, Edu, ¿puedo llamarte Edu? Sí, seguro que sí, siempre puedo. Verás, doctor, tengo un jodido problema o una jodida virtud, a saber. He notado que cuando mis pulsaciones superan las 140 por minuto me vuelvo, digamos, muy muy fuerte pero, ah, terriblemente inestable. Esto solo lo sé yo, doctor, así que confío en su profesionalidad y en que no largará nada. O mejor que confiar en su profesionalidad, confío en que sepas que no te conviene tenerme como enemigo (natural), ¿capishi? Sí, seguro que sí, siempre lo entendéis. He estado trasteando tu chiringuito y veo que tiene muchos libros sobre temas del coco, del comportamiento humano y de las, cómo decirlo, capacidades, virtudes y dones de las personas. ¿Tengo yo un don, doctor? ¿Cree que puede ayudarme, Edu? Cuéntame de nuevo eso del alma, del cerebro y del acople de ambos, que no me he enterado muy bien y me interesa.
Mientras tienes cogido al doctor por el pecho, se recupera, te mira y te responde:
- Sí, puedes llamarme Edu. Sí, sé que no me conviene como enemigo (natural). Sí, tienes un don y muy posible que nivel 4. Sí, puedo ayudarte y gustosamente te cuento lo del cerebro y el alma – termina diciendo el doctor con una sonrisa de abismo y con voz de celda de alcatraz.

- Ramiro España, ahora –

Llegas a comisaría como llegó Maradona a casa el primer día que probó la coca, allí encuentras a Gerardo de la Santa y al chico nueva que nunca recuerdas cómo se llama. Ves que tienen el pasamontañas con la E mayúscula bordada a altura de la frente y te temes lo peor… te van a volver a pedir que hagas el numerito del capitán España. Oh, no, ahí vienen.
- Hey, Rami, menuda cara tras, tío, ¿estás bien? – te pregunta de la Santa con cierta preocupación pero sin soltar el pasamontañas.- Más o menos bien, chico. He estado mucho peor – dices intentando sonreír pero sin conseguirlo. - Tío, hazle a Joaquín la escena del capitán España, ¡que le va a encantar!- Veeeenga, dame el pasamontañas que lo hago – dices ahora consiguiendo sonreír esta vez.
Te pones el pasamontañas y gritas:
- SOY EL CAPITÁN ESPAÑA, ¿O ES QUE CREES QUE ESTA “E” SIGNIFICA FRANCIA? – vociferas señalándote con el dedo índice la letra bordada del pasamontañas.
- JUA JUA JUA JUA, JUA JUA JUA JUA – se descojona de la Santa mientras le dice al chico nuevo que hay que ser muy friki para pillarlo.
-Ah, Rami, por cierto, tengo información nueva sobre el caso Lagos/Reyes – dijo de la Santa olvidando ya la broma y poniéndose serio. Iba a llamar a Froi para contártelo pero ya te lo digo a ti también – continuó de la Santa – Froi me pidió un extracto de los movimientos bancarios de la última semana de las tarjetas de Federico Laviña y, ¿adivina qué? Compró con su tarjeta de crédito unos guantes solo una hora antes del asesinato de Javier Lagos y en la gasolinera más cercana al lugar. Interesante, ¿verdad?
Podría decir que esta noticia me sentó mal, esta prueba apunta con gran fuerza hacia Laviña como el asesino, pero estaba tan seguro de que era Gandía, al que había empezado a sentir como mi enemigo natural…
- Y otra cosa más, Rami, acaba de llegar el cartel de “Se busca” de Federico Laviña, que está en paradero desconocido y la prueba de la compra con la tarjeta le convierte en el principal sospechoso. Échale un vistazo, a ver qué tal.
Cojo el cartel y lo miro. Me cambia la cara al verlo, se me olvida lo mal que me encuentro y salgo pitando en busca de Froi.

martes, septiembre 04, 2007

Civil War 2


La máscara es la huella suave del héroe, la marca dulce, o unos ojos para mirar tras sus ojos, un color para el cristal con que se mira. La máscara es la belleza del ausente, el hombre tras la cortina o el as en la manga. Peter Parker es Spiderman. Lo sabíamos nosotros porque así se llamaba una de sus colecciones, pero no lo sabían la mayoría de los personajes ficticios al otro lado de la máscara, de esos ojos blancos polarizados. Peter Parker se ha quitado la máscara y ha dicho a todo el mundo que es Spiderman, que no se arrepiente de ello y está orgulloso. Peter Parker es Spiderman y se ha quitado la máscara sin saber dónde va pero sabiendo muy bien dónde no va a poder volver nunca. Ni al instituto. Ni a la redacción del Daily Bugle.
Peter Parker se ha quitado la máscara, quizá animado por Tony Stark, que quizá sea un pepito grillo corrupto.
Peter Parker rompe con su pasado mostrando su mayor secreto, quizá su mayor virtud, su mayor encanto o su mejor arma. Rompe con su pasado y arrastra con su máscara muchos de sus recuerdos, ya irrepetibles... no sabe dónde va, pero sí dónde no va a volver nunca. Arrastra con su máscara a forma de saco parte de lo que es, gran parte de su libertad y toda su intimidad.
Peter Parker se quita la máscara en público, y mete en ella los más jugosos gusanos... los mejores reclamos pero sin anzuelos para sus enemigos.
Y hay quien le odia. Y hay quien le mataría. A él y a ellas.
Peter Parker se quita la máscara, disfrazando a su libertad y su intimidad con las más elegantes camisas de fuerza y poniéndose el traje de moda que marca Stark y el registro.
Peter se quita la máscara y ya casi nadie puede mirarlo a la cara.