lunes, enero 23, 2006

Los regalos de la muerte (V)

Capítulo 5: Yo soy el número 1

- Andrés Reyes, antes -

-¡Andrés Reyes, adelante! - dijo el speaker del vistalegre dirigiéndose a mí, acelerándome el corazón a la velocidad del ave, y mantiéndola. Je, quién me lo diría, nunca había ganado nada y me eligen para tirar a canasta desde el medio del campo. Me pareció oír antes que el premio era un fiat punto... que lo vayan preparando, ya es mío. Afirmar tan rotundamente este tipo de cosas, proclamarme el mejor, me relaja... las palpitaciones vuelven a su ritmo habitual, y me lo creo. Claro que me lo creo, yo soy el número uno, no ha habido canasta en Córdoba, ni por supuesto en Fuente Palmera, mi pueblo, que al tirar haya fallado. Increíble, pero cierto, no ha habido ni un balón, que al tirarlo, no haya acabado dentro. Ese es mi don. Y aquí estoy, a muchos metros de una canasta, botando el balón desde el centro del campo y dispuesto a tirar. Voy a meterla, lo sé, ¿acaso las canastas de Madrid son distintas? No, claro que no, va a ir dentro. Oigo al recogepelotas del Real Madrid desearme suerte, le miro durante un segundo, le sonrío, boto un par de veces más y le digo: "Al salir te doy una vuelta en el coche, tío" y vuelvo a dirigir la mirada al aro. Creo que el chico se quedó como el niño del anuncio del Volkswagen que se queda sin respiración y se pone rojo como un tomate. Esta iba a ser la canasta que iba a meter seguida por más público, y eso que la gente estaba casi toda comprando bocatas, y los que había me miraban con indiferencia, como pensando que el único fiat que iba a ver es el del anuncio de Schumacher, menuda sorpresa se iban a llevar. Otro bote más, me tomo mi tiempo y pongo nerviosas a las cheerleaders, que esperan a que termine para ponerse a bailar. "Tranquilas, niñas, ya voy", les digo a un grupito de ellas. Último bote, sale el Real al parqué, junto con el míster, miro a canasta, la veo como una piscina, mecanismo de tiro perfecto (innato), sin saltar, con la fuerza de una jauría de lobos, dentro... miro al público, miro a Herreros, levanto el puño... "Ni Jordan ni Magic, yo soy el número uno"... el capitán le comenta algo a Malkjovic, el coche es mío, y creo que voy a jugar en el Real Madrid.

miércoles, enero 18, 2006

Los regalos de la muerte (IV)

Capítulo IV: No va más

- Javi Lagos, antes. -

-¡No va más! - Pareció decir el croupier dirigiéndose a mí, como diciéndome: Ya está bien por hoy, señor Lagos, para ya, ha perdido demasiado dinero (¿tendrán estas reacciones también las chicas que trabajan en líneas eróticas cuando algún cliente está un tiempo elevado al teléfono?). El lanzabolas, como había acostumbrado a llamarlo, iba vestido de forma impecable y con un uniforme que me recordaba al que llevaba cuando trabajaba de camarero en un club de lujo, incluso el trabajo en cierta medida me parece similar: tienes un vicio delante y no puedes caer en la tentación; claro, yo no pude evitar caer, me echaron del sitio cuando me pillaron por tercera vez follando con Luna, la mejor prostituta que haya pasado por el Flower's, que me ponía a cien (la culpa es de los padres, que la visten como puta) y, añadiendo por supuesto, que soy débil a cualquier tentación, me dejé llevar... 18 veces. Me pillaron 1 de cada 6 polvos: deduzco que follo en sitios visibles. Vale, soy raro, hago cálculos matemáticos mentales absurdos, o me vienen comentarios espontáneos a la mente y repentinamente (si escribiese estos pensamientos los pondría entre paréntesis) que me producen una leve sonrisa. Y, vale, soy especial, como me decía mi madre, porque, según ella, siempre ayudo a todo el mundo y me preocupo por los demás. La realidad no es esa, la realidad es que ayudo a los demás porque todo despierta interés en mí; ¿qué necesitará y para qué? me pregunto cuando alguien me pide ayuda, y eso es una tentación inevitable para mí. Pero eso, claro, no me convierte en especial, bueno sí, en especialmente cotilla. No es esa la razón. El motivo por el que soy especial es que tengo un don... hogaño mi maldición, lejos de ser la bendición que fue. Sí, tengo un don.

Los regalos de la muerte (III)

CAPÍTULO II: Órdago a la grande.

¿Qué más debo hacer? Los he matado a los dos, he ido tras ellos uno por uno y les he regalado una muerte digna y, mírame a mí, desolado y abandonado por mi suerte, infectado, soy yo más su mierda, mírame, dibujándome círculos perfectos en la sien con un cilindro metálico, el mismo que le dio la muerte a Andrés Reyes. Ya puedo masticar la pólvora y aún no he disparado, ¿se puede decir que ya estoy muerto? No lo sé, lo que sé es que no río ni sonrío, ni me parto a carcajadas, ¿por qué ellos sí? ¿Por qué se reían a carcajadas? ¿Les hacía gracia o es que sienten que le han ganado la partida a la muerte y se burlan de ella? Yo les he susurrado el mate ganador, yo les he dado los 4 reyes para ver un órdago a la grande, lo dramático es que jugaban contra mí y no lo sabía, yo los he sacado de la mierda, lo irónico es que ha sido para meterme yo en su lugar, y mírame, desolado y abandonado por mi suerte, mírame, angustiado, permitiendo que mi pistola practique la danza de la muerte sobre mi sien. Quizá morir por salir unos instantes de la mierda es un precio muy barato que pagan gustosamente. No lo puedo saber, nunca he estado en la mierda, sólo ahora, pero a mí nadie me saca.

domingo, enero 15, 2006

Los regalos de la muerte (II)

Capítulo II: El hombre del piano

Iba dirigida como un proyectil hacia su cabeza, pero debía atraparla, de lo contrario estaba muerto, ya no podía cagarla más, debía volver a ser el mismo, el más grande. Unos milímetros más cerca de su testa, unas milésimas de segundo menos para reaccionar, y sus manos a millones de años luz de su cabeza, todo parecía tan imposible... Pero él era el hombre del piano, él era la distancia más corta entre dos puntos, él era...


... "Andréssssss, S-U M-A-J-E-S-T-A-DDDDD, Reyessss" gritó el speaker que el Real Madrid había contratado gracias a sus magistrales actuaciones a su llegada al equipo blanco.

... "Ha vuelto el más grande, el marqués del parqué, el hombre del piano; ha vuelto su majestad, Andrés, LA DISTANCIA MÁS CORTA ENTRE DOS PUNTOS, Reyesss". La voz del speaker, llena de desmesurado entusiasmo, bañaba el pabellón Vistalegre de Carabanchel, formando junto a los cánticos de los aficionados un himno ganador ya habitual en la cancha madridista.

Pero Andrés no oía nada, veía por fin que había vuelto y repasaba mentalmente lo que acababa de hacer; había recibido con reflejos felinos el mal balón que le había pasado su compañero Stojic y, sin mirar, había tirado a canasta desde la posición en la que estaba. Resultado: Triple.

- He vuelto, soy capaz de todo, estoy curado, ¡estoy curado! Ya no necesito más drogas, no tengo dependencia de nada, sólo de baloncesto. Ya pasaron los malísimos partidos míos, ya estoy en forma, ya las meto de nuevo... y sigo teniendo mi don. Y ahora, voy a robar el balón.


Carlos Marco, el base del equipo de Badalona, miraba frente a frente a Andrés, botaba lento, quería marcar él el ritmo, y quería que fuese despacio, quería llenar de cemento los pies de Andrés, el control era suyo, pero Andrés estaba...


...."eléctrico robo de balón de Reyes, cómo metió la mano, tan rápido que este chico algún día se nos transforma en energía..."


Andrés había conseguido hacerse con el balón de un limpio zarpazo.
- No va a ser el último - se dijo, elevando tímidamente la comisura de sus labios. Ahora yo tengo el balón.

Andrés se proponía a penetrar a canasta, su especialidad, y...


..."¡menudo canastónnnnn! Finta a uno, reverso por aquí, amago y ...¡canasta! Increíble, este cordobés es impresionante, le partiría la cintura a la mismísima murralla china y se iría de ella, le haría el reverso a la pamela más grande de Ascot. Andrés, marqués, califa, se me acaban los adjetivos contigo. Pero, ¿qué ocurre? Andrés está en el suelo y no se..."


...levanta. Andrés había tirado a canasta, consiguiéndola, pero se había llevado por delante a Scott, el pívot badalonés.
No se había resbalado, ni desmayado, había muerto porque el asesino le alcanzó en la cabeza de un disparo. El asesino mató a Andrés, pero éste, sin saberlo, le hizo mucho daño: Andrés, antes de morir, soltó una carcajada y le sobró aliento como para decir: "El hijo de puta del árbitro seguro que me pita falta en ataque". El asesino no lo oyó, pero la carcajada lo destrozó.

jueves, enero 12, 2006

Los regalos de la muerte (I)

CAPÍTULO I: Gana la banca.

- Toc, toc, toc, eh, ¿está usted bien? dijo mientras pensaba cuánto odiaba el sonido del cristal de la ventanilla golpeado por su puño. La figura sombría que vio dentro del coche no pareció ni inmutarse pero se escuchó el elevalunas funcionar.
- Odio el sonido del elevalunas, se dijo, y mientras la ventanilla bajaba pensó por qué cojones se había parado en una desértica M-50 al ver el Renault Megane parado en el arcén con las luces de emergencia (con lo que odiaba el sonido de los intermitentes) y con las ganas que tenía de llegar a casa. Joder, la siguente salida es la de Alcorcón, maldijo en silencio. Pero Javi era así, aún estando cansado siempre le quedaba un poco de aliento para ayudar a alguien que lo necesitaba. Cierto que ya estaba curado, cierto que su don seguía ahí para protegerlo y cierto que ya hacía tiempo que no venía por la M-50 después de haber perdido hasta el último céntimo en el casino de Torrelodones. No, ya estaba curado. No venía de perderlo todo, venía de echarle un polvo a Luna, esta vez como cliente legal. Pero a pesar de todo eso, Javi paró.
- ¿Está usted bien? - repitió - ¿Necesita ayuda?. El conductor se le quedó mirando.
- Sabía que pararías, Javier - dijo el conductor.
Javi, atónito, dio un ligero pero sensible respingo hacia atrás y, como Javi es así, su mente le dijo: "Joder, vaya voz, sus cuerdas vocales harían la mejor guitarra española del mundo" en lugar de pensar cómo coño sabía su nombre.
El conductor sacó una mano enguantada que cogió a Javier por el cuello y lo alzó en vilo. Algo dentro del cuello de Javi se fracturó.
"¡¡Crack!!"
- Odio ese ruido - alcanzó a decir Javier, soltando una dramática carcajada.
- Sólo quiero lo que es mío, lo siento mucho - contestó el conductor como si hubiese entendido lo que le dijo Javier.
El chico murió justo en el momento que reconoció a su asesino, pero, sin embargo, se fue al otro mundo sin, por el contrario, entender qué le quería decir su asesino con eso.

martes, enero 10, 2006

Morir de amor.

OJO CON ESTE RELATO, PUEDE HERIR LA SENSIBILIDAD DEL LECTOR
NO RECOMENDADO PARA MENORES DE 18 AÑOS


La abracé con fuerza, como si fuera la primera vez, como si soltarla fuese perderla, y no iba a permitir eso, claro que no, era la mujer que amaba y lo más valioso que tenía desde hace dos años. La abracé con tanta fuerza que le chirriaron los dientes.

- Deja que te mire – le dije poniendo mis manos sobre la cara de la chica, con los pulgares en las mejillas. Y mientras le miraba le di un inocente beso en la frente.

- Shhhh... sólo deja que te mire, le dije, poniendo mi dedo índice sobre sus labios, ahogando así una respuesta de la chica.

- Sólo deja que te mire, que pose mis manos en tus caderas de cumbre inalcanzable, sólo deja que acaricie tu vientre, donde nace el arco iris, fuente de los colores más vivos. Ven, acércate que coja tus manos y las bese, porque son las que tocan los acordes más bellos de mi alma.

- Oh, mi amor, sólo quiéreme como yo te quiero. Te quiero como el mar a la luna, porque te reflejas en mi pecho por las noches, porque me atraes hacia ti aunque estés en el infinito. Sólo sé mía, como yo soy sólo tuyo, muere de amor, como muero. Y morimos.

- Y eso fue lo que ocurrió, señor fiscal...
- ¿Tengo pinta de estúpido, señor Escudero? – contestó fríamente el fiscal. ¿La tengo? ¿Acaso cree que no tengo el informe del forense? ¿Se lo leo?
- No ocurrió como dice el fo... – dijo sin poder terminar Felipe Escudero
- Cállese, maldita sea, le voy a decir cómo ocurrió – cortó el fiscal a Felipe, acusado de matar a su propia esposa. La rodeaste con tus brazos con una fuerza desmedida, señor Escudero
La abracé con fuerza, como si fuera la primera vez, como si soltarla fuese perderla
con tanta fuerza que le fracturaste tres costillas.
La abracé con tanta fuerza que le chirriaron los dientes
A continuación la cogiste del cuello con intención de estrangularla, presionando con ambos pulgares su garganta, identificadas las marcas que le dejaste como suyas, señor Escudero
le dijo poniendo sus manos sobre la cara de la chica, con los pulgares en las mejillas
, y mientras la estrangulaba, le dio un cabezazo que impactó en el entrecejo de su esposa
Y mientras le miraba le di un inocente beso en la frente
, como ella no dejaba de gritar, le golpeó repetidas veces en la boca con su puño cerrado, señor Escudero, hasta hacerla callar
Shhhh... sólo deja que te mire, le dije, poniendo mi dedo índice sobre sus labios, ahogando así una respuesta de la chica
, se acercó a por un cuchillo de cocina muy afilado y lo clavó en el vientre de su esposa, con lo que consiguió que se desangrase, brotando la sangre a una velocidad mortal
deja que acaricie tu vientre, donde nace el arco iris, fuente de los colores más vivos
, y no voy a seguir que se me revuelve el estómago sólo de leerlo, y aún tiene trozos de su piel en la boca, de haberle mordido brutalmente las manos.

- Espero que lo amen así en la cárcel, señor Escudero.

viernes, enero 06, 2006

No hay.

Israel Mestre iba a comprender, 5 minutos antes de que se le parase el corazón, que es más difícil elegir una muerte deseada que vivir sin ganas, sólo 5 minutos antes de que muriese pensó que no tener ganas de vivir no es lo más duro. Pero eso no es lo importante ahora, nos vamos a centrar, por ahora, en esos 5 minutos. Israel y Raquel estaban unidos por las manos izquierdas. Raquel en la derecha agarraba una cuerda que debía quemarle la mano, pero esta chica era más dura que el fuego y no iba a quemarle una simple cuerda. En la mano derecha de Israel estaba el vacío, el aire casi irrespirable de un precipio más profundo que el horizonte. Israel intentaba suicidarse, Raquel mantenerle en este mundo. Por eso al chico le dolía todo el cuerpo, se retorcía, porque incluso la más mínima expresión de vida de su cuerpo, como Raquel, evitaban a toda costa el suicidio, la muerte elegida. Cada célula enviaba una señal eléctrica al cerebro, a la parte de éste que había decidido morir intentando convencerle de que estaba equivocado y que pelease por sobrevivir, lo malo es que estas señales se reflejaban en Israel como un tremendo dolor. Nunca había sufrido tanto, ni física ni psicológicamente, porque todo su cuerpo y gran parte de su cerebro estaban en contra de él, no estaban de acuerdo en morir, lo estaban machacando en todos los sentidos. Se arrepintió de haberse arrojado al vacío. "¿Qué has hecho?" oía dentro de sí. Raquel le decía algo, pero Israel apenas escuchaba nada, su conflicto interior lo tenía demasiado ocupado, aunque le pareció oír: "La cuerda no aguatará" o "Isra, no aguanto más". Entonces a Israel le entró el pánico, el aliento de la muerte en su nuca era insoportable, su instinto de supervivencia se convirtió en obsesión, así que hizo lo que mejor sabía hacer... huir, pero las patadas en el vacío no servían para nada bueno. Creyó oír gritos de Raquel antes de que su mano se soltase de la de la chica, el sudor que le produjo el patalear era demasiado escurridizo. Israel cayó al abismo. Mientras caía estuvo seguro de oír un sonido sordo y rápidamente lo asoció a la cuerda, se había partido. En ese mismo instante, justo antes de morir, es cuando peor se sintió, había arrastrado con él a la única mujer que lo aguantaba. Israel murió, maldiciéndose a él y a su instinto de supervivencia, entre los dos habían matado a Raquel.
Pero el sonido no era el de la cuerda, era el del cardiograma que decía que moría. Junto a él estaba Raquel, que daba sangre limpia y sana a Israel. Unidos por una cuerda, que no era otra cosa que un tubo que pasaba sangre de la chica al chico. Israel murió y sólo le quedó el gesto generoso de Raquel, la única chica que lo soportaba, y un bote de pastillas tirado en su cuarto de baño que le produjo el coma y, poco después, la muerte.

martes, enero 03, 2006

Más allá de los radios

Matías apuró hasta la colilla su cigarro chester de una profunda calada y expulsó el humo después de que éste hubiese habitado sus pulmones. Había creado una niebla artificial, así era como la llamaba, en su habitación. Cada vez que se ponía a fumar mientras estudiaba cerraba la puerta y la ventana creando así una humareda casi impenetrable. Decía que así espantaba toda forma de vida de su alrededor, tenía lo que él denominaba biofobia, sólo le interesaban los robots y los autómatas. Se sentía un poco Dios creando estos seres pseudovivos. ¡El control es el poder! gritaba siempre que terminaba alguno de sus trabajos a los que le dedicaba tanto tiempo y estudio.

Se recostó en la silla y miró por la ventana, se frotó sus ojos inyectados en sangre y volvió a mirar, se levantó con torpeza y se acercó a la ventana abriéndola y sus pulmones se quejaron en forma de ataque de tos. Impurezas escapaban de su boca como el humo de su habitación. Cuando se recuperó se quedó mirando a un niño que estaba sentado en la acera junto a una bicicleta del revés, con las ruedas hacia arriba y el sillín hacia abajo. El niño hacía girar la rueda delantera de la bici y miraba tras los radios. Matías echó un vistazo a la calle y al comprobar que no había nadie más decidió salir y hablar con el chico.

- ¿Qué haces, chico? -Preguntó interesado Matías forzando sus cuerdas vocales ahumadas. El niño lo miró como quien mira a un perro que ladra.
- Ponte enfrente de mi rueda delantera, de tal forma que puede verte a través de los radios y te lo diré.
- Bien, como quieras. Y Matías se colocó donde le dijo el niño.

El niño empezó a girar la rueda delantera mucho más rápido y a los pocos segundos la paró en seco con la mano. El niño miró a Matías.
- Acabo de leer tu pensamiento - dijo el crío con autoridad.
- Ja, ja, ja, qué gracioso eres, chico, no sé si llamar a un loquero o a Fox Mulder.
- Quizá Mulder se interesara más por ti y por los robots que construyes. No es normal odiar todo modo de vida y pensar constantemente en el suicidio.

A Matías le dio un vuelco el corazón... y otro.

- ¿Cómo...? ¿Cómo coño sabes tú eso?
- Ya te lo dije, te he leído el pensamiento. Tu mente radia tu pensamiento al exterior, y éste tiene una longitud de onda múltiplo de la de la luz, sólo tengo que dividirla por el múltipo correcto y así consigo ver tus pensamientos. Puedo hacerlo con los radios de una bicicleta.
- Pero... ¿de qué me estás hablando? Debo de estar soñando - Matías enloqueció un poco más.
- Es muy fácil, ven y prueba tú.

Después de pensarlo un poco Matías accedió, estaba tan desorientado y a la vez tan incrédulo que no podía negarse. Se sentó junto a la rueda, y empezó a darle vueltas con fuerza.

La rueda absorbió a Matías y se despertó en su habitación, sentado en su silla y vio como su cabeza golpeaba contra su mesa... lo último que sintió fue como su corazón explotaba... murió.

Al otro lado de la ventana estaba el niño, sonriente, moviendo la rueda de su bicicleta y se le acercó un esqueleto, con sotana y guadaña, que le puso el brazo en su hombro y le habló.

- Me gustan tus métodos, hijo mío, buen trabajo.
- Gracias, papá, la guadaña ha quedado anticuada.

Betania

1

Mario Atienza dormía plácidamente hasta que su pequeño hijo Santiago llegó a despertarlo.
- Papá, papá –decía el pequeño mientras empujaba a su padre con ambas manos.- Despierta papá, que mamá ya está aquí.
Mario despertó de repente y se sentó en la cama, tiritaba y estaba empapado en un sudor frío. No había ni rastro de su hijo, pero sí escuchaba el teléfono, seguramente eso lo había despertado.
-¿Sí? – dijo Mario con voz muy ronca al descolgar el auricular.- Dios Santo qué mal me olía el aliento –dijo para sí.- ¿Cuánto llevo dormido? Menos mal que el hilo telefónico no transmite el olor de lo contrario quien estuviera al otro lado del teléfono se llevaría una gran sorpresa.
-Mario, soy Laura –dijo una mujer con voz histérica.
La mujer de Mario vivía desde hace dos meses con su hijo en la casa de su hermana Laura.
-Laura, tranquilízate, ¿qué ocurre?
-Es tu hijo, oh, Dios, Mario. Tu hijo ha muerto –dijo Laura entre sollozos.
-¿¡Qué!? - Mario no sabía qué decir ni cómo actuar. El corazón le dio un vuelco en el pecho y cayó de rodillas semi-desmayado. El rostro se le puso pálido como un queso y sentía que los ojos se le salían de las cuencas oculares.
-Ven para el hospital rápidamente. Tu mujer está aquí.
Mario colgó el teléfono y comenzó a llorar, aunque no estaba en condiciones de conducir se vistió y cogió el coche para ir al hospital.

2

Al llegar al hospital lo recibió su cuñada Laura.
-¿Dónde está mi hijo? –pregunto Mario con voz apagada. Tenía lágrimas en los ojos, lo que hizo llorar a Laura. Ella nunca lo había visto llorar.
-Los médicos han dicho que se le ha parado el corazón.
-¿Pero cómo que se le ha parado el corazón? ¿Así sin más? Por Dios si sólo tenía 7 años, eso es imposible –replicó Mario desconsolado -.
-Los médicos no se lo explican, dicen que se le ha parado de repente y no encuentran ninguna explicación.
-¿Dónde está mi mujer? ¿Por qué no está aquí contigo? –pregunto Mario con voz cansina y más de otro mundo que de este.
-Mi hermana está mal Mario, los médicos dicen que está en estado catatónico, no ha soportado la muerte de Santiago.
Esta noticia derrumbó aún más a Mario que estalló de nuevo en un llanto.

-Solucionaré todo esto –dijo Mario dejando de llorar y secándose las lágrimas con los puños de su camisa y fue inmediatamente a ver a su mujer. Laura pensó que deliraba.

3

Una vez que Mario estaba en casa decidió llamar a su colega Thomas Houston.
-¿Diga? –respondió el estadounidense con su pronunciación española casi perfecta.
-Tom, soy Mario y quería preguntarte cómo va el proyecto.
-Está prácticamente terminado, pronto podremos hacer realidad el viaje en el tiempo. ¿No es increíble?
-Tom, necesito esa máquina ya. Mi hijo ha muerto y sé cómo devolverle la vida.
Hubo un rato de silencio hasta que Tom lo rompió.
-Eh... lo siento... está bien, Mario, pronto la tendrás –dijo Tom dubitativo sin saber qué decir- ¿Y cómo piensas devolverle la vida?
-Muy fácil. Sólo tendré que retroceder en el tiempo y evitar su muerte. Ha muerto de paro cardíaco, supongo que se podría haber evitado.
-De acuerdo, Mario. Te llamaré cuando esté lista la máquina del tiempo, me dedicaré a ella en cuerpo y alma.

4

Cuando Mario recibió el cuerpo de su hijo actuó de una forma muy rara. Algo desde muy lejos le dijo que no lo enterrara, que hiciera la ceremonia de entierro, pero que conservara el cuerpo y Mario operó según la voz. El entierro se produjo sin incidencias.

5

Un día después del entierro, el Doctor Thomas Houston llamó a Mario diciéndole que increíblemente ya tenía la máquina a punto. Al escuchar esto Mario tomó su Biblia –de nuevo porque se lo dictó una voz lejana, aunque ésta parecía distinta a la anterior- y se dirigió al laboratorio en el que trabajaban ambos.

6

Cuando llegó al laboratorio se encontró a su colega Tom, tan rechoncho como siempre, con su amplio trasero y sus enormes brazos. La bata que llevaba puesta se ensanchaba sobre su panza con dificultad. Tom Houston quizá no tuviera un cuerpo “danone” – pensó Mario para sí-, pero su cerebro era una máquina de pensar perfectamente engrasada.
-Hola, Tom, ¿cómo estás?
-Bien... bueno, supongo que mejor que tú.
-No te preocupes, sé que recuperaré a mi hijo – dijo Mario con voz convincente y decidida- Explícame como funciona ese chisme, no debo perder más tiempo.
-Oh... ah sí... bien. Sígueme, te lo enseñaré.
Tom llevó a Mario a la parte donde estaba la máquina del tiempo. Esta máquina había sido trabajo exclusivo de Tom, Mario se encargaba de los proyectos dirigidos a Sanidad y Tom a los proyectos “especiales”, aunque Tom solía ayudar con frecuencia a Mario, de ahí que Mario supiera lo de la máquina del tiempo.

7

-Esto es la máquina del tiempo –dijo Tom señalando a un tubo de más de dos metros de alto y un metro de ancho.
Tom pulso un botón colocado a media altura y unas puertas se abrieron. A Mario le pareció un ascensor.
-Ven Mario pasa aquí dentro.
Dentro del tubo había un teclado numérico parecido al que se suele poner para introducir contraseñas.
-Con este teclado introduces el día, mes y año al que quieres ir.- Tom marcó la fecha del día siguiente.- ¿Ves? Y luego pulsas el botón de aceptar, que es el que está aquí.- dijo Tom señalando el botón de más a la derecha.- A continuación debes meter la hora y el lugar a donde quieres ir. ¿Entiendes?- Mario afirmó con la cabeza.
-Bien –siguió Mario.
-Esta máquina, además de en el tiempo, también viaja en el espacio, por lo que a continuación debes introducir el lugar a donde quieres ir.
-Espera un momento Tom, ¿quieres decir que con este chisme también es posible el teletransporte?
-Efectivamente, Mario, inteligente observación; introduciendo la hora y fecha actuales e indicando el lugar a donde quieres ir te estarías teletransportando.
-Santo Cielo, Tom, eres un genio. Gracias Tom, te quiero.
-Por cierto, ¿para qué es esa Biblia?
-Para rezar –dijo contundentemente Mario, pero sólo dijo lo que esa voz extraña le dictaba. Esa voz también le dijo a Mario que se quedara solo.
-Tom, por favor, déjame solo.
-Enseguida Mario, pero debo decirte algo más. - Tom tomó una especie de mando a distancia y se la entregó a Mario.- Con este aparato volverás “aquí y ahora”, es decir que si pulsas el botón rojo volverás a la fecha y hora a la que te has ido, si lo perdieras no podrías volver.
-Gracias Tom una vez más, y ahora por favor déjame solo. Quiero rezar.

8

Pero Mario no rezó sino que fue a por su hijo porque la voz se lo había ordenado. Él no sabía por qué iba a por el por el cuerpo de su hijo, pero lo hacía, lo introdujo en una bolsa de viaje y se dirigió al laboratorio.
Una vez allí se introdujo con su hijo dispuesto a volver dos semanas antes, pero mientras pensaba qué día era ese, sus dedos automáticamente se pusieron a introducir datos en el teclado. No sabía qué estaba introduciendo pero le pareció ver que había metido el año 30 y tantos.
-¿Para qué diablos voy al año treinta y algo? –se dijo para sí.- ¿Por qué he metido esta fecha?
Mientras se preguntaba esto metió el lugar al que quería ir e instantáneamente apareció en un lugar que no conocía. Ese lugar estaba desierto.
9
-¿Dónde diablos estoy? ¿En qué fecha estamos? –se preguntó el desorientado Mario.
-Estás en Betania. Si haces lo que yo te dicte todo saldrá bien. Quítate tus ropas y tu calzado y ponte lo que tienes a la derecha. Estás en el año 32 de esta era.
-Oh Dios. Eso no estaba ahí antes, estoy seguro. –dijo Mario al ver las ropas y el calzado de la época. Pero hizo lo que le dijo la voz. Esta vez la voz la escuchaba con más fuerza, era más clara y más contundente. La bolsa con su hijo estaba a su izquierda, ahora ésta era un zurrón.- ¿Y ahora qué se supone que debo hacer?- preguntó Mario al vacío.
-Dentro de unas horas vendrán a enterrar a Lázaro de Betania a la tumba que verás allá arriba. –Mario miró y vio la tumba, que en realidad era un cripta.- Cuando pongan a Lázaro dentro de la tumba tú te tendrás que meter con tu hijo en ella. Después la sellarán con una piedra y dentro de cuatro días vendrá Jesús de Nazaret a resucitar a su amigo Lázaro. En el momento en que Lázaro resucite también lo hará tu hijo. Es muy importante que hagas lo que yo te diga. Nadie debe saber que estás allí, ni siquiera el Nazareno. De lo contrario podrían tomar a Jesús como un farsante y la historia cambiaría terriblemente.
-¿Es necesario qué yo esté dentro de la tumba? No tengo alimento y no sé si podré aguantar cuatro días sin probar nada.
-No te preocupes, Mario, no sólo del pan vive el hombre, yo me encargaré de eso, no necesitas comer. Además, sí es necesario que estés dentro, puesto que cuando resucite tu hijo estará desorientado y podría llorar o salir corriendo y la gente se daría cuenta y como ya te he dicho nadie debe saber que estás aquí.
Mario le iba a decir si no hubiera sido más fácil salvar a su hijo previniendo su muerte y no resucitándolo técnicamente, pero por algún motivo que no supo ahogó esa pregunta. Mario estaba dominado por ese Ser fuese lo que fuese y hacía todo lo que le decía al pie de la letra, sin hacer preguntas. En el fondo de su corazón pensó que era Dios y por un corto espacio de tiempo se estremeció, pero no tuvo tiempo de pensarlo ni analizar lo que hacía ni por qué lo hacía pues su cerebro pertenecía a ese Ser.

10

Mario, vestido con ropas de la época, esperó hasta que vio llegar a los familiares y amigos de Lázaro. Mario, según las ordenes de la voz, estuvo quieto entre la gente hasta que introdujeron el cuerpo de Lázaro en la tumba entonces ésta le dijo que entrara. Entró disimuladamente y se sentó en un rincón de la cripta.
-Oh Dios, ahora me verán y me preguntarán qué hago aquí y no podré resucitar a mi hijo. - el miedo poseía a Mario por primera vez, pero la gente salió de la tumba sin ni siquiera mirarlo. Esto tranquilizó a Mario. Un momento después sellaron la tumba, y ahí se encontraban Mario, su hijo Santiago y Lázaro. Mario abrió la bolsa, que ahora era un zurrón, y vio que además de su hijo estaba La Biblia. Él no recordaba haberla puesto allí pero la tomó y comenzó a rezar.

11

Al cuarto día de estar única y exclusivamente rezando en estado de letargo, Mario “despertó”. Había estado allí cuatro días y cuatro noches y no había sentido ni sed, ni hambre y ni siquiera el olor putrefacto a carne podrida que desprendían los cuerpos. En el momento en que despertó la primera sensación que tuvo fue miedo. Fue consciente por primera vez de que le había hablado una extraña voz, que ahora parecía no estar con él. Pero lo que más miedo le dio fue que había hecho todo lo que le había dicho esa voz sin saber el porqué. Este miedo heló la sangre de Mario e incluso le hacía no percibir el terrible olor. Al cabo de un instante temió por la “vida” de su hijo y entonces comenzó a sentir el murmullo de la gente. Sentía que fuera había un gran gentío, y sentía un poder, pero no era un poder cualquiera, era El Poder, notó que allí estaba el Ser que lo podía todo, notó a Jesucristo y eso serenó su alma. Desde dentro Mario escuchó el murmullo de la gente, se decía que era un falso Mesías y que esto era sólo una broma macabra... Pero Mario no tenía ninguna duda, el poder que él sentía sin duda iba a resucitar a Lázaro, no porque lo supiera de La Biblia, sino porque lo sentía. Sintió el binomio Hombre-Dios perfectamente compenetrado y entonces comprendió que la voz que le hablaba era Dios y que lo había abandonado a él para reunirse con su Hijo en la tierra.
-¿Sabrá Cristo que estoy aquí? –se preguntó en este tiempo que tuvo para reflexionar y concluyó en que no tenía por qué saberlo puesto que Cristo en realidad era un hombre y sólo sabía lo que Dios quisiera que supiese y como Dios le dijo antes este hecho podría poner en peligro la historia. En medio de sus pensamientos escuchó:
-¡Quitad la piedra! –dijo Jesús lleno de dolor acercándose al sepulcro, puesto que éste era una cueva con una piedra puesta en la entrada.
-Señor, ya huele, pues está de cuatro días. –escuchó de una mujer. Mario pensó que era Marta, la hermana de Lázaro. Después de un momento de silencio únicamente interrumpido por el murmullo popular, Mario escucho:
-¡Lázaro, sal fuera! –dijo Jesús a voz en grito. En ese momento Un Poder entró en el sepulcro y Mario sintió que una fuerza se apoderaba de él, sintió que los ojos se le salían de sus órbitas, pero aún así no grito. Después vio que Lázaro se levantaba y salía del sepulcro, atado de pies y manos con vendas y con la cara envuelta en un sudario. También vio que su hijo resucitaba y esto hizo que Mario se emocionara, lo último que escuchó fue:
-Desatadle para que ande –terminó el Mesías. Después una voz le dijo que pulsara el botón rojo de su mando, pero esta voz, La Voz, hizo que se le cortara por un instante la respiración, esta vez la escuchaba dentro de su cabeza a diferencia de antes que la escuchaba fuera de sí. Mario pulsó el botón rojo.

12

Instantáneamente hizo el viaje de regreso. Al regresar lo primero que hizo fue abrazar a su hijo y comenzar a llorar por tercera vez en pocos días, luego sistemáticamente mandó a su hijo a casa de su tía Laura en el autocar, esto le extrañó pues no se lo dijo la voz, sino que fue un impuso. Avisó a Laura por teléfono y un poco más y le da un ataque, pero Mario pensó que al final lo creyó, confirmando lo que él decía cuando llegara el chico. Cuando colgó el teléfono del laboratorio entró Tom por la puerta. Desde que Mario había regresado no había vuelto a escuchar La Voz.
-Tom, no vas a creer lo que me ha pasado – dijo Mario entre jadeos.
-¿Lo has conseguido Mario? Si estás “aquí y ahora” debe ser que lo has conseguido, pero aún recuerdo que tu hijo ha muerto.
-Escucha Tom, esto es lo que me ha pasado. –y Mario contó a Tom lo que le había ocurrido, todo lo que sintió, y advirtió que Tom palidecía cuando escuchó decir que una fuerza se le apoderó en el momento en que Lázaro y Santiago resucitaban y que a partir de entonces la escuchaba dentro de sí mismo. Pero sin duda lo que más impresionó a Tom fue esa extraña Voz.
-¿Sabes lo que quiere decir eso? –preguntó Tom sin caber en su asombro.
-No sé muy bien, todo me ha ocurrido muy deprisa y aún no he reflexionado sobre ello.
-Creo que Dios te ha elegido, Mario. Pienso que Tú eres el nuevo Mesías.
-¿Yo?... Pero ¿por qué iba a hacer Dios eso? Lo lógico es que si quisiera un nuevo Mesías lo hiciera igual que antes, eligiendo una mujer pura y colocando su fruto en ella. De esa mujer saldría un niño que sería educado y preparado para ser el Hijo de Dios, pero yo no estoy preparado Tom. Por eso creo que yo no soy ningún Elegido.
-Quizá haya ocurrido así porque no hay tiempo para esperar a que nazca y crezca un niño, quizá estemos ante el Apocalipsis y Dios te haya enviado para salvarnos. Mario, no veo otra razón y créeme lo que a ti te ha pasado ha sido por la voluntad de Dios, por lo que estás aquí para algo. No sé para qué, pero lo que estoy seguro es que es para algo importante. –Mario quedó perplejo.
-Estoy aquí para evitar un Apocalipsis o para... –dijo Mario con una voz que no reconoció como suya. Tom se asustó, vio los ojos de Mario inyectados en sangre y la cara deformándose -. O para PROVOCARLO – continuó Mario con voz diabólica. Y cogió a Tom por el cuello y lo estranguló. Entonces habló Satán:
-Hijo mío, te he creado para que acabes con lo que Dios ha creado y comenzar juntos un reino nuestro, según nuestras normas y nuestros deseos. Pero para ello tendrás que vencer a tu homólogo, deberás vencer a Jesucristo. –en ese momento apareció ante Mario el Hijo de Dios cubierto por una túnica blanca.
-Hola Nazareno –dijo Mario aún sosteniendo a Tom por el cuello -. Un humano menos –continuó cuando tiraba el cuerpo de Tom a un lado.
-No podrás con la voluntad de Dios. Nunca lo vencerás. –dijo Cristo abalanzándose sobre Mario y sacándolo a la calle. Por un momento sus ojos se cruzaron, unos rebosando misericordia y amor y otros odio y crueldad, un momento después Mario se apartó de Jesús.
-Mi padre está conmigo, Nazareno. Y siempre estará conmigo y nunca me abandonará. En cambio el tuyo te abandonó y lo peor de todo, permitió que murieras en vano. –Cristo se abalanzó de nuevo sobre él, pero esta vez paso sus manos sobre su pecho.
-¡Sal de este cuerpo, Satán! –grito a voz en cuello Jesús. Pero Mario empujó a Cristo.
-¿Qué crees que haces Nazareno? Mi padre está conmigo y no me abandonará. Tengo todo su poder. - Mario como muestra de su poder levantó los brazos y gritó, provocando un fuego por piroquinesia en un bloque de pisos de al lado.
-Cristo se estremeció, le dio un escalofrío atávico y se puso a rezar, el ambiente se tornó pacífico y el fuego se apagó, además Cristo consiguió hacer otra cosa que Mario no supo hasta un momento después. Lo supo cuando alguien por la espalda tomó su cuello con el brazo a modo de candado. Entonces Jesús se abalanzó de nuevo sobre Mario. -¡Sal de este cuerpo, Satán! –repitió Jesucristo. Esta vez Mario no pudo reaccionar y su cuerpo comenzó a convulsionar. Satán había abandonado su cuerpo. Cristo se arrodilló ante Mario, que estaba agonizando.
-Lo siento, mi Señor, no sabía lo que hacía. –dijo el Mario humano agonizando.
-Tus pecados serán perdonados hijo mío. –dijo Cristo llorando.
-Jesús... Sólo te pediré una cosa si me lo permite tu Gracia.
-Sí. Dime hijo mío.
-Haz que mi mujer se ponga bien y cuide de mi hijo.
-No te preocupes, tu mujer sanará. –entonces Mario murió en brazos de Cristo.

EPÍLOGO
1 Satán posee a Mario.

Satán quería tener un hijo en la tierra, al igual que Dios, pero para que éste fuera lo suficientemente poderoso debería unir el poder de Dios al suyo propio en un cuerpo humano. Satán no se creía capaz de poner su fruto en una mujer. Él penso que el mejor momento para unir el poder de Dios y el suyo sería en la resurrección de Lázaro, pero necesitaba un cuerpo y una forma de llegar hasta a aquel año, necesitaba una máquina del tiempo y a un conejillo de indias del cual se apoderaría de su cuerpo y lo convertiría en su hijo. Pronto notó las cualidades de Thomas Houston y decidió darle un empujón en su invento de la máquina del tiempo, pero decidió que Mario sería su hijo, Mario sería mucho más manejable que Thomas, ya que él tenía un hijo y Thomas estaba solo. Matando a ese hijo suyo, tendría a Mario en su total dominio. Y así lo hizo.

2 Thomas Houston

Tom se levantó y miró a Cristo, Éste le dijo:
-Thomas, Dios te ha resucitado y te ha ordenado que sujetes a Mario, Satán se ha entrometido en todo esto y Dios no iba a permitirlo, por eso me ha enviado. Mi Padre cree que no es el momento del apocalipsis, aún no.
-Mario era el hijo de Satán –dijo asombrado Tom.- ¿Vas a resucitarlo a él también, verdad?
-No, su alma sólo puede ser libre y pura en el cielo, junto a mi Padre.
Entonces Cristo desapareció ante los ojos de Tom. Tom destruyó la diabólica máquina del tiempo y no volvió a trabajar en ella, es más, no volvió a trabajar en ningún proyecto y acabó en un monasterio de clausura.

3 Laura y Santiago

Laura recibió la llamada de Mario, en la que le contaba que Santiago vivía, que había conseguido resucitarlo. Primero lo creyó loco pero después aceptó lo que dijo, había algo en su voz que la convenció. Colgó el auricular y se quedó inmóvil durante un rato. De nuevo sonó el teléfono, esta vez era del hospital, le comunicaban que milagrosamente su hermana estaba recuperada. Laura comenzó a llorar de felicidad. Antes que terminara de colgar el teléfono vio a su sobrino Santiago. Laura fue a abrazarlo y éste dijo algo que dejó perpleja a Laura.
-Tita, papá ha muerto.

FIN

Un burro volando

Bienvenido a mi nuevo blog, donde iré poniendo relatos escritos por mí. Por lo general son un tanto violentos (además de muy extraños, jejeje) así que piénsatelo primero antes de leerlos. Si te gusta alguno de los que ponga especialmente puedes pedírmelo en formato de word, que ahí están más ordenaditos a becket24@hotmail.com.

El primero que voy a poner, se llama Betania y, bueno, sólo decirte que lo escribí con 19 años y harto de cubatas, así que espero que me perdonéis :p.

Un saludo y espero que disfrutes del blog.