martes, enero 03, 2006

Betania

1

Mario Atienza dormía plácidamente hasta que su pequeño hijo Santiago llegó a despertarlo.
- Papá, papá –decía el pequeño mientras empujaba a su padre con ambas manos.- Despierta papá, que mamá ya está aquí.
Mario despertó de repente y se sentó en la cama, tiritaba y estaba empapado en un sudor frío. No había ni rastro de su hijo, pero sí escuchaba el teléfono, seguramente eso lo había despertado.
-¿Sí? – dijo Mario con voz muy ronca al descolgar el auricular.- Dios Santo qué mal me olía el aliento –dijo para sí.- ¿Cuánto llevo dormido? Menos mal que el hilo telefónico no transmite el olor de lo contrario quien estuviera al otro lado del teléfono se llevaría una gran sorpresa.
-Mario, soy Laura –dijo una mujer con voz histérica.
La mujer de Mario vivía desde hace dos meses con su hijo en la casa de su hermana Laura.
-Laura, tranquilízate, ¿qué ocurre?
-Es tu hijo, oh, Dios, Mario. Tu hijo ha muerto –dijo Laura entre sollozos.
-¿¡Qué!? - Mario no sabía qué decir ni cómo actuar. El corazón le dio un vuelco en el pecho y cayó de rodillas semi-desmayado. El rostro se le puso pálido como un queso y sentía que los ojos se le salían de las cuencas oculares.
-Ven para el hospital rápidamente. Tu mujer está aquí.
Mario colgó el teléfono y comenzó a llorar, aunque no estaba en condiciones de conducir se vistió y cogió el coche para ir al hospital.

2

Al llegar al hospital lo recibió su cuñada Laura.
-¿Dónde está mi hijo? –pregunto Mario con voz apagada. Tenía lágrimas en los ojos, lo que hizo llorar a Laura. Ella nunca lo había visto llorar.
-Los médicos han dicho que se le ha parado el corazón.
-¿Pero cómo que se le ha parado el corazón? ¿Así sin más? Por Dios si sólo tenía 7 años, eso es imposible –replicó Mario desconsolado -.
-Los médicos no se lo explican, dicen que se le ha parado de repente y no encuentran ninguna explicación.
-¿Dónde está mi mujer? ¿Por qué no está aquí contigo? –pregunto Mario con voz cansina y más de otro mundo que de este.
-Mi hermana está mal Mario, los médicos dicen que está en estado catatónico, no ha soportado la muerte de Santiago.
Esta noticia derrumbó aún más a Mario que estalló de nuevo en un llanto.

-Solucionaré todo esto –dijo Mario dejando de llorar y secándose las lágrimas con los puños de su camisa y fue inmediatamente a ver a su mujer. Laura pensó que deliraba.

3

Una vez que Mario estaba en casa decidió llamar a su colega Thomas Houston.
-¿Diga? –respondió el estadounidense con su pronunciación española casi perfecta.
-Tom, soy Mario y quería preguntarte cómo va el proyecto.
-Está prácticamente terminado, pronto podremos hacer realidad el viaje en el tiempo. ¿No es increíble?
-Tom, necesito esa máquina ya. Mi hijo ha muerto y sé cómo devolverle la vida.
Hubo un rato de silencio hasta que Tom lo rompió.
-Eh... lo siento... está bien, Mario, pronto la tendrás –dijo Tom dubitativo sin saber qué decir- ¿Y cómo piensas devolverle la vida?
-Muy fácil. Sólo tendré que retroceder en el tiempo y evitar su muerte. Ha muerto de paro cardíaco, supongo que se podría haber evitado.
-De acuerdo, Mario. Te llamaré cuando esté lista la máquina del tiempo, me dedicaré a ella en cuerpo y alma.

4

Cuando Mario recibió el cuerpo de su hijo actuó de una forma muy rara. Algo desde muy lejos le dijo que no lo enterrara, que hiciera la ceremonia de entierro, pero que conservara el cuerpo y Mario operó según la voz. El entierro se produjo sin incidencias.

5

Un día después del entierro, el Doctor Thomas Houston llamó a Mario diciéndole que increíblemente ya tenía la máquina a punto. Al escuchar esto Mario tomó su Biblia –de nuevo porque se lo dictó una voz lejana, aunque ésta parecía distinta a la anterior- y se dirigió al laboratorio en el que trabajaban ambos.

6

Cuando llegó al laboratorio se encontró a su colega Tom, tan rechoncho como siempre, con su amplio trasero y sus enormes brazos. La bata que llevaba puesta se ensanchaba sobre su panza con dificultad. Tom Houston quizá no tuviera un cuerpo “danone” – pensó Mario para sí-, pero su cerebro era una máquina de pensar perfectamente engrasada.
-Hola, Tom, ¿cómo estás?
-Bien... bueno, supongo que mejor que tú.
-No te preocupes, sé que recuperaré a mi hijo – dijo Mario con voz convincente y decidida- Explícame como funciona ese chisme, no debo perder más tiempo.
-Oh... ah sí... bien. Sígueme, te lo enseñaré.
Tom llevó a Mario a la parte donde estaba la máquina del tiempo. Esta máquina había sido trabajo exclusivo de Tom, Mario se encargaba de los proyectos dirigidos a Sanidad y Tom a los proyectos “especiales”, aunque Tom solía ayudar con frecuencia a Mario, de ahí que Mario supiera lo de la máquina del tiempo.

7

-Esto es la máquina del tiempo –dijo Tom señalando a un tubo de más de dos metros de alto y un metro de ancho.
Tom pulso un botón colocado a media altura y unas puertas se abrieron. A Mario le pareció un ascensor.
-Ven Mario pasa aquí dentro.
Dentro del tubo había un teclado numérico parecido al que se suele poner para introducir contraseñas.
-Con este teclado introduces el día, mes y año al que quieres ir.- Tom marcó la fecha del día siguiente.- ¿Ves? Y luego pulsas el botón de aceptar, que es el que está aquí.- dijo Tom señalando el botón de más a la derecha.- A continuación debes meter la hora y el lugar a donde quieres ir. ¿Entiendes?- Mario afirmó con la cabeza.
-Bien –siguió Mario.
-Esta máquina, además de en el tiempo, también viaja en el espacio, por lo que a continuación debes introducir el lugar a donde quieres ir.
-Espera un momento Tom, ¿quieres decir que con este chisme también es posible el teletransporte?
-Efectivamente, Mario, inteligente observación; introduciendo la hora y fecha actuales e indicando el lugar a donde quieres ir te estarías teletransportando.
-Santo Cielo, Tom, eres un genio. Gracias Tom, te quiero.
-Por cierto, ¿para qué es esa Biblia?
-Para rezar –dijo contundentemente Mario, pero sólo dijo lo que esa voz extraña le dictaba. Esa voz también le dijo a Mario que se quedara solo.
-Tom, por favor, déjame solo.
-Enseguida Mario, pero debo decirte algo más. - Tom tomó una especie de mando a distancia y se la entregó a Mario.- Con este aparato volverás “aquí y ahora”, es decir que si pulsas el botón rojo volverás a la fecha y hora a la que te has ido, si lo perdieras no podrías volver.
-Gracias Tom una vez más, y ahora por favor déjame solo. Quiero rezar.

8

Pero Mario no rezó sino que fue a por su hijo porque la voz se lo había ordenado. Él no sabía por qué iba a por el por el cuerpo de su hijo, pero lo hacía, lo introdujo en una bolsa de viaje y se dirigió al laboratorio.
Una vez allí se introdujo con su hijo dispuesto a volver dos semanas antes, pero mientras pensaba qué día era ese, sus dedos automáticamente se pusieron a introducir datos en el teclado. No sabía qué estaba introduciendo pero le pareció ver que había metido el año 30 y tantos.
-¿Para qué diablos voy al año treinta y algo? –se dijo para sí.- ¿Por qué he metido esta fecha?
Mientras se preguntaba esto metió el lugar al que quería ir e instantáneamente apareció en un lugar que no conocía. Ese lugar estaba desierto.
9
-¿Dónde diablos estoy? ¿En qué fecha estamos? –se preguntó el desorientado Mario.
-Estás en Betania. Si haces lo que yo te dicte todo saldrá bien. Quítate tus ropas y tu calzado y ponte lo que tienes a la derecha. Estás en el año 32 de esta era.
-Oh Dios. Eso no estaba ahí antes, estoy seguro. –dijo Mario al ver las ropas y el calzado de la época. Pero hizo lo que le dijo la voz. Esta vez la voz la escuchaba con más fuerza, era más clara y más contundente. La bolsa con su hijo estaba a su izquierda, ahora ésta era un zurrón.- ¿Y ahora qué se supone que debo hacer?- preguntó Mario al vacío.
-Dentro de unas horas vendrán a enterrar a Lázaro de Betania a la tumba que verás allá arriba. –Mario miró y vio la tumba, que en realidad era un cripta.- Cuando pongan a Lázaro dentro de la tumba tú te tendrás que meter con tu hijo en ella. Después la sellarán con una piedra y dentro de cuatro días vendrá Jesús de Nazaret a resucitar a su amigo Lázaro. En el momento en que Lázaro resucite también lo hará tu hijo. Es muy importante que hagas lo que yo te diga. Nadie debe saber que estás allí, ni siquiera el Nazareno. De lo contrario podrían tomar a Jesús como un farsante y la historia cambiaría terriblemente.
-¿Es necesario qué yo esté dentro de la tumba? No tengo alimento y no sé si podré aguantar cuatro días sin probar nada.
-No te preocupes, Mario, no sólo del pan vive el hombre, yo me encargaré de eso, no necesitas comer. Además, sí es necesario que estés dentro, puesto que cuando resucite tu hijo estará desorientado y podría llorar o salir corriendo y la gente se daría cuenta y como ya te he dicho nadie debe saber que estás aquí.
Mario le iba a decir si no hubiera sido más fácil salvar a su hijo previniendo su muerte y no resucitándolo técnicamente, pero por algún motivo que no supo ahogó esa pregunta. Mario estaba dominado por ese Ser fuese lo que fuese y hacía todo lo que le decía al pie de la letra, sin hacer preguntas. En el fondo de su corazón pensó que era Dios y por un corto espacio de tiempo se estremeció, pero no tuvo tiempo de pensarlo ni analizar lo que hacía ni por qué lo hacía pues su cerebro pertenecía a ese Ser.

10

Mario, vestido con ropas de la época, esperó hasta que vio llegar a los familiares y amigos de Lázaro. Mario, según las ordenes de la voz, estuvo quieto entre la gente hasta que introdujeron el cuerpo de Lázaro en la tumba entonces ésta le dijo que entrara. Entró disimuladamente y se sentó en un rincón de la cripta.
-Oh Dios, ahora me verán y me preguntarán qué hago aquí y no podré resucitar a mi hijo. - el miedo poseía a Mario por primera vez, pero la gente salió de la tumba sin ni siquiera mirarlo. Esto tranquilizó a Mario. Un momento después sellaron la tumba, y ahí se encontraban Mario, su hijo Santiago y Lázaro. Mario abrió la bolsa, que ahora era un zurrón, y vio que además de su hijo estaba La Biblia. Él no recordaba haberla puesto allí pero la tomó y comenzó a rezar.

11

Al cuarto día de estar única y exclusivamente rezando en estado de letargo, Mario “despertó”. Había estado allí cuatro días y cuatro noches y no había sentido ni sed, ni hambre y ni siquiera el olor putrefacto a carne podrida que desprendían los cuerpos. En el momento en que despertó la primera sensación que tuvo fue miedo. Fue consciente por primera vez de que le había hablado una extraña voz, que ahora parecía no estar con él. Pero lo que más miedo le dio fue que había hecho todo lo que le había dicho esa voz sin saber el porqué. Este miedo heló la sangre de Mario e incluso le hacía no percibir el terrible olor. Al cabo de un instante temió por la “vida” de su hijo y entonces comenzó a sentir el murmullo de la gente. Sentía que fuera había un gran gentío, y sentía un poder, pero no era un poder cualquiera, era El Poder, notó que allí estaba el Ser que lo podía todo, notó a Jesucristo y eso serenó su alma. Desde dentro Mario escuchó el murmullo de la gente, se decía que era un falso Mesías y que esto era sólo una broma macabra... Pero Mario no tenía ninguna duda, el poder que él sentía sin duda iba a resucitar a Lázaro, no porque lo supiera de La Biblia, sino porque lo sentía. Sintió el binomio Hombre-Dios perfectamente compenetrado y entonces comprendió que la voz que le hablaba era Dios y que lo había abandonado a él para reunirse con su Hijo en la tierra.
-¿Sabrá Cristo que estoy aquí? –se preguntó en este tiempo que tuvo para reflexionar y concluyó en que no tenía por qué saberlo puesto que Cristo en realidad era un hombre y sólo sabía lo que Dios quisiera que supiese y como Dios le dijo antes este hecho podría poner en peligro la historia. En medio de sus pensamientos escuchó:
-¡Quitad la piedra! –dijo Jesús lleno de dolor acercándose al sepulcro, puesto que éste era una cueva con una piedra puesta en la entrada.
-Señor, ya huele, pues está de cuatro días. –escuchó de una mujer. Mario pensó que era Marta, la hermana de Lázaro. Después de un momento de silencio únicamente interrumpido por el murmullo popular, Mario escucho:
-¡Lázaro, sal fuera! –dijo Jesús a voz en grito. En ese momento Un Poder entró en el sepulcro y Mario sintió que una fuerza se apoderaba de él, sintió que los ojos se le salían de sus órbitas, pero aún así no grito. Después vio que Lázaro se levantaba y salía del sepulcro, atado de pies y manos con vendas y con la cara envuelta en un sudario. También vio que su hijo resucitaba y esto hizo que Mario se emocionara, lo último que escuchó fue:
-Desatadle para que ande –terminó el Mesías. Después una voz le dijo que pulsara el botón rojo de su mando, pero esta voz, La Voz, hizo que se le cortara por un instante la respiración, esta vez la escuchaba dentro de su cabeza a diferencia de antes que la escuchaba fuera de sí. Mario pulsó el botón rojo.

12

Instantáneamente hizo el viaje de regreso. Al regresar lo primero que hizo fue abrazar a su hijo y comenzar a llorar por tercera vez en pocos días, luego sistemáticamente mandó a su hijo a casa de su tía Laura en el autocar, esto le extrañó pues no se lo dijo la voz, sino que fue un impuso. Avisó a Laura por teléfono y un poco más y le da un ataque, pero Mario pensó que al final lo creyó, confirmando lo que él decía cuando llegara el chico. Cuando colgó el teléfono del laboratorio entró Tom por la puerta. Desde que Mario había regresado no había vuelto a escuchar La Voz.
-Tom, no vas a creer lo que me ha pasado – dijo Mario entre jadeos.
-¿Lo has conseguido Mario? Si estás “aquí y ahora” debe ser que lo has conseguido, pero aún recuerdo que tu hijo ha muerto.
-Escucha Tom, esto es lo que me ha pasado. –y Mario contó a Tom lo que le había ocurrido, todo lo que sintió, y advirtió que Tom palidecía cuando escuchó decir que una fuerza se le apoderó en el momento en que Lázaro y Santiago resucitaban y que a partir de entonces la escuchaba dentro de sí mismo. Pero sin duda lo que más impresionó a Tom fue esa extraña Voz.
-¿Sabes lo que quiere decir eso? –preguntó Tom sin caber en su asombro.
-No sé muy bien, todo me ha ocurrido muy deprisa y aún no he reflexionado sobre ello.
-Creo que Dios te ha elegido, Mario. Pienso que Tú eres el nuevo Mesías.
-¿Yo?... Pero ¿por qué iba a hacer Dios eso? Lo lógico es que si quisiera un nuevo Mesías lo hiciera igual que antes, eligiendo una mujer pura y colocando su fruto en ella. De esa mujer saldría un niño que sería educado y preparado para ser el Hijo de Dios, pero yo no estoy preparado Tom. Por eso creo que yo no soy ningún Elegido.
-Quizá haya ocurrido así porque no hay tiempo para esperar a que nazca y crezca un niño, quizá estemos ante el Apocalipsis y Dios te haya enviado para salvarnos. Mario, no veo otra razón y créeme lo que a ti te ha pasado ha sido por la voluntad de Dios, por lo que estás aquí para algo. No sé para qué, pero lo que estoy seguro es que es para algo importante. –Mario quedó perplejo.
-Estoy aquí para evitar un Apocalipsis o para... –dijo Mario con una voz que no reconoció como suya. Tom se asustó, vio los ojos de Mario inyectados en sangre y la cara deformándose -. O para PROVOCARLO – continuó Mario con voz diabólica. Y cogió a Tom por el cuello y lo estranguló. Entonces habló Satán:
-Hijo mío, te he creado para que acabes con lo que Dios ha creado y comenzar juntos un reino nuestro, según nuestras normas y nuestros deseos. Pero para ello tendrás que vencer a tu homólogo, deberás vencer a Jesucristo. –en ese momento apareció ante Mario el Hijo de Dios cubierto por una túnica blanca.
-Hola Nazareno –dijo Mario aún sosteniendo a Tom por el cuello -. Un humano menos –continuó cuando tiraba el cuerpo de Tom a un lado.
-No podrás con la voluntad de Dios. Nunca lo vencerás. –dijo Cristo abalanzándose sobre Mario y sacándolo a la calle. Por un momento sus ojos se cruzaron, unos rebosando misericordia y amor y otros odio y crueldad, un momento después Mario se apartó de Jesús.
-Mi padre está conmigo, Nazareno. Y siempre estará conmigo y nunca me abandonará. En cambio el tuyo te abandonó y lo peor de todo, permitió que murieras en vano. –Cristo se abalanzó de nuevo sobre él, pero esta vez paso sus manos sobre su pecho.
-¡Sal de este cuerpo, Satán! –grito a voz en cuello Jesús. Pero Mario empujó a Cristo.
-¿Qué crees que haces Nazareno? Mi padre está conmigo y no me abandonará. Tengo todo su poder. - Mario como muestra de su poder levantó los brazos y gritó, provocando un fuego por piroquinesia en un bloque de pisos de al lado.
-Cristo se estremeció, le dio un escalofrío atávico y se puso a rezar, el ambiente se tornó pacífico y el fuego se apagó, además Cristo consiguió hacer otra cosa que Mario no supo hasta un momento después. Lo supo cuando alguien por la espalda tomó su cuello con el brazo a modo de candado. Entonces Jesús se abalanzó de nuevo sobre Mario. -¡Sal de este cuerpo, Satán! –repitió Jesucristo. Esta vez Mario no pudo reaccionar y su cuerpo comenzó a convulsionar. Satán había abandonado su cuerpo. Cristo se arrodilló ante Mario, que estaba agonizando.
-Lo siento, mi Señor, no sabía lo que hacía. –dijo el Mario humano agonizando.
-Tus pecados serán perdonados hijo mío. –dijo Cristo llorando.
-Jesús... Sólo te pediré una cosa si me lo permite tu Gracia.
-Sí. Dime hijo mío.
-Haz que mi mujer se ponga bien y cuide de mi hijo.
-No te preocupes, tu mujer sanará. –entonces Mario murió en brazos de Cristo.

EPÍLOGO
1 Satán posee a Mario.

Satán quería tener un hijo en la tierra, al igual que Dios, pero para que éste fuera lo suficientemente poderoso debería unir el poder de Dios al suyo propio en un cuerpo humano. Satán no se creía capaz de poner su fruto en una mujer. Él penso que el mejor momento para unir el poder de Dios y el suyo sería en la resurrección de Lázaro, pero necesitaba un cuerpo y una forma de llegar hasta a aquel año, necesitaba una máquina del tiempo y a un conejillo de indias del cual se apoderaría de su cuerpo y lo convertiría en su hijo. Pronto notó las cualidades de Thomas Houston y decidió darle un empujón en su invento de la máquina del tiempo, pero decidió que Mario sería su hijo, Mario sería mucho más manejable que Thomas, ya que él tenía un hijo y Thomas estaba solo. Matando a ese hijo suyo, tendría a Mario en su total dominio. Y así lo hizo.

2 Thomas Houston

Tom se levantó y miró a Cristo, Éste le dijo:
-Thomas, Dios te ha resucitado y te ha ordenado que sujetes a Mario, Satán se ha entrometido en todo esto y Dios no iba a permitirlo, por eso me ha enviado. Mi Padre cree que no es el momento del apocalipsis, aún no.
-Mario era el hijo de Satán –dijo asombrado Tom.- ¿Vas a resucitarlo a él también, verdad?
-No, su alma sólo puede ser libre y pura en el cielo, junto a mi Padre.
Entonces Cristo desapareció ante los ojos de Tom. Tom destruyó la diabólica máquina del tiempo y no volvió a trabajar en ella, es más, no volvió a trabajar en ningún proyecto y acabó en un monasterio de clausura.

3 Laura y Santiago

Laura recibió la llamada de Mario, en la que le contaba que Santiago vivía, que había conseguido resucitarlo. Primero lo creyó loco pero después aceptó lo que dijo, había algo en su voz que la convenció. Colgó el auricular y se quedó inmóvil durante un rato. De nuevo sonó el teléfono, esta vez era del hospital, le comunicaban que milagrosamente su hermana estaba recuperada. Laura comenzó a llorar de felicidad. Antes que terminara de colgar el teléfono vio a su sobrino Santiago. Laura fue a abrazarlo y éste dijo algo que dejó perpleja a Laura.
-Tita, papá ha muerto.

FIN

3 comentarios:

Birk dijo...

Los violentos llegaron con la edad, es que éste es de cuando tenía 19 años y 18 cubatas (¿o era al revés?) jejeje.

Bah, ni esos son violentos... es que soy andaluz, ergo exagerado. Esta noche pondré uno de los nuevos :D

Anónimo dijo...

BE... BETANIA??

pum

Birk dijo...

Algún día entenderás mi dolor; entonces ese día, sólo ese día, estarás preparado para BETANIA 2: El retorno de Damian.